El Santo Padre responde a los periodistas durante el vuelo de regreso a Roma, una vez concluido su Viaje apostólico a Cracovia con ocasión de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud
Buenas tardes, os agradezco vuestro trabajo y vuestra compañía. Quisiera daros, porque sois compañeros de trabajo, el pésame por la muerte de Anna Maria Jacobini. Hoy he recibido a la hermana y al sobrino y la sobrina, que estaban tan tristes por esto… Es una cosa triste de este viaje.
Luego me gustaría agradecer al padre Lombardi y a Mauro, porque este será el último viaje que hacen con nosotros. El padre Lombardi ha estado en Radio Vaticana más de 25 años y luego en los vuelos 10 años. Y Mauro 37 años encargado del equipaje en los vuelos. Se lo agradezco mucho a Mauro y al padre Lombardi. Y luego al final se lo agradeceremos con un pastel… Y estoy a vuestra disposición. El viaje es breve… Lo haremos de prisa esta vez.
Magdalena Wolinska – Televisión polaca
Santo Padre, en su primer discurso en Wawel, recién llegado a Cracovia, dijo que estaba contento de empezar a conocer Europa centro oriental precisamente desde Polonia. En nombre de nuestra nación, quisiera preguntarle cómo ha vivido esta Polonia en estos cinco días. ¿Qué le ha parecido?
Era una Polonia especial, porque era una Polonia “invadida” una vez más, ¡pero esta vez por jóvenes! Cracovia, lo que he visto, la he visto muy bonita. La gente polaca es tan entusiasta… Fíjate esta tarde: con la lluvia, a lo largo de las calles, y no solo los jóvenes, también las viejecitas… Es una bondad, una nobleza. Yo tenía experiencia de los polacos cuando era niño: donde trabajaba mi padre vinieron a trabajar, tras la guerra, muchos polacos. Era gente buena… y eso me quedó en el corazón. He reencontrado esa bondad vuestra. Una belleza. Gracias.
Urzula Rzepczak – Polsat
Santo Padre, nuestros hijos jóvenes se han quedado emocionados con sus palabras, que corresponden muy bien a su realidad y a sus problemas. Pero Usted también usaba, en sus discursos, palabras y expresiones propias del lenguaje de los jóvenes. ¿Cómo se ha preparado? ¿Cómo ha logrado dar tantos ejemplos tan cercanos a su vida, a sus problemas y con sus palabras?
A mí me gusta hablar con los jóvenes. Y me gusta escuchar a los jóvenes. Siempre me ponen en dificultad, porque me dicen cosas en las que yo no he pensado o que he pensado a medias. Los jóvenes inquietos, los jóvenes creativos… Me gusta, y de ahí saco ese lenguaje. Muchas veces tengo que preguntar: “¿Qué significa eso?”, y ellos me explican lo que significa. Me gusta hablar con ellos. Nuestro futuro son ellos, y debemos dialogar. Es importante este diálogo entre pasado y futuro. Por eso yo subrayo tanto el trato entre los jóvenes y los abuelos, y cuando digo “abuelos” quiero decir los más viejos y no tan viejos −¡bueno, yo sí!− para dar también nuestra experiencia, para que escuchen el pasado, la historia y la retomen y la lleven adelante con el coraje del presente, como he dicho esta tarde. Es importante, importante. A mí no me gusta cuando oigo decir: “¡Pero estos jóvenes dicen estupideces!”. ¡También nosotros decimos tantas! Los jóvenes dicen estupideces y dicen cosas buenas, como nosotros, como todos. Pero hay que escucharlos, hablar con ellos, porque nosotros debemos aprender de ellos y ellos deben aprender de nosotros. Es así. Y así se hace la historia y así crece sin clausuras, sin censuras. No sé, es así. Así aprendo esas palabras.
Marco Ansaldo – La Repubblica
Santidad, la represión en Turquía y los quince días que siguieron al golpe, según la casi totalidad de observadores internacionales, ha sido quizá peor que el golpe de Estado. Hay completas categorías afectadas: militares, magistrados, administradores públicos, diplomáticos, periodistas. Cito datos del gobierno turco: se habla de más de 13 mil arrestados, más de 50 mil personas “liquidadas”. Una purga. El otro día el presidente Recep Tayyip Erdogan, ante las críticas externas, dijo: “¡Ocupaos de vuestros asuntos!”. Nos gustaría preguntarle: ¿por qué hasta ahora Usted no ha intervenido, no ha hablado? Teme, quizá, que pueda haber repercusiones sobre la minoría católica en Turquía? Gracias.
Cuando he tenido que decir algo que no gustaba a Turquía, pero de la que yo estaba seguro, lo he dicho, con las consecuencias que conocéis. Dije aquellas palabras… Estaba seguro. No he hablado porque aún no estoy seguro, con las informaciones que recibo, de qué está sucediendo allí. Escucho las informaciones que llegan a Secretaría de Estado, y también las de algún analista político importante. Estoy estudiando la situación también con los colaboradores de la Secretaría de Estado y la cosa aún no está clara. Es verdad, siempre se debe evitar el mal a los católicos −y eso lo hacemos todos−, pero no al precio de la verdad. Está la virtud de la prudencia −hay que decir esto, cuándo, cómo−, y en mi caso vosotros sois testigos de que cuando tuve que decir algo respecto a Turquía, lo dije.
Frances D'Emilio – Associated Press
Buenas tardes. Mi pregunta es una pregunta que muchos se plantean en estos días, porque se ha sabido que en Australia la policía australiana estaría indagando nuevas acusaciones contra el Cardenal Pell, y esta vez las acusaciones se refieren a abusos de menores, que son muy distintas de las acusaciones anteriores. La pregunta que yo me hago y que se han hecho muchos otros: en su opinión, ¿qué sería lo correcto para el Cardenal Pell, dada la situación grave, el puesto tan importante y la confianza de que goza por su parte?
Gracias. Las primeras noticias llegadas eran confusas. Eran noticias de hace 40 años y ni la policía había hecho caso en un primer momento. Una cosa confusa. Luego, todas las denuncias se presentaron a la justicia y en este momento están en manos de la justicia. No se debe juzgar antes de que la justicia lo haga. Si yo diese un juicio a favor o en contra del Cardenal Pell, no sería bueno, porque juzgaría antes. Es verdad, existe la duda. Y está aquel principio claro del derecho: in dubio pro reo. Debemos esperar a la justicia y no hacer antes un juicio mediático, porque eso no ayuda. El juicio de la murmuración, ¿y luego? No se sabe cómo acabará. Estar atentos a lo que decida la justicia. Una vez que la justicia hable, hablaré yo. Gracias.
Hernán Reyes – Argentina
Santidad, ¿cómo está tras la caída del otro día? Vemos que está bien… Esa es la primera pregunta. La segunda: la semana pasada el secretario general de UNASUR, Ernesto Samper, habló de una mediación del Vaticano en Venezuela. ¿Es un diálogo concreto? ¿Es una posibilidad real esta? ¿Y cómo piensa que esa mediación, con la misión de la Iglesia, pueda ayudar a la estabilización del país?
Primero la caída. Estaba mirando a la Virgen y me olvidé del escalón… Llevaba el incensario en la mano… Cuando sentí que caía, me dejé caer y eso me salvó, porque si hubiese hecho resistencia, habría tenido consecuencias. Nada. Estoy muy bien.
¿La segunda era? Venezuela. Hace dos años tuve un encuentro con el presidente Maduro, muy muy positivo. Luego él pidió audiencia el año pasado: era un domingo, el día siguiente a la vuelta de Sarajevo. Pero luego él canceló el encuentro, porque estaba enfermo de otitis y no podía venir. Después de eso, dejé pasar tiempo y le escribí una carta. Hay contactos −tú has mencionado uno− para un eventual encuentro. Sí, con las condiciones que se ponen en estos casos. Y se piensa, en este momento… pero no estoy seguro, no puedo asegurarlo, ¿está claro? No estoy seguro de que en el grupo de la mediación alguno… y no sé si también el gobierno −no estoy seguro− quiera un representante de la Santa Sede. Esto hasta el momento en que salí de Roma. Pero las cosas están ahí. En el grupo están Zapatero de España, Torrijos y otro, y un cuarto se decía de la Santa Sede. Pero de eso no estoy seguro…
Antoine-Marie Izoard – Francia
Santo Padre, ante todo le felicito a Usted, al padre Lombardi y también al padre Spadaro por la fiesta de San Ignacio. La pregunta es un poco más difícil. Los católicos están en shock −y no solo en Francia− tras el bárbaro asesinato del padre Jacques Hamel en su iglesia, mientras celebraba la Santa Misa. Hace cuatro días, aquí, Usted nos dijo de nuevo que todas las religiones quieren la paz. Pero este santo cura de 86 años ha sido claramente asesinado en el nombre del islam. Por tanto, Santo Padre, tengo dos breves preguntas. ¿Por qué Usted, cuando habla de estos actos violentos, habla siempre de terroristas y nunca del islam? Jamás utiliza la palabra “islam”. Y luego, además de la oración y el diálogo, que obviamente son esencialísimos, ¿qué iniciativa concreta puede Usted realizar o tal vez sugerir para contrarrestar la violencia islámica? Gracias Santidad.
A mí no me gusta hablar de violencia islámica, porque todos los días, cuando ojeo los periódicos, veo violencias, aquí en Italia: uno que mata a la novia, otro que mata a la suegra… ¡Y esos son violentos católicos bautizados! Son violentos católicos… Si yo hablase de violencia islámica, tendría que hablar también de violencia católica. No todos los islámicos son violentos; no todos los católicos son violentos. Es como una macedonia, hay de todo, hay violentos de esas religiones. Una cosa es verdad: creo que en casi todas las religiones hay siempre un pequeño grupo fundamentalista. Fundamentalista. Nosotros los tenemos. Y cuando el fundamentalismo llega a matar −y se puede matar con la lengua, y eso lo dice el apóstol Santiago, no yo, y también con un cuchillo− creo que no es justo identificar el islam con la violencia. ¡Eso ni es justo ni es verdad! He tenido un largo diálogo con el Gran Imam de la Universidad de al-Azhar y sé lo que piensan: buscan la paz, el encuentro. El Nuncio de un país africano me decía que en la capital hay siempre una cola de gente −¡siempre está lleno!− en la Puerta Santa por el Jubileo: algunos se acercan a los confesionarios, otros a los bancos a rezar. Pero la mayoría avanza, adelante, a rezar en el altar de la Virgen: y son musulmanes que quieren hacer el Jubileo. Son hermanos. Cuando estuve en África Central, el imán subió también al papamóvil. Se puede convivir bien. Pero hay grupos fundamentalistas. Y me pregunto también cuántos jóvenes −¡cuántos jóvenes!− a los que los europeos hemos dejado vacíos de ideales, que no tienen trabajo, que van a la droga, al alcohol… van ahí y se enrolan en grupos fundamentalistas. Sí, podemos decir que el llamado Isis es un estado islámico que se presenta como violento, porque cuando nos enseña su carnet de identidad nos hace ver que en la costa de Libia degüellan a los egipcios, o cosas por el estilo. Pero eso es un grupo fundamentalista, que se llama Isis. Pero no se puede decir −creo que no sería verdad y no sería justo− que el islam sea terrorista.
Antoine-Marie Izoard
¿Alguna iniciativa suya concreta para contrarrestar el terrorismo, la violencia?
¡El terrorismo está por todas partes! Piense en el terrorismo tribal de algunos países africanos… El terrorismo −no sé si decirlo, porque es un poco peligroso− crece cuando no hay otra opción, cuando en el centro de la economía mundial está el dios dinero y no la persona, el hombre y la mujer. Eso es ya el primer terrorismo. Has eliminado la maravilla de la creación, al hombre y a la mujer, y has puesto ahí el dinero. Eso es terrorismo de base contra toda la humanidad. Pensadlo.
Javier Martínez Brocal – Rome Reports
Santo Padre, nos ha dicho antes, en el encuentro con los voluntarios, que quizá Usted no estará en Panamá. Y eso no lo puede hacer, porque nosotros lo esperamos en Panamá.
¡Si yo no voy, irá Pedro!
¡Nosotros creemos que estará Usted! Le traigo de parte de los panameños dos cosas: una camiseta con el número 17, que es su fecha de nacimiento, y el sombrero que llevan los campesinos de Panamá… Me han pedido que se lo ponga… Si quiere saludar a los panameños... Gracias.
A los panameños, muchas gracias por esto. Espero que os preparéis bien, con la misma fuerza, la misma espiritualidad y la misma profundidad con la que se han preparado los polacos, los habitantes de Cracovia y todos los polacos.
Antoine-Marie Izoard
Santidad, en nombre de los colegas periodistas, ya que me veo un poco obligado a representarlos, quisiera decir yo también un par de cosas, si me permite Santidad, sobre el padre Lombardi, para darle las gracias.
Es imposible resumir 10 años de presencia del padre Lombardi en la Sala de Prensa: con el Papa Benedicto, luego un inédito interregno y luego su elección, Santo Padre, y las sorpresas sucesivas. Lo que ciertamente se puede decir es su disponibilidad constante, el empeño y la dedicación del padre Lombardi; su increíble capacidad para responder o no a nuestras preguntas, a menudo raras, y eso es también un arte. Y luego también su buen humor un poco británico: en todas las situaciones, hasta en las peores. Y tenemos tantos ejemplos.
[Vuelto hacia el padre Lombardi] Obviamente recibimos con alegría a sus sucesores, dos buenos periodistas; pero no olvidemos que usted, además de periodista, era y sigue siendo cura y también jesuita. No dejaremos de celebrar dignamente en septiembre su salida a otros servicios, pero ya queremos felicitarle. Un deseo de feliz fiesta de San Ignacio y luego de larga vida, de 100 años, como se dice en Polonia, de servicio humilde. Stolat se dice en Polonia: ¡Stolat padre Lombardi!
Fuente: vatican.va / romereports.com.
Traducción de Luis Montoya.
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |
El trabajo como quicio de la santificación en medio del mundo. Reflexiones antropológicas |