Ella y su marido acababan de llegar de Abu Dabi el martes, cuando estallaron bombas en el aeropuerto
Lo que más recuerda Sneha Mehta no es tanto el ruido, la suciedad y el miedo. Sino la bondad de los extraños.
Ella y su marido, Sameep, acababan de llegar de Abu Dabi a Bruselas el martes, cuando estallaron bombas en el aeropuerto y el techo empezó a caerse a pedazos sobre sus cabezas.
La zona de llegadas se encuentra por debajo del nivel del suelo, y era difícil saber qué hacer. Sameep pensó en tirarse al suelo por si había un tiroteo. Pero optaron por intentar salir del lugar.
Por un momento, Sneha se imaginó muriendo allí. Pero no tuvo miedo a la muerte, dijo. Estaba con el hombre al que amaba.
Y luego pasó todo.
Afortunadamente, los Mehta conocían bien el aeropuerto. Se dirigieron al estacionamiento. Vieron gente agazapada detrás de los coches, entre sollozos, agarrotada al punto de ser incapaces de salir corriendo.
La policía y los equipos de rescate llegaron a la escena casi de inmediato, e hicieron todo lo posible por ayudar a la gente.
Ella sabía que sobreviviría. "Lo tenía muy claro", declaró Sneha. "Lo sabía con seguridad".
Todo fue por el bebé. Y es que Sneha está embarazada de 16 semanas.
Los Mehta corrieron hacia la autopista. Un taxi se detuvo a recogerlos. El conductor no sólo los llevó al hospital, sino que además les fue hablando durante todo el camino: justo lo que necesitaban en un momento así.
Y luego, en el hospital Sint Augustinus, hubo un momento hermoso: El examen de ultrasonido mostró que el bebé −los Mehta no saben todavía si es niño o niña− parecía estar sano y contento, a salvo en el vientre, chupándose el dedo pulgar.
Cuando ella y su marido llegaron a casa en Amberes, Sneha sintió la necesidad de escribir una carta a su bebé. Quizás la abra cuando el niño cumpla 16 años. Tal vez más tarde. No lo ha decidido todavía.
Pero necesitaba un escape. Y sentía la necesidad de escribir la carta, dijo, con los sentimientos todavía frescos y a flor de piel, captarlos antes de que se desvanecieran.
Hola cariño, escribió.
No sé si ya te lo dijimos en persona, pero cuando tenías 16 semanas, mamá y papá estuvieron en una explosión en el aeropuerto de Bruselas.
Y no importa dónde esté la humanidad hoy día, sólo quiero decir que la vida es algo maravilloso, y el mundo está lleno de gente impresionante.
No solo le diste a mamá y papá fe y motivos para vivir, sino también un conocimiento y una consciencia que no teníamos antes.
Me sentí más viva que nunca, y sabía que tenía que protegerte, así que estaba tranquila, compuesta y plenamente consciente de que sobreviviremos.
Cuando llegamos a emergencias en Sint-Augustinus, y te vimos tan ajeno a todo y chupándote el dedo pulgar en la ecografía, y haciendo tus acrobacias habituales, se evaporó toda la desconfianza, el odio y la angustia por el ataque terrorista.
Espero de todo corazón que nazcas en un mundo mejor, y si no, que hagas todo lo posible para que sea así.
Eres lo más precioso para nosotros, y ya has sido un héroe hoy. Creo que el mundo te ha enviado tanto amor y esperanza, que debes dedicar a devolver esa bondad.
Que siempre seas valiente y saludable. Es indescriptible lo mucho que te queremos.
Mamá y papá
Y ahora, cuando piensa en aquel martes, Sneha no se acuerda tanto de las pocas personas desfiguradas por el odio que perpetraron el ataque.
Sino en las personas de los equipos de emergencia que hacen su trabajo y más, dijo, con todo su corazón. Piensa en todos los conductores que se detuvieron a lo largo de la carretera para recoger a la gente que lloraba desesperadamente junto a la carretera.
Ella piensa en la comunidad en la que vive. "Y la gente se sigue uniendo, sin importar la raza, el color o los antecedentes", afirmó.
Piensa en todo lo que nos ofrece la vida.
"Fue algo terrible", dijo. "Pero el mundo sigue siendo maravilloso".
Don Melvin, en cnnespanol.cnn.com.
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