Y para los momentos peores tiene dos versos: “algo relacionado con los pájaros / y los lirios me salva”
Ayer me quedé hasta las dos y media leyendo compulsivamente periódicos en internet. Buscaba una noticia buena o, al menos, regular sobre la que escribir esta columna. Los maestros del género advierten que un artículo tiene que tener una idea. No más, porque varias, en tan estrecho espacio, se confunden y emborronan. Y yo, aunque tiendo a la acumulación, estoy de acuerdo. Añado por mi cuenta (¡y riesgo!) que también tiene que tener una esperanza, una luz. Que es lo que no encontraba anoche.
En las cabalgadas de las cabalgatas laicas de los ayuntamientos podemitas he visto una carga de caballería, quiero decir, de fondo. Hasta ahora los veía, desde la distancia ideológica, con cierta empatía. La crisis ha sido muy dura y hace falta una urgente regeneración política, sin duda, aunque yo la pediría en otro sentido. Pero este poner sus manos sobre los sueños de los niños y sobre las tradiciones de los mayores, y toquetearlas con aviesas intenciones para ir remodelando nuestras creencias desde dentro, me ha revelado una amenaza más seria y más malintencionada de lo que preveía. Puede decirse que me he caído del burro. O, por las fechas y el momento, del camello.
Tampoco las noticias que llegan de Alemania sobre los refugiados musulmanes tranquilizan.
Las olas de asaltos repugnantes a chicas y las agresiones a las catedrales y edificios religiosos no hacen presagiar nada bueno. Luego, la Bolsa, la guerra en Siria, las difíciles salidas a nuestra embrollada situación política, que, pase lo que pase, se dirige precipitadamente al estancamiento...
En ésas recordé uno de los libros de poesía de este año, Confiado, de Juan Antonio González Iglesias. Se abre con unos versos espléndidos de Jorge Guillén: “... rechacé / mundo lo que te sobraba / pero te guardé mi fe”. Y logra ser fiel a ese lema página tras página. El poeta se confiesa “un hombre / en creciente desacuerdo con su época”, pero a la vez defiende, desde el título, su fe en la verdad, en la bondad y en la belleza. Y en sus formas activas: la inteligencia, el heroísmo y el amor, respectivamente. Para los momentos peores tiene dos versos: “algo relacionado con los pájaros / y los lirios me salva”.
La poesía, tan relacionada con los pájaros y los lirios desde siempre, me salvó anoche. No fue escapismo, pues para eso está la poesía y por eso perdemos tanto si la expulsamos de nuestras vidas. Me acosté tranquilo, confiado.