“Este reconocimiento recibido nos ayuda a valorar lo que estamos haciendo y también es una contribución económica que va a permitir que alcancemos metas pendientes”
Vanessa Koutouan dirige el Centro Rural Ilomba, en Costa de Marfil, que atiende fundamentalmente a mujeres. Desde allí, trata de acabar con uno de los tópicos que más daño hace a las poblaciones de la zona: que «educar a una chica es perder el tiempo y dinero, porque muchas están destinadas a casarse pronto y no podrán contribuir económicamente al desarrollo de una familia y de la sociedad».
Precisamente por esto, entre otras muchas cosas, ha recibido el Premio Harambee 2015 a la Promoción y Dignidad de la Mujer Africana.
¿Cómo ha recibido este reconocimiento a su labor?
Me sorprendió mucho. Quiero aclarar que no es un premio a la persona, sino al proyecto. Nunca me había planteado que podíamos llegar a esto. Nos ayuda a valorar lo que estamos haciendo y también es una contribución económica que va a permitir que alcancemos metas pendientes.
¿Cómo nació el centro?
Fue una iniciativa del beato Álvaro del Portillo[1], que fuera prelado del Opus Dei, en su viaje a Costa de Marfil en 1989. Vio que era necesario poner en marcha algo social.
¿Qué hacen exactamente en Ilomba?
Tenemos un dispensario, una escuela para las mujeres y madres de la zona y una escuela de formación profesional para chicas. Además, ofrecemos atención primaria a todo tipo de personas: hombres mujeres, niños, niñas, ancianos... Aunque nos centramos fundamentalmente en los niños, en los mayores y en las madres, a las que ofrecemos clases de higiene y alfabetización. También formación especializada en corte y confección o cocina, ya que es una manera fácil de que puedan ganarse la vida. Nuestro proyecto ahora es una escuela para que las niñas puedan estudiar.
¿Están excluidas de la educación?
En Costa de Marfil se quiere mucho a la mujer, porque es madre, porque trabaja mucho y porque es la que lleva adelante la familia. Pero existe la mentalidad de que como se pierde para la familia cuando se casa, entonces se paga sólo la educación de los chicos y por eso ellas abandonan pronto los estudios.
Imagino que la situación en las zonas rurales es peor...
En muchos poblados, ni siquiera hay centros de educación primaria.
En cualquier caso, la mujer sigue siendo fundamental para el futuro de Costa de Marfil, ¿no?
La mujer es la que saca a la familia adelante, pero también la que emprende negocios informales como la venta en mercados, incluso sin saber leer y escribir. Si les ofrecemos más información, todo puede ser distinto; harán más cosas y gestionarán sus negocios.
¿Han recogido ya algún fruto en el Centro Ilomba?
Te cuento uno muy concreto. Al terminar las clases de costura que impartimos, las participantes, además de todo lo aprendido, se llevan su máquina de coser. Gracias a esto, un grupo de ellas ha podido establecer una especie de taller que antes no existía y así están saliendo adelante. Nosotros partimos de cosas que ellas puedan hacer, con las que puedan ganarse la vida. La cocina es una de ellas.
Europa vive una crisis económica, pero en África es permanente, ¿no?
La crisis para nosotros es permanente y, por eso, nosotros no hemos notado un cambio especial en los últimos años.
¿Se sienten abandonados por el resto del mundo o que sólo piensan en ustedes para los recursos naturales?
No nos sentimos así. Vemos que hay mucha gente que nos quiere ayudar, pero nosotros tenemos que hacer las cosas por nosotros mismos y salir adelante.
Aunque África viva peor, en felicidad y alegría no les gana nadie...
Es porque en África se vive al día. Ya teniendo para comer hoy, fenomenal.
Una crisis que sí afecta aquí y no en África es la de la natalidad. ¿Se valoran más la maternidad y los hijos?
Es un valor muy grande. La gente no sufre por tener hijos. Somos capaces de renunciar a algunas cosas por tener más hijos. Es una alegría para todos.
¿Cómo es la situación del país hoy?
Hay cierta estabilidad tras la guerra que terminó en 2011. La gente está trabajando y se están haciendo muchas cosas buenas. También el Gobierno está acertando con sus decisiones.
Siempre se habla de ayudar a África, pero, ¿qué nos aporta su continente que los países más ricos no tenemos?
Nosotros podemos enseñar que se puede ser feliz con lo que uno tiene, porque no hay que agobiarse queriendo siempre más y más. Si podemos mejorar en los estudios o en el trabajo, por ejemplo, hay que hacerlo, pero que eso no sea la razón de nuestra vida. Con lo que tenemos, podemos ser felices y hacer mucho. Otra de las cosas que podemos transmitir los africanos es la capacidad para pensar en los demás y ayudarles. Cuento una anécdota que lo expresa muy claramente. Cuando era pequeña, en mi casa éramos ocho personas, pero siempre se cocinaba para 11 ó 12 por si venía alguien más.
Fuente: larazon.es.
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