"Nuestro tiempo, cada día, los hechos de nuestra vida, nuestro destino, nuestro actuar está en las buenas manos del Señor. Esta es la gran confianza con la que continuamos"
"El verdadero regalo para mí de este día es la oración que me da la certeza de que soy aceptado desde dentro y, sobre todo, ayudado y sostenido en mi ministerio petrino, un ministerio que no puedo asumir por mi solo, sino solamente en comunión con todos los que me ayudan, también rezando, para que el Señor esté con todos nosotros y esté conmigo." Es cuánto ha dicho el Santo Padre Benedicto XVI al final del encuentro convival con los Miembros del Colegio Cardenalicio presentes en Roma, con ocasión del su 80° cumpleaños, el 16 de abril.
Agradeciendo a los presentes, el Papa ha subrayado que ha vivido no sólo "un momento de colegialidad sino de auténtica fraternidad", ya que realmente hemos experimentado que bello es estar juntos.... Estoy agradecido por esta experiencia de fraternidad que también advierto en mi vida cotidiana. Aunque no nos vemos continuamente, advierto siempre y constato la colaboración de quien me ayuda. El Colegio cardenalicio realmente ofrece un apoyo eficaz y grande al trabajo del Sucesor de Pedro".
Comentando las palabras de uno de los Salmos del Oficio de Lectura del día, "En manibus tuis sortes meae" (Sal 31/30, 16), el Papa ha evidenciado: "nuestro tiempo, cada día, los hechos de nuestra vida, nuestro destino, nuestro actuar está en las buenas manos del Señor. Esta es la gran confianza con la que continuamos, sabiendo que estas manos del Señor son sustentadas por las manos y los corazones de muchos Cardenales. Éste es para mí el motivo de la gran alegría de este día."
En su saludo, el Decano del Colegio Cardenalicio, Card. Angelo Sodano, ha presentado al Santo Padre la felicitación de los Cardenal presentes en Roma, y ha entregado a Benedicto XVI una oferta recogida entre ellos para contribuir a sus obras de caridad: "estoy muy contento de entregarle un cheque de 100.000 euros con el deseo, si es posible, de tener presentes las graves necesidades de los cristianos en Tierra Santa. Es un pequeño signo de ese ágape fraterno, de esa caridad a la que con frecuencia, Vd., Santo Padre, nos ha recordado".