Un grito de esperanza de aquel que ha sabido aprovechar los medios de comunicación para sembrar la doctrina de la Iglesia por todos los rincones del planeta
Ya han pasado dos años del fallecimiento de Juan Pablo II. Hoy, más que nunca, se suceden en mi memoria los recuerdos , las imágenes y los gestos de mi querido “Papa Wojtyla”, mientras me golpean en el corazón aquellas primeras palabras llenas de fuerza que nos dirigió al comienzo de su pontificado: “¡ABRID LAS PUERTAS A CRISTO!, ¡NO TENGAIS MIEDO!”
Unas palabras que nos dirigió a TODOS, que le acompañaron en sus innumerables viajes alrededor del mundo, que llegaron a todos los rincones de la tierra, que repitió en sus encuentros y audiencias y que, esta mañana, parece como que me las susurre al oído, despacito con una sonrisa, pero con la fuerza del que se sabe vencedor de la batalla.
“No tengáis miedo”
Un grito de esperanza de aquel que ha sabido aprovechar los medios de comunicación para sembrar la doctrina de la Iglesia por todos los rincones del planeta. Él supo como nadie apoyarse en los medios para difundir los valores religiosos y la doctrina de la Iglesia, para promover él diálogo y la cooperación, para defender los principios básicos de la dignidad humana. Quizás, solo quizás, fue por esto que se le bautizó como «El Papa de los gestos», «El Papa mediático».
“No tengáis miedo de la oposición del mundo. Jesús nos ha asegurado: Yo he vencido al mundo”
Y, también hoy, no podemos negar que, especialmente los católicos, estamos viviendo una época de persecución política y social a la que podemos llamar «La conspiración del silencio», en la que los responsables de los medios de comunicación no dejan que se oiga la voz de los que no pensamos como ellos y que disfrazan la realidad para que no se vean nuestras obras.
Por eso, tomando como ejemplo a Juan Pablo II, más que «El Magno» prefiero llamarle «El Rebelde», debemos ser valientes y decididos para hacernos oír y para que se nos vea. Es hora de salir a la calle, de hacer públicas nuestras ideas, de hacer frente a los ataques contra la vida, la familia, la educación, nuestra nación o, lo que queda de ella... Y, por supuesto, considero una «asignatura obligatoria» empeñarnos en aprovechar los medios de comunicación que tenemos a nuestro alcance, para defender los principios básicos de la dignidad humana y, difundirlos por todos los rincones del planeta.
¡No tengáis miedo!
Y como «es de buen nacido ser agradecido» no quiero pasar la ocasión de dar las gracias a mi querido Juan Pablo II. Gracias , muchísimas gracias por ayudarme a ser valiente, a reivindicar la verdad, la dignidad humana, la libertad; a condenar la injusticia, a servir, a comprender, a ser más humana... pero, sobre todo, gracias por ser un ejemplo de lucha incansable ante este gran desafío que tenemos ante nosotros y que —con tu ayuda— estoy convencida vamos a ganar.