Además de ayudar a los jóvenes a vivir más intensamente la Semana Santa, este encuentro con el Papa sirvió para preparar la Jornada Mundial de la Juventud. Los jóvenes rezaron contra el desorden moral que pone en riesgo a las personas, las familias y la sociedad.
Benedicto XVI confesó ayer tarde a jóvenes en el marco de una celebración penitencial que tuvo lugar en la Basílica de San Pedro, según dio a conocer la Oficina de Prensa del Vaticano.
Además de ayudar a los jóvenes a vivir más intensamente la Semana Santa, este encuentro con el Papa sirvió para preparar la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en todas las diócesis del mundo el próximo Domingo de Ramos.
Con esta celebración, el Papa invitó a todos los fieles católicos a acudir al sacramento del Perdón coincidiendo con el fin de la Cuaresma y el inicio de la Semana Santa, con el objetivo de "prepararse para la Pascua del Señor".
El Papa recomienda a los jóvenes castidad y confesión
Benedicto XVI recomendó "castidad" y "confesión" a los quince mil jóvenes que llegaron ayer a la Basílica para asistir a la Misa penitencial.
"Jóvenes novios vivid el noviazgo del amor verdadero, que comporta siempre el respeto muto, casto y responsable", dijo el Papa en la homilía.
Además de explicarles "la necesidad de una renovada capacidad de amar" en la forma que muestra el Evangelio, tuvo palabras acerca de la lucha contra el mal.
Benedicto XVI exhortó a sus seguidores a confesarse a menudo "para experimentar la misericordia de Dios". La confesión, les ha explicado, también les dará a conocer "la paz y la serenidad de la conciencia y el consuelo del espíritu".
Por ello, les dijo que expresaran a los sacerdotes "el dolor por los pecados cometidos, con el firme propósito de no pecar más y con la disposición de acoger con alegría los actos de penitencia que ellos se les indique para reparar el daño causado por el pecado".
Al terminar la Misa, el Papa escuchó los pecados de los jóvenes, siguiendo la tradición de su antecesor Juan Pablo II, que los Viernes santos bajaba a la Basílica para confesar.
Benedicto XVI escogió para ello el mismo confesionario de Juan Pablo II. Los jóvenes que no siguieron el acto en directo porque no había más capacidad en la Basílica fueron llevados al Aula Pablo VI, donde pudieron seguir la ceremonia en pantallas gigantes y donde rezaron en alto algunas plegarias.
Los jóvenes rezaron además "contra el desorden moral que pone en riesgo a las personas, las familias y la sociedad".