400 matrimonios de todo el mundo han acudido a un congreso en Roma para compartir ideas sobre el futuro de la familia. En una tertulia, Mons. Echeverría les ha animado a santificar su convivencia diaria y renovar el amor constantemente.
“Familias cristianas: ¿qué hacéis? ¿cómo vivis? –ha sugerido que se pregunte cada uno-. Sed una sola carne. Dad testimonio cristiano de vuestro amor, también cuando hayáis tenido un pequeño conflicto. Vuestra es la responsabilidad de transmitir a la sociedad que la familia es un camino cristiano. Comunicad a los demás que el amor matrimonial es reflejo de un amor todavía mucho más alto”.
Matrimonios de 43 países han llenado uno de los salones del hotel Parco dei Principi (Roma), donde se ha celebrado la tertulia. Por los pasillos correteaban los niños. En un carrito descansaban los más pequeños. Los presentes –padres y madres jóvenes en su mayoría- han acudido a Roma desde todo el mundo para aportar ideas sobre el matrimonio.
Los asistentes al congreso imparten en sus países de origen cursos de formación dirigidos a los esposos. Por medio del estudio de casos prácticos, transmiten ideas para afrontar los retos de la vida en común y aportar a la sociedad la felicidad que se encuentra en el matrimonio.
Los organizadores del Congreso habían pedido al Prelado del Opus Dei que les dirigiese unas palabras.
Mons. Javier Echevarría les ha hablado sobre la fidelidad, a la que se llega afrontando quizá algunos momentos difíciles: “Qué bonito es ser fiel. Es la mejor demostración de que hemos usado nuestra libertad. Sobreponeos a los momentos pasajeros de ira o de impaciencia. Sed fieles, uno con una, para siempre y abiertos a la vida”.
Animó a los presentes a ayudarse mutuamente, a mejorar y a ser pacientes: “San Josemaría Escrivá decía que tenéis que querer a vuestro cónyuge con sus defectos. Pensad, ¿cómo puedo ayudar a mi mujer, a mi marido? Si ves que tiene tal o tal defecto, quiérele como es. Acéptalo. Lo sentirás mucho más tuyo. Así, las imperfecciones del otro, os ayudarán a mejorar a vosotros”.
“No discutáis mucho: sólo lo imprescindible. Y procurad no hacerlo delante de los hijos. El que piense que tiene razón, es el que tiene que disculparse primero. Así acabaréis vuestra disputa con un abrazo. Y es mejor que no os digáis las cosas cuando estáis enfadados. Tened paciencia, esperad. Demostrad así que no sentís rencor”.
Asimismo, ha animado a demostrar el amor al propio cónyuge en pequeños detalles: “Os podéis poner el vestido o la corbata que sabéis que le gusta al otro; preguntadle, si veis que tiene ganas de contar algo... Así evitaréis el mayor peligro que amenaza el amor, que es el acostumbramiento”.
Y sobre los hijos, ha afirmado: “Sois sus principales maestros. Les educáis con vuestro ejemplo, con vuestra alegría, con vuestra puntualidad... Si queréis que adquieran unos principios, comenzad por vivirlos vosotros. Por ejemplo, si en alguna ocasión os dais cuenta de que os habéis equivocado ante ellos, pedidles perdón: os mirarán con otros ojos”.