Benedicto XVI recuerda en el ángelus que “la oración no es algo accesorio u opcional, sino una cuestión de vida o muerte. Sólo quien reza, es decir, quien se encomienda a Dios con amor filial, puede entrar en la vida eterna, que es Dios mismo”
El Evangelio del segundo domingo de Cuaresma, nos presenta el episodio de la Transfiguración del Señor (Lc 9,28-36): Jesús subió al monte a rezar junto a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan y, mientras rezaba tuvo lugar el misterio de su transfiguración. Comentando este pasaje evangélico antes del rezo del ángelus, el domingo 4 de marzo, el Papa Benedicto XVI ha puesto de relieve algunos aspectos: para los tres Apóstoles subir a la montaña suponía “quedar involucrados en la oración de Jesús, que se retiraba con frecuencia para orar... Sólo en esa ocasión, en el monte, quiso manifestar a sus amigos la luz interior que le invadía cuando rezaba”.
Otro aspecto ha sido subrayado por el Papa: Moisés y Elia aparecen junto a Jesús transfigurado y "hablaban de su muerte, que habría llevado a cumplimiento a Jerusalén" (9,31). "Por tanto, Jesús escucha la Ley y los profetas que le hablan de su muerte y resurrección- ha explicado Benedicto XVI -. En su diálogo íntimo con el Padre, no se sale de la historia, no huye de la misión para la que vino al mundo, a pesar de que sabe que para llegar a la gloria tendrá que pasar a través de la Cruz. Es más, Cristo entra más profundamente en esta misión, adhiriendo con todo su ser a la voluntad del Padre, y nos demuestra que la verdadera oración consiste precisamente en unir nuestra voluntad con la de Dios”.
A continuación, el Pontífice ha subrayado que para un cristiano " rezar no es evadirse de la realidad y de las responsabilidades que ésta comporta, sino asumirlas hasta el fondo, confiando en el amor fiel e inagotable del Señor". Antes del rezo del ángelus el Papa ha recordado que "la oración no es algo accesorio u opcional, sino una cuestión de vida o muerte. Sólo quien reza, es decir, quien se encomienda a Dios con amor filial, puede entrar en la vida eterna, que es Dios mismo". En particular Benedicto XVI ha pedido a la Virgen Maria, especialmente en este tiempo litúrgico, "que nos enseñe a rezar como hacía su Hijo para que nuestra existencia quede transformada por la luz de su presencia”.
Después del ángelus el Papa ha agradecido a los que lo han acompañado con la oración durante los Ejercicios Espirituales, animando a todos, en este tiempo cuaresmal, "a buscar el silencio y el recogimiento, para dejar más espacio a la oración y a la meditación de la Palabra de Dios". Después ha recordado la Vigila mariana del sábado 10 de marzo con los jóvenes universitarios de Roma, en la que participarán también, en conexión por radio-televisivo, numerosos estudiantes de otros Países de Europa y Asia, durante la cual "invocaremos la intercesión de Maria, Sedes Sapientiae, para que el Señor envíe testigos de la verdad evangélica, para construir la civilización del amor en estos dos Continentes y en el mundo entero".