VATICANO - El Papa en el Seminario Romano Mayor: "Eucaristía, Oficio de Lectura oración y coloquio, aunque sea breve, cada día, con el Señor, sobre sus Palabras que yo debo anunciar" son los elementos sobre que apoya la vida del sacerdote
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides)
Almudi.org
El sábado 17 de febrero el Santo Padre Benedicto XVI fue de visita al Seminario Romano Mayor con ocasión de la Fiesta de la Virgen de la Confianza. Acogido a su llegada por el Cardenal Vicario, Camillo Ruini, y el Rector del Seminario, Mons. Giovanni Tani, el Papa se recogió en oración en la Capilla que custodia la imagen original de la Virgen de la Confianza. Posteriormente, en la Capilla grande, tuvo lugar el encuentro con la Comunidad del Seminario. Después del canto de la "Salve Regina" y el saludo del Rector del Seminario, seis seminaristas, uno de cada año de formación presentaron al Papa una pregunta. Respondiendo de forma improvisada, el Santo Padre tocó diversos aspectos del ministerio del sacerdote.
Ante todo, sobre como lograr discernir la voz de Dios entre las mil voces que sentimos cada día, el Papa dijo: "Dios habla en diferentes modos con nosotros. Habla a través de otras personas, por medio de los amigos, los padres, el párroco, los sacerdotes.... Habla a través de los acontecimientos de nuestra vida, en los que podemos discernir un gesto de Dios; también habla por medio de la naturaleza, la creación, y habla, naturalmente y sobre todo, en Su Palabra, en la Sagrada Escritura, leída personalmente en la comunión de la Iglesia y leída en coloquio con Dios… es una Palabra que es vital y viva en la Liturgia… la Liturgia es el lugar privilegiado dónde la Palabra está viva, está presente, más bien donde la Palabra, el Logos, el Señor, habla con nosotros y se da en nuestras manos; si nos ponemos a la escucha del Señor en esta gran comunión de la Iglesia de todos los tiempos, lo encontramos."
Recordando su vida en el período de la formación al sacerdocio, Benedicto XVI ha subrayado como "es muy importante tener una disciplina… y inventar cada día, de nuevo, que hacer, como vivir; hay una regla, una disciplina que ya me espera y me ayuda a vivir ordenadamente este día". Entre sus preferencias, el Papa se ha mostrado “fascinado" por la figura de San Agustín y luego de la corriente agustiniana en el Edad Media: San Buenaventura, los grandes franciscanos, San Francisco de Asís. "Otro interés era la literatura: era obligatorios leer Dostoevskij, era la moda del momento, luego estaban los grandes franceses: Claudel, Mauriac, Bernanos, pero también la literatura alemana; también había una edición alemana del Manzoni: no hablaba en ese momento italiano. Así tenemos un poco en este sentido, formado nuestro horizonte humano. Un gran amor era también la música, como la belleza de la naturaleza de nuestra tierra."
Sobre el tema de la fidelidad a la vocación recibida, el Papa ha dicho que "Está bien reconocer la propia debilidad, porque así sabemos que necesitamos la gracia del Dios. El Señor nos consuela… nos demuestra que ninguno de nosotros está sencillamente a la altura de este gran don sí, a la altura de celebrarle 'in persona Christi', de vivir coherentemente en este contexto, de estar unido a Cristo en su misión de sacerdote… Esto me parece muy importante: reconocer que necesitamos una conversión permanente, que nunca hemos llegado a la meta… Y para ello es importante también el sacramento de la Reconciliación… Es importante, naturalmente, también no aislarse, no creer que puede avanzar uno sólo. Tenemos necesidad de la compañía de sacerdotes amigos, también de laicos amigos, que nos acompañan, nos ayudan. Para un sacerdote es muy importante, en la parroquia, ver cómo la gente tiene confianza en él y también experimentar con su confianza su generosidad en perdonar sus debilidades."
Citando su comentario al Vía Crucis del 2005, en el que habó de la suciedad que hay en la Iglesia, uno de los seminaristas ha preguntado al Papa como abordar con serenidad ante estas realidades. "No es una pregunta fácil - ha contestado Benedicto XVI -, pero me parece haber ya dicho, y es un punto importante, que el Señor sabe, sabía desde el principio, que en la Iglesia también hay pecado y es importante para nuestra humildad reconocer esto y ver no sólo el pecado en los otros, en las estructuras, en los altos cargos jerárquicos, sino también en nosotros mismos para ser así más humildes y aprender que no cuenta, ante el Señor, la posición eclesial, sino que cuenta estar en su amor y hacer brillar su amor."
El tema del sentido cristiano del sufrimiento y del dolor, ha sido el argumento de la penúltima pregunta. "Es justo hacer todo lo posible para vencer los sufrimientos de la humanidad y para ayudar a las personas que sufren - ha dicho el Pontífice -. Pero, al mismo tiempo, reconociendo este deber de trabajar contra los sufrimientos causados por nosotros mismos, tenemos también que reconocer y entender que el sufrimiento es una parte esencial para nuestra maduración humana… El cristianismo nos anuncia la alegría, sí; pero esta alegría sólo crece en el camino del amor y esta camino del amor tiene mucho que ver con la Cruz, con la comunión con el Cristo crucificado. Y es representado en el grano de trigo que cae en tierra. Cuando empezamos a entender y a aceptar esto, cada día, porque cada día nos impone alguna insatisfacción, algún peso que produce dolor, cuando aceptamos esta escuela de la secuela de Cristo, como los Apóstoles tuvieron que aprender en esta escuela, entonces también nos hacemos capaces de ayudar a los que sufren."
La última pregunta se refería a cómo afrontar el inicio del ministerio presbiteral y el paso del Seminario a la vida de la Parroquia. Benedicto XVI ha contestado así: "Como primer punto, es importante en la vida de pastores de la Iglesia, en la vida cotidiana del sacerdote, conservar, en la medida de lo posible cierto orden: qué no falte nunca la Misa, sin la Eucaristía el día está incompleto,… que no sea un deber profesional sino realmente un deber que se siente interiormente. Otro punto importante es tomarse tiempo para la Liturgia de las Horas y así para esta libertad interior: con todos los pesos que hay, esta nos libera y también nos ayuda a estar más abiertos y a estar en contacto profundo con el Señor… No me atrevo ahora a dar demasiados consejos, porque la vida en la gran ciudad de Roma es un poco distinta de la que yo he vivía hace 50 años en nuestra Baviera. Pero pienso que lo esencial es precisamente esto: Eucaristía, Oficio de Lectura, oración y coloquio, aunque breve, cada día, con el Señor, sobre sus Palabras que yo debo anunciar. Y no perder nunca, por una parte, la amistad con los sacerdotes, la escucha de la voz de la Iglesia viva y, naturalmente, la disponibilidad para la gente que me ha sido confiada, porque de esta gente, con sus sufrimientos, sus experiencias de fe, sus dudas y dificultades, nosotros también podemos aprender, buscar y encontrar a Dios. Encontrar a nuestro Dios Jesucristo". Como conclusión del encuentro el Santo Padre ha dirigido el rezo del ángelus y ha impartido la Bendición Apostólica.