Ciudad del Vaticano (Agencia Fides)
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Después de haber encontrado, el miércoles 14 de febrero, a la Conferencia Episcopal y a los fieles de las Marcas en la Basílica Vaticana, el Papa Benedicto XVI ha ido al Aula Pablo VI, dónde le esperaban grupos de peregrinos y fieles procedentes de todas las partes del mundo. En la catequesis el Papa se ha detenido en el tema "Las mujeres al servicio del Evangelio". Al término del recorrido realizado en las anteriores audiencias generales sobre los testigos del cristianismo naciente, Benedicto XVI ha querido dedicar la última etapa "a las numerosas figuras femeninas que han desempeñado un efectivo y precioso papel en la difusión del Evangelio. Su testimonio no puede ser olvidado… El Señor quiere que estos testigos del Evangelio, estas figuras que han dado su contribución para que creciera la fe en Él, sean conocidas y su memoria permanezca viva en la Iglesia".
Distinguiendo el papel de las mujeres en el Cristianismo primitivo en dos fases, durante la vida terrena de Jesús y durante los hechos de la primera generación cristiana, el Papa ha subrayado que "además de los Doce, columnas de la Iglesia, padres del nuevo Pueblo de Dios, fueron también escogidas muchas mujeres en el número de los discípulos". A continuación ha nombrado brevemente a las mujeres que se encontraban en el camino de Jesús: la profetisa Ana, la Samaritana, la mujer siro-fenicia, el hemorroisa, la pecadora perdonada, las protagonista de algunas parábolas… “Más significativas para nuestro argumento son aquellas mujeres que desempeñaron un papel activo en el marco de la misión de Jesús. - ha continuado el Papa -. En primer lugar, el pensamiento se dirige naturalmente a la Virgen María, que con su fe y su obra maternal colaboró de manera única en nuestra Redención… Hay, además, varias mujeres, que de diferentes maneras gravitaron en torno a la figura de Jesús con funciones de responsabilidad. Son ejemplo elocuente las mujeres que seguían a Jesús para servirle con sus bienes. Lucas nos ofrece algunos nombres: María de Mágdala, Juana, Susana, y ‘otras muchas’. Después, los Evangelios nos dicen que las mujeres, a diferencia de los Doce, no abandonaron a Jesús en la hora de la Pasión. Entre ellas destaca en particular la Magdalena, que no sólo estuvo presente en la Pasión, sino que se convirtió también en la primera testigo y anunciadora del Resucitado”.
El Apóstol Pablo admite como algo normal que en la comunidad cristiana la mujer pueda "pronunciarse abiertamente bajo el influjo del Espíritu, condición de que sea para la edificación de la comunidad y de una manera digna. Por tanto, hay que relativizar la famosa exhortación «las mujeres cállense en las asambleas»". El Papa ha recordado a continuación la figura de Prisca o Priscilla, esposa de Áquila, los esposos colaboradores de San Pablo en la evangelización. Después la Carta a Filemón, que está dirigida también "en realidad por Paolo a una mujer llamada 'Affia'… en la comunidad de Colosas ella debía ocupabar un puesto de relieve". En otro lugar el apóstol menciona a una cierta 'Febe', que revistió un papel de responsabilidad en la comunidad cristiana de Cencreas, y también recuerda otros nombres de mujeres: cierta Maria, luego Trifena, Trifosa, y Pérside, además de Julia, subrayando su fuerte compromiso eclesial. En la Iglesia de Filipos se distinguieron también dos mujeres llamadas Evodia y Síntique.'
"La historia del cristianismo habría tenido un desarrollo bien diferente si no se hubiera dado la aportación generosa de muchas mujeres" ha subrayado el Santo Padre, que recordando de nuevo la alabanza y el agradecimiento a la mujer expresados por Juan Pablo II en la Carta apostólica Mulieris dignitatem, ha concluido su catequesis: "Nosotros también nos unimos a este aprecio, dando gracias al Señor porque Él conduce a su Iglesia, de generación en generación, sirviéndose indistintamente de hombres y mujeres, que saben hacer fecunda su fe y su bautismo para el bien de todo el Cuerpo eclesial para mayor gloria de Dios".