«Ni siquiera al más pequeño»… «y mucho menos cuando presenta graves discapacidades»
Almudi.orgCIUDAD DEL VATICANO, domingo, 4 febrero 2007 (ZENIT.org).- «La vida, que es obra de Dios, no debe negarse a nadie, ni siquiera al más pequeño e indefenso», afirmó Benedicto XVI este domingo. Al celebrar la Jornada por la Vida, convocada en Italia por la conferencia episcopal de ese país, el pontífice dedicó su intervención dominical con motivo del Ángelus a comentar el significado de esta iniciativa, q...
«Ni siquiera al más pequeño»… «y mucho menos cuando presenta graves discapacidades»
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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 4 febrero 2007 (ZENIT.org).- «La vida, que es obra de Dios, no debe negarse a nadie, ni siquiera al más pequeño e indefenso», afirmó Benedicto XVI este domingo.
Al celebrar la Jornada por la Vida, convocada en Italia por la conferencia episcopal de ese país, el pontífice dedicó su intervención dominical con motivo del Ángelus a comentar el significado de esta iniciativa, que en este año llevaba por tema: «Amar y desear la vida».
Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo al rezar la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, algunos de ellos llevaban pancartas con la foto de un bebé en la que reivindicaba sus «derechos humanos».
El Santo Padre, en su alocución, lanzó un llamamiento a los «hombres y mujeres de buena voluntad para que acojan el grande y misterioso don de la vida».
«La vida, que es obra de Dios, no debe negarse a nadie, ni siquiera al más pequeño e indefenso nascituro, y mucho menos cuando presenta graves discapacidades», afirmó.
Asimismo, invitó «a no caer en el engaño de pensar que se puede disponer de la vida hasta legitimar su interrupción con la eutanasia, enmascarándola quizá con un velo de piedad humana».
Recordando que la diócesis de Roma comenzó este domingo la «Semana de la vida y de la familia», el pontífice constató que «la familia, fundada en el matrimonio, constituye el ambiente natural para el nacimiento y para la educación de los hijos, y por tanto para asegurar el porvenir de toda la humanidad».
«Sin embargo --reconoció--, sabemos también que atraviesa una profunda crisis y que tiene que afrontar numerosos desafíos».
«Por tanto --añadió, es necesario defenderla, tutelarla y valorarla en su carácter único e irrepetible».
El obispo de Roma subrayó que «este compromiso compete en primer lugar a los esposos», pero reconoció que «también es prioritario deber de la Iglesia y de toda institución pública apoyar a la familia a través de iniciativas pastorales y políticas, que tengan en cuenta las necesidades reales de los cónyuges, de los ancianos y de las nuevas generaciones».
El Papa concluyó rezando para que «se tome cada vez mayor conciencia de las auténticas exigencias familiares, y aumente el número de quienes contribuyen a realizar en el mundo la civilización del amor».