29-Enero-2007 -- Servicio Informativo del Vaticano
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CIUDAD DEL VATICANO, 27 ENE 2007 (VIS).-Benedicto XVI recibió esta mañana al decano y a los jueces, oficiales y colaboradores del Tribunal Apostólico de la Rota Romana, con motivo de la inauguración del año judiciario.
Al comienzo de su discurso, el Santo Padre afirmó que "la expresión "verdad del matrimonio" pierde consistencia en un contexto cultural marcado por el relativismo y el positivismo jurídico, que consideran...
29-Enero-2007 -- Servicio Informativo del Vaticano |
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CIUDAD DEL VATICANO, 27 ENE 2007 (VIS).-Benedicto XVI recibió esta mañana al decano y a los jueces, oficiales y colaboradores del Tribunal Apostólico de la Rota Romana, con motivo de la inauguración del año judiciario.
Al comienzo de su discurso, el Santo Padre afirmó que "la expresión "verdad del matrimonio" pierde consistencia en un contexto cultural marcado por el relativismo y el positivismo jurídico, que consideran el matrimonio como una mera formalización social de vínculos afectivos. Por eso, no sólo se convierte en contingente, como pueden ser los sentimientos humanos, sino que se presenta como una superestructura legal que la voluntad humana podría manipular a su gusto, privándola incluso de su índole heterosexual".
El Papa llamó la atención frente a quienes piensan que la doctrina del Concilio Vaticano II sobre el matrimonio y concretamente la descripción de este instituto como "intima communitas vitae et amoris" deba llevar a negar la existencia de un vínculo conyugal indisoluble, porque se trataría de un "ideal" al que no pueden estar "obligados" los "cristianos normales".
Tras poner de relieve que "la verdad antropológica y salvífica del matrimonio -también en su dimensión jurídica- es presentada ya en la Sagrada Escritura: "Hombre y mujer los creó. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne". "Por tanto, lo que Dios ha unido, el hombre no lo separe", dijo: "Las citas del Génesis vuelven a proponer la verdad matrimonial del "principio", aquella verdad cuya plenitud se halla en relación con la unión de Cristo con la Iglesia".
"Cada matrimonio -continuó- es fruto del libre consenso del hombre y de la mujer, pero su libertad traduce en acto la capacidad natural inherente a su masculinidad y feminidad. (...) La indisolubilidad del matrimonio no deriva del compromiso definitiva de los cónyuges sino que es intrínseca a la naturaleza del "potente vínculo establecido por el Creador". Los contrayentes se deben comprometer para siempre precisamente porque el matrimonio es así en el designio de la creación y de la redención".
Benedicto XVI subrayó que "frente a la relativización subjetiva y libertaria de la experiencia sexual, la tradición de la Iglesia afirma con claridad la índole naturalmente jurídica del matrimonio, es decir, su pertenencia por naturaleza al ámbito de la justicia en las relaciones interpersonales". En este contexto, afirmó que "el derecho enlaza realmente con la vida y con el amor. (...) El amor es en los esposos el fruto de su libre querer el bien del otro y de los hijos; lo cual, es también una exigencia del amor hacia el propio verdadero bien".
Ante el peligro de interpretar equivocadamente las normas canónicas vigentes, el Santo Padre alentó a reaccionar "con valentía y confianza, (...) sin dejarse seducir por vías interpretativas que implican una ruptura con la tradición de la Iglesia".
"La contribución de los tribunales eclesiásticos a la superación de la crisis de sentido sobre el matrimonio, en la Iglesia y en la sociedad civil, podría parecer a algunos más bien secundario. Sin embargo, precisamente porque el matrimonio tiene una dimensión intrínsecamente jurídica, el ser servidores prudentes y convencidos de la justicia en este delicado e importantísimo campo tiene un valor de testimonio muy significativo y de gran ayuda para todos".
Dirigiéndose a los prelados auditores, el Papa les recordó que en su campo "la responsabilidad por la verdad es especialmente necesaria en nuestros tiempos. Siendo fieles a vuestra tarea, procurad que vuestra acción se inserte armónicamente en un descubrimiento global de la belleza de aquella "verdad sobre el matrimonio" -la verdad del "principio"- que Jesús nos ha enseñando y que el Espíritu Santo nos recuerda continuamente en la Iglesia de hoy".