Los Estados que se oponen a la familia prefieren el término mujer como sustitutivo de madre
Ángel García Dorronsoro, La Gaceta de los negocios, 27 de enero de 2007
Almudi.org
DEL artículo que incluía una reflexión sobre la mujer quedó excluida Paula, por razones de espacio, y con ella unas consideraciones que la acompañan en mi memoria.
Había estado yo en una boda y el sacerdote preguntó a las niñas que llevaban las arras por sus planes de futuro y una contestó: “Voy a ser médico”; un canal de televisión realiza una encuesta entre niños y, analizando sus dibujos, la presentadora, que debe de ser también psicólogo, concluye que una gran mayoría de los niños y las niñas quieren ser millonarios. Paula me pareció que hablaba sin segundas intenciones; sin intenciones, diría yo, y que no había detrás de lo que decía más que lo que ella estaba viendo con su mirada honda y asombrada, por lo que su testimonio me pareció importante; tenía Paula tres años y me contaron que, interrogada sobre su futuro, contestó que quería ser madre y tenía ya elegidos los nombres de sus hijos.
Existe quizás un feminismo radical que considera que la vida, o la historia, si se prefiere, son injustas con la mujer, porque “el sexo es un juego” que puede tener un resultado que no se desea y es la aparición de un niño, que por mucho que se la libere va a pesar sobre todo en la vida de la mujer. Hay países que ponen al alcance de los niños (yo las conocí porque un amigo psiquiatra me las envió) unas instrucciones muy detalladas para que vivan sin preocupaciones “un sexo seguro”. Las instrucciones que me pasó el psiquiatra eran muchas y la edición parecía costosa, como algunas publicaciones que se hacen con fondos públicos. Un juego que hay que jugar con tantas precauciones es lógico que infunda miedo al fruto principal del juego, y que en el alma de la jugadora la palabra madre suene con un sonido inquietante y temible.
En foros internacionales está teniendo lugar una progresiva transformación del lenguaje: en el IV Congreso Mundial de las Mujeres en Pekin de 1995, el término “maternidad “ fue sustituido por “mujeres en procreación”. Pero los grupos y los Estados que se oponen a la familia y al papel principal de madre que tiene la mujer prefieren el término mujer como sustitutivo de “madre”; “mujer” es ahora el término más usado en contextos internacionales, e incluso cuando se habla del trabajo de la madre se prefiere la expresión “mujeres con hijos”. (Esta información está tomada de un trabajo-informe publicado por Janne Haaland Matlary, secretaria de Estado de Asuntos Exteriores de Noruega, que ha representado a su país en distintos organismos internacionales).
LA verdad es que he tratado poco a los niños y casi nunca he estado con un niño diez minutos seguidos; he escuchado a bastantes madres y padres que me contaban las cosas de sus hijos buscando alguna orientación; ¿ quizás por eso tengo la impresión de que son muy inteligentes y miran la vida desde un observatorio privilegiado? Les he oído hacer preguntas extraordinarias y manifestar deseos que luego quizás la vida les cambia por otros menos elevados.
A lo mejor también Paula va a ser médico, o millonaria, y muchos más niños la pueden acompañar en ese final; incluso no me extrañaría que llegue a ser una artista muy sobresaliente... Que quiera seguir siendo madre seguramente depende de nosotros.
Comenté con un amigo jurista estas ideas y me dice que se nota en muchos ambientes —él trabaja en el Consejo de Estado— una marginación de la mujer-mujer, no de la mujer equivalente al varón en el mundo igualitario del trabajo. Muchas feministas luchadoras que quizás temen que la condición de madre explique la presunta inferioridad histórica de la mujer y no luchan de verdad contra el aborto o incluso lo promueven ¿son conscientes de que sitúan a la mujer en un mundo cultural, que lleva inscritas las reglas que garantizan la victoria del hombre? La victoria y la soledad.
Dice mi amigo el jurista que, en muchos ambientes laborales y sociales, la mujer no está discriminada en absoluto: están discriminadas la madre y la esposa. Merece la pena pensar con esperanza en esta sociedad para seguir confiando en la mujer. Hay Paulas que preparan el relevo. Además, el lenguaje no es cosa de los foros internacionales solamente, sino también de la calle, la lengua con la que hablamos a nuestro vecino, y siempre podemos decir alegre y amistosamente: madre, hijos, padre, familia, esposa, marido...