Homilía en Santa Marta
En el Evangelio de hoy Jesús anuncia a los discípulos el Espíritu Santo: Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad (Jn 16,12-13). El Señor habla del futuro, de la Cruz que nos espera, y del Espíritu que nos prepara para dar testimonio cristiano. O sea, nos habla del escándalo de las persecuciones, del escándalo de la Cruz. La vida de la Iglesia es un camino guiado por el Espíritu que nos recuerda las palabras de Jesús y nos enseña las cosas que Jesús no pudo decirnos. El Espíritu Santo es, pues, compañero de camino y también nos defiende del escándalo de la Cruz. Porque la Cruz es escándalo para los judíos, que piden señales, y necedad para los griegos, o sea, los paganos que piden sabiduría, ideas nuevas (cfr. 1Cor 1,18ss). En cambio, los cristianos predicamos a Cristo crucificado (1Cor 1,23). Así prepara Jesús a sus discípulos para que no se escandalicen de la Cruz de Cristo: os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios (Jn 16,2). Hoy somos testigos de los que matan cristianos en nombre de Dios, porque son infieles, según ellos.
Precisamente ayer tuve una conversación telefónica con el Patriarca copto Tawadros, porque era el día de la amistad copto-católica, y me acordé de sus fieles que fueron decapitados en la playa por ser cristianos. Fieles que, por la fuerza que les dio el Espíritu Santo, no se escandalizaron, sino que murieron con el nombre de Jesús en los labios. Esa es la fuerza del Espíritu para dar testimonio. Esa es la Cruz de Cristo: actuarán de ese modo porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí (Jn 16,3). Si a mí me han perseguido –dice Jesús–, también a vosotros os perseguirán (Jn 15,20). Pero, por favor, no os escandalicéis; el Espíritu os guiará para que lo entendáis.
Sí, es verdad, eso es precisamente el martirio, el testimonio supremo. Pero también está el testimonio de cada día, el testimonio de hacer presente la fecundidad de la Pascua que nos da el Espíritu Santo, que nos lleva a la verdad plena, a la verdad completa, y nos ayuda a recordar lo que Jesús nos dijo. Un cristiano que no se toma en serio esta dimensión martirial de la vida es que todavía no ha entendido el camino que Jesús nos enseñó: camino martirial de cada día; camino martirial por defender los derechos de las personas; camino martirial por defender a los hijos: padres y madres que defienden a su familia; camino martirial de tantos enfermos que sufren por amor a Dios. Todos tenemos posibilidad de sacar adelante esa fecundidad pascual en el camino martirial, sin escandalizarnos.
Pidamos al Señor la gracia de recibir el Espíritu Santo que nos hará recordar las cosas de Jesús, que nos guiará a la verdad completa y nos preparará cada día a dar ese ejemplo, a dar ese pequeño martirio de cada día, o un gran martirio, según la voluntad del Señor.