Homilía del Papa en Santa Marta
En el Evangelio de hoy Jesús nos pide que permanezcamos en su amor (cfr. Jn 15,9). Hay dos criterios que nos ayudarán a distinguir el verdadero del falso amor.
1. El primer criterio es que el amor está más en los hechos que en las palabras, que no es un amor de telenovela, ni una fantasía, ni cuentos que nos aceleran un poco el corazón, pero nada más. ¡Está en los hechos concretos! Jesús advertía a los suyos: No todo el que dice ¡Señor, Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre (Mt, 7,21), el que cumpla mis mandamientos. Es decir, que el verdadero amor es concreto, está en las obras, y es un amor constante, no un simple entusiasmo. Incluso muchas veces es un amor doloroso: pensemos en el amor de Jesús llevando la cruz. Son las obras de amor que Jesús nos enseña en el capítulo 25 de San Mateo. Y quien ama lo hace: el protocolo del juicio. Tuve hambre y me disteis de comer, etc. (cfr. Mt 25,35). Cosas concretas, como también son concretas las bienaventuranzas, que son el programa pastoral de Jesús. De hecho, una de las primeras herejías que hubo en el cristianismo fue la del pensamiento gnóstico, que hablaba de un Dios lejano, pero no había nada concreto. En cambio, el amor del Padre fue concreto: envió a su Hijo, hecho carne, para salvarnos (cfr Jn 3,17).
2. El segundo criterio del amor es que se comunica, no permanece aislado. El amor da de sí mismo y recibe, se produce esa comunicación que hay entre el Padre y el Hijo, comunicación que hace el Espíritu Santo. No hay amor sin comunicarse, no hay amor aislado. Quizá alguno pueda preguntarme: ¡Pues los monjes y las monjas de clausura están aislados! Pero se comunican… y tanto: con el Señor, también con los que van a buscar una palabra de Dios… El verdadero amor no puede aislarse. ¡Si está aislado, no es amor! Es una forma espiritualista de egoísmo, de quedarse encerrado en sí mismo, buscando el provecho propio… Es egoísmo.
3. Permanecer en el amor de Jesús significa hacer cosas concretas y capacidad de comunicarse, de diálogo, tanto con el Señor como con nuestros hermanos. Así de simple…, pero no tan fácil. Porque el egoísmo, el interés propio, nos atrae, y nos atrae precisamente para no hacer nada y para no comunicarnos. ¿Qué dice el Señor de los que permanecerán en su amor? Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud (Jn 15,11). El Señor, que permanece en el amor del Padre, está alegre, y si vosotros permanecéis en mi amor, vuestra alegría será plena: una alegría que muchas veces viene con la cruz. Pero esa alegría —Jesús mismo nos lo dijo— nadie os la podrá quitar (cfr Jn 16,22). Que el Señor nos conceda la gracia de la alegría, de esa alegría que el mundo no puede dar.