El gesto humilde de la renuncia del Papa Benedicto abrió un camino nuevo, que ahora el Papa Francisco quiere seguir recorriendo bajo el impulso del Espíritu. Como él mismo lo señaló desde el balcón de San Pedro: un camino que involucra a todos, al obispo y al pueblo
Conferencia del P. José Medina, autor del libro Francisco, el Papa de todos, pronunciada el día 22 de enero de 2014 en el Aula Magna del Seminario Conciliar de Barcelona durante las 49 Jornadas de Cuestiones Pastorales de Castelldaura, que publicamos agradeciendo la autorización de sus organizadores:
El primer Papa que viene de las Américas es el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, de 77 años, Arzobispo de Buenos Aires desde 1998. Hombre sencillo, sobrio, de carácter reservado y profundamente humano. Se trata de una figura eclesiástica prominente en su país y en todo latinoamérica y un pastor sencillo y muy querido en su diócesis, que la ha recorrido por todas partes, siempre viajando en metro y autobús.
«Mi pueblo es pobre y yo soy uno de ellos», dijo en una ocasión para explicar la elección de vivir en un departamento privado y no en el Palacio Arzobispal y prepararse la cena solo. A sus sacerdotes les ha recomendado siempre abrir a los fieles las puertas de la misericordia, con coraje y teniendo ellos una gran apertura de corazón. Lo peor que le puede suceder a un hombre de Iglesia, explicó, en algunas circunstancias, «es ponerse uno mismo en el centro de todo, y no ponerlo a Jesucristo». Y cuando se refiere a la justicia social, invita a leer el Catecismo de la Iglesia, los Diez Mandamientos y las Bienaventuranzas. A pesar del carácter reservado se convirtió en un punto de referencia en Argentina por su postura ─entre otras muchas─ durante la crisis económica que sacudió al país en 2001.
En su única experiencia como párroco (1980-1986) fundó cuatro iglesias y tres comedores infantiles. Allí, una vez más y como siempre en su vida tenía una pastoral social concreta. «Los momentos más lindos como cura son los que pasé con la gente. Eso me queda siempre en el corazón, el haber caminado junto a un pueblo que busca a Jesús».
Se destacó siempre por su gran humanidad y cercanía, en defensa de los más pobres. Era el primero en ir a celebrar misas con los cartoneros y visitaba las zonas más pobres de la ciudad. Ayudaba económicamente de su bolsillo a prostitutas y necesitados, y cuidaba personalmente a enfermos.
Como arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires ─casi tres millones de personas─ rezó, pensó e ideó un proyecto misionero centrado en el compañerismo y evangelismo. Los cuatro objetivos principales: liderazgo, comunidad abierta y fraternal de los laicos conscientes; evangelización frente a todos los habitantes de la ciudad, la asistencia a los pobres y a los enfermos. Invitó a los sacerdotes y a los laicos a trabajar juntos. En septiembre de 2009 lanzó campaña nacional de solidaridad para el bicentenario del país: 200 obras de caridad que deben alcanzarse para el año 2016.
A los 76 años y con palabras muy suyas, aceptó el ministerio petrino, diciendo: «Soy un gran pecador. Confiando en la misericordia y en la paciencia de Dios, en el sufrimiento, acepto». Antes de impartir la bendición Urbi et Orbi, ha solicitado un favor de “obispo a su pueblo”, que es rezar por él. Durante su discurso, el nuevo Pontífice Francisco ha remarcado que «se inicia un camino juntos su obispo y su pueblo” un camino “de fraternidad, amor y confianza mutua».
¿Por qué Francisco? «Les contaré la historia. Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el clero, el cardenal Claudio Hummes: un gran amigo, un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba», recordó. El Papa señaló que «cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: “No te olvides de los pobres”».
«Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos». El Santo Padre señaló que «Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís».
«Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no? Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre. ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!», manifestó a corazón abierto.
“Pobres”, “pobreza”, “opción preferencial por los pobres”, ¿qué es esta realidad en el pensamiento del Papa Francisco? Los “pobres” tienen para él hoy nuevos nombres: “explotados”, “sobrantes”, “desechables”: «Con la exclusión social queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos ─con quienes tenemos la deuda─ no son solamente “explotados” sino “sobrantes” y “desechables”. La cultura actual tiende a proponer estilos de ser y de vivir contrarios a la naturaleza y dignidad del ser humano. El impacto dominante de los ídolos del poder, la riqueza y el placer efímero se ha transformado, por encima del valor de la persona, en la norma máxima de funcionamiento y el criterio decisivo en la organización social».
El gesto humilde de la renuncia del Papa Benedicto abrió un camino nuevo, que ahora el Papa Francisco quiere seguir recorriendo bajo el impulso del Espíritu. Como él mismo lo señaló desde el balcón de San Pedro: un camino que involucra a todos, al obispo y al pueblo. Un camino de Iglesia peregrina. Una esperanza para la humanidad, especialmente para los olvidados. Así el Evangelio se muestra como una palabra viva, capaz de seguir hablando al corazón de todos los hombres.
José Medina
Es sacerdote, periodista y escritor. Licenciado en Teología Espiritual en la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid. Nació en San Martín, Mendoza, (Argentina), en 1963. Ordenado sacerdote por Mons. Juan Rodolfo Laise en 1991, de quien fue Delegado Episcopal de Comunicación Social. Ha escrito para diversos medios gráficos de Argentina y España, recibiendo en 1994 el Premio “Santa Clara de Asís” por sus escritos periodísticos. Tuvo a su cargo las parroquias: “San Charbel” (San Luis), “Nuestra Señora del Carmen” (Wilde), “Nuestra Señora de Fátima” (Valentín Alsina) y “Nuestra Señora de las Angustias” (Aranjuez, España). En la Diócesis de Avellaneda-Lanús, Buenos Aires, ha sido Delegado de Prensa y Difusión, y en 2003 fue nombrado Secretario Ejecutivo de la Comisión Episcopal de Comunicación Social del Episcopado Argentino. Realizador de programas en radio y televisión. Ha publicado siete libros entre ellos “Benedicto XVI, el Papa del Nuevo Milenio” y “Francisco, el Papa de todos”. Además de la Licenciatura, ha realizado un Máster en Mística y Ciencias Humanas. Capellán y Confesor Auxiliar del Santuario de Lourdes, Francia. Actualmente reside en la Diócesis de Cádiz y Ceuta, España, donde es el Director Espiritual del Seminario Mayor Diocesano “San Bartolomé”, es Capellán de las Religiosas de María Inmaculada y tiene a su cargo programas de evangelización en Radio María España y Cadena Cope Cádiz.
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