Introducción, o lo que es lo mismo, esclarecimiento de los motivos por los que escribo este artículo
Escribo este artículo [2] desde la tristeza y la esperanza. Desde la tristeza —cuyo continente es mi cuerpo y mi mente— porque así de sencillo, pensamos con las emociones. Porque lo sensible y lo inteligible —en vinculación concreta e indisoluble— dan cuenta cabal del hombre: de sus conflictos y sus anhelos. Porque la mente es la metáfora del cuerpo. Porque mi mente en mi cuerpo lloran ahora, se encogen y están inmisericórdemente lastimados. Porque los acontecimientos del mundo, de nuestra América y de mi patria, México, me sofocan, me estremecen, me conmocionan y me desbarrancan. Porque con registros oficiales, que son fríos y lacónicos, la Organización Mundial de la Salud, en fechas recientes nos ha comunicado que México es el país de entre todos los del mundo que alcanzó el primer lugar en incremento de suicidios infantiles [3] pasando en las dos últimas décadas del 5% al 62%. [4]
Escribo desde la esperanza porque la única herida que me queda sana y ventilada, en un supremo esfuerzo y juntando toda mi carne y mis emociones y mi mente, quiero que se abra a la esperanza. ¿Pero cuál esperanza? Aquella esperanza que significa esperar creando lo posible y retando lo imposible. Aquella esperanza, que al filo de los días se va haciendo plena de tanto esperar; la que luchando contra todo esperar, contra lo inesperado y más allá, se empeña en creer que si existe más bien el ser y no la nada es porque el proyecto ético y espiritual del hombre, que le da sentido a todo, consiste en buscar —siempre un paso más allá— los caminos donde se encuentran la verdad y la vida, afirmándose y vivificándose mutuamente.
Construyendo un camino hacia la interdisciplina y la transdisciplina
Basarab Nicolescu, físico teórico del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, del laboratorio de Física Nuclear y de Altas Energías de la Universidad Pierre y Marie Curie y cofundador con René Berger del Grupo de Estudio sobre la Transdisciplina en la UNESCO (1992), lúcidamente hace el siguiente diagnóstico de nuestra situación actual, apuntando al mismo tiempo algunos caminos de solución:
¿Por qué, impotentes, asistimos al espectáculo inquietante de una fragmentación cada vez más acelerada, de una autodestrucción que no se atreve a pronunciar su nombre? Por qué ha sido ignorada y ocultada la sabiduría de los sistemas naturales? Acaso hemos llegado a convertirnos en payasos de lo imposible, manipulados por una fuerza irracional que nosotros mismos hemos puesto en marcha?
Los signos de una nueva barbarie, como lo ha escrito Michel Henry, son perceptibles en todas las partes del mundo. La fuente de la nueva barbarie a nuestro parecer reside en la mezcla explosiva entre el pensamiento binario, aquella que excluye un tercero... y una tecnología sin ninguna perspectiva humanista. En todo caso, una nueva objetividad parece emerger de la ciencia contemporánea, una objetividad que no está ligada más a un solo objeto sino a la interacción sujeto–objeto. Parecería necesario inventar nuevos conceptos. Se podría hablar de la objetividad subjetiva de la ciencia y de la subjetividad objetiva de la Tradición. [...] La oportunidad del hombre contemporáneo consiste entonces en apostar para que dentro de su ser vivan a la vez los dos polos de una contradicción fértil.
Racional e irracional, materia y conciencia, materia y espíritu, finalidad y no–finalidad, orden y desorden, azar y necesidad, etcétera, son palabras desgastadas, marchitas, devaluadas, prostituidas, fundamentadas en una visión clásica de la realidad, en desacuerdo con los hechos. [...] Unidad y diversidad pueden coexistir en la nueva racionalidad. [...] Me parece que la única manera de evitar estas deformaciones puede ser una investigación verdaderamente transdisciplinar, paciente, abierta, tolerante, de largo impulso, abierta a las mejores competencias y fundada en el rigor científico y espiritual. [...] La nueva racionalidad y la nueva espiritualidad, en diálogo con el Misterio irreductible del mundo, tendrán ciertamente un nacimiento difícil. [5]
Aquí tenemos uno de los grandes retos del siglo XXI: salir de nuestra caverna, romper con nuestra visión parroquial, tomar conciencia de los límites del conocimiento confiable y orientarnos hacia un conocimiento robusto [6] que es responsable socialmente y sensible a los contextos. Lo que a continuación sigue en este escrito es el recuento de un largo y personal itinerario interdisciplinario que lejos de afincarse en lo insular y en lo delimitado artificialmente, valora la interdisciplina y la transdisciplina como una meta a lograr. Es decir, pone énfasis en los isomorfismos, las interconexiones, las interacciones que atravesando fronteras buscan —no sin polémicas e incertidumbre— hibridación, coherencia, acuerdos y diálogo entre lo local y lo global. Bajo esta inspiración intento construir un nuevo paisaje donde todo está en relación con el hombre y éste, en contacto con la naturaleza, busca darle nuevamente a la historia cauce, orden y dirección. En esta reorientación de la historia, la esfera de lo íntimo y lo familiar forma ahora una parte sustancial de la agenda de lo público y lo político. [7]
Los tres elementos de este estudio y su lógica interna: familia, desarrollo y cambio social
Primer elemento de la tríada: ¡familia!
Escribo sobre la familia porque creo que a pesar de todas las convulsiones que hoy la sacuden, sigue siendo el escenario más importante del desarrollo humano, espacio único para el cultivo de la imaginación, la capacidad de adaptación y el sentido de logro; motor del desarrollo regional y base de lanzamiento para fortalecer las instituciones de todo tipo. Más aún, las próximas décadas de este siglo conocerán un viraje en el pensamiento: el ámbito de la intimidad se convertirá en un espacio de significación para renovar la esfera de lo político. Los valores universales que se viven en la familia —a pesar de sus crisis y más allá de ellas— como inmanencia de la trascendencia, [8] iluminarán las instancias desgastadas, desarticuladas y desprestigiadas de la política.
Cuando hablo de "familia" deseo señalar que mi postura se orienta, con legitimidad y validez, a incluir tanto las dimensiones universales como los aspectos nativos de las diferentes formas, estilos y estructuras familiares que se encarnan en las muy variadas culturas. Ambas dimensiones están contempladas tanto en mi enfoque, como en las propuestas y políticas que de él se derivan. En otras palabras, no sostengo el modelo unitario de familia. [9]
Segundo elemento de la triada: ¡desarrollo!
Ningún concepto en el siglo XX tan manoseado como confuso; tan mal utilizado como mediocremente comprendido; tan ambiguo como intrusivo. En su nombre y bajo su protección se han cometido grandes abusos que lejos de llamarse "simplificación", "indefinición", "externalidades", "proteccionismo", "utilitarismo", etcétera, deben catalogarse tajantemente como atropello a la identidad individual y grupal y como negación de la diferencia histórica y cultural de los pueblos y las comunidades. [10]
Por otra parte el reduccionismo de muchos profesionistas que utilizan este concepto se ha encargado de hacer de él una serie de compartimentos sin ningún vínculo coaligante y sin ninguna interacción dinámica. Y así, cada comunidad de investigadores (desde los psicólogos y los antropólogos hasta los economistas y los especialistas en políticas públicas) hablan —obviamente con visión miope y método estrecho que suena más bien a 'definición operacional'— [11] de desarrollo económico, desarrollo ecológico, desarrollo regional, local, municipal, desarrollo humano, desarrollo organizacional, desarrollo social, desarrollo sustentable y así adnauseam. Es decir, para cada invocación, una capilla y para cada capilla, una cuota y todo a cargo de los pobres, de los que no son capaces, de los que siguen y seguirán esperando porque eso ha sido siempre su vida: no tener ni la capacidad ni la libertad de elegir alternativas.
Ha pasado más de una década de reflexión y de lucha para que Analmente el Organismo de la UNESCO, United Nations Development Program bajo la inspiración de Mahbub ul Haq y la influencia del economista, Premio Nobel 1998, Amartya Sen reconstituyera el concepto de desarrollo, apareciendo ahora el desarrollo humano como un todo del que depende y al que se integra —subordinado— el desarrollo económico que se fundamentaba exclusivamente en la opulencia económica. Pero, ¿hemos sacado las consecuencias de este giro revolucionario en el campo de la ética, de las ciencias sociales y humanas y de las políticas públicas?
Tercer elemento de la triada: ¡cambio social!
Por mi parte, afirmaré en este trabajo que incluso hoy, para los psicólogos/psiquiatras, terapeutas y educadores, no ha quedado en claro la naturaleza de los vínculos entre familia, desarrollo y cambio social. Hasta hoy todavía se ignoran —en nuestros espacios de investigación en Iberoamérica— el entrecruzamiento de las dimensiones tiempo/espacio/proceso/cambio social. El único esquema, pobre y limitado que se maneja —y esto descriptivamente— es el del "ciclo vital". O peor aún se lo confunde con el modelo de "curso de la vida". En una palabra, es necesario redescubrir el papel profundo que juega la historia en el desarrollo y en la familia y analizar sus complejos vínculos —cambiantes y peculiares— para cada cohorte, [12] familia y persona. En efecto, el cambio social lejos de ser una interrupción en el curso histórico del desarrollo, se convierte en su contenido más íntimo, en una constante si bien diferenciada en cada caso por las trayectorias de desarrollo de cada persona, de las familias y la influencia intermitente de tres temporalidades en interacción dinámica: el tiempo individual, el tiempo familiar y el tiempo histórico.
IMPLICACIONES PSICOEDUCATIVAS (cuadro 1)
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La familia como unidad de estudio interdisciplinario. Retos, tareas y perspectivas
Para devolverle a la familia su dimensión de permanente y siempre renovada complejidad y hacer que su estudio corresponda —tanto en vigor como en rigor— a estas exigencias tanto teóricas como metodológicas y de investigación, necesitamos plantearnos una serie de cuestiones esenciales que nos pueden guiar a través de diversos planos impidiendo que perdamos una visión de largo alcance o que sencillamente nos despeñemos en el vacío, es decir en la ausencia de contextos y procesos. Armonizados así con una amplia perspectiva histórica y transdisciplinaria de la familia y del desarrollo, podremos encontrar conceptos esenciales, metodologías fecundas pero, sobre todo, la comprensión e interpretación de las huellas que va dejando el cambio social, especialmente en situaciones de crisis crónicas, transiciones abruptas, adversidad económica y emocional, riesgo y vulnerabilidad extremos y resiliencia negativa.
Si bien el material de análisis y reflexión es muy extenso y aparece disperso en numerosas fuentes, yo por mi parte me quiero centrar, de una manera sintética y didáctica, en cuatro cuestiones cuyos resultados están proporcionando bastante luz al estado de arte que en el mundo configura el estatuto de avanzada de los estudios sobre la familia en el campo de las ciencias sociales y humanas. Obviamente voy a transitar —así lo exige el objeto de estudio— más allá de las instancias particularmente ricas y sugestivas de la psicología, la psicoterapias en general y el psicoanálisis en particular.
Deseo señalar que las respuestas a las cuatro cuestiones que planteo han sido esfuerzo de un buen número de investigadores quienes, especialmente desde los años sesentas del siglo pasado, vienen trabajando en estrecha colaboración: sociólogos, psicólogos con diversos intereses, historiadores con diferentes enfoques y preferencias, juristas, demógrafos, antropólogos, economistas y sobre todo un visionario grupo pionero de científicos sociales bajo la dirección de Urie Bronfenbrenner (1917–2005) y su grupo de Cornell y Glen H. Elder Jr. y su grupo de Carolina, quienes han creado y llevado a su madurez dos campos de conocimiento de increíble valor tanto para la academia como para la sociedad: la ciencia del desarrollo (the human ecology) y la perspectiva del curso de la vida (the life course model). A estas alturas, ambas corrientes se pueden ver, cada una con sus aportaciones particulares, como un modelo integrado: La Ecología del Ourso de la vida que focaliza sus esfuerzos de estudio en la continuidad y el cambio a lo largo del tiempo y a través de las generaciones, los contextos, los procesos y los significados. [13]
A lo anterior se une la investigación realizada por Richard S. Lazarus (19222002) a lo largo de más de medio siglo sobre el papel que juegan las emociones en la topografía de la mente y en la acción humana. Por último, entre varias cosas más, quiero señalar los replanteamientos más integrales que desde hace décadas vienen haciendo — tanto filósofos (Bernard Williams, Michel Henry, Alasdair MacIntyre, Martha Nussbaum y Nancy Sherman) como psicólogos (Gordon, Oakley, Ben–Ze'ev,) y especialistas en educación (Catherine Meyor y María Rita Assis de César)— sobre las emociones, la formación moral, estética y el cuidado político del mundo. [14]
Primera cuestión
Sólo un estudio sistemático de las interrelaciones entre historia y cambio social nos permite comprender a la familia en su acción temporal, dinámica, cooperativa y conflictiva.
La historia nos rodea, nos envuelve y en ella somos, transcurrimos y queremos llegar a ser. Sin embargo, en las instancias del desarrollo menos se trata de una historia que gira entorno a ciertos acontecimientos y más de una historia estructural en la que nos vemos implicados todo el tiempo. [15] En efecto, en cada situación concreta de desarrollo y cambio social, el contexto es a la vez "historia y desarrollo". Surge aquí oportunamente, el teorema de William I. Thomas, pilar de la temprana y creativa escuela sociológica de Chicago: "Si las personas definen las situaciones como reales, serán reales en sus consecuencias".
Pero se nos agolpa otra pregunta que se deriva de las anteriores explicaciones: ¿cuál es el rol del contexto en la historia, en el desarrollo y cuáles sus interacciones? La pregunta es decisiva ya que cuando se ignora la fuerza de la historia en las trayectorias de vida, se pierden los significados fundamentales y los matices particulares y únicos tanto de los logros, de los fracasos y las crisis como también de las transiciones y adaptaciones. En una palabra, no se pueden explicar las semejanzas y las diferencias. ¿Qué es entonces el contexto histórico? "Es un blanco oscilante. Un blanco que se mueve no precisamente porque retroceda y porque sus parámetros cambien sino porque los cambios en sus parámetros alteran la forma cómo éste afecta el desarrollo". [16] Sin embargo, sobre este blanco actúa la conciencia y libertad de cada persona para construir y reconstruir significados que —unidos a su propia historia, a los de su familia y a los del momento histórico que le ha tocado vivir— pueden servir de guías en el presente y le proporcionan rutas alternativas para un mejor futuro. El trabajo personal y colectivo que surge de la conciencia y la libertad es nada menos que la conciencia histórica como competencia esencial de las familias y las comunidades.
Segunda cuestión
Para comprender a la familia como una unidad social dinámica es indispensable estudiar cómo se construye el proceso de cambio en el desarrollo.
Frente a esta pregunta debemos operar una conversión a la vez ontológica, epistemológica y metodológica, es decir transitar desde la visión que contempla el cambio simplemente como alteraciones en el desarrollo [17] para considerarlo siempre en el contexto y como una parte integral de la historia del desarrollo y a su vez contemplar el desarrollo jugando su parte en la historia del cambio contextual.
Lo anterior, visto desde la perspectiva del curso de la vida, [18] se puede formular como sigue: las trayectorias de desarrollo y los senderos sociales que contienen las vidas individuales están coherentemente estructurados por contextos, los cuales, a su vez, están sujetos al cambio; ambos —trayectorias y senderos— a partir del impacto de contextos más amplios en los que están encarnados y a partir de la fuerza de la agregación de las vidas que le dan seguimiento a estos senderos, van creando patrones de interacción familiar y vidas interdependientes. Estas dos instancias se convierten entonces en focos de análisis prioritario dentro del modelo del curso de la vida.
En otras palabras, los niños y los adolescentes, dentro de sus familias y éstas permanentemente abiertas a diferentes contextos y escenarios, viven —bajo tres temporalidades diferentemente entrecruzadas e individualmente particularizadas: tiempo histórico, tiempo familiar, tiempo individual— [19] procesos de desorganización y reorganización; de crisis, de autocontrol y control tanto de las situaciones como de los recursos y las competencias, sean éstas individuales y/o culturales.
En conclusión, el desarrollo sin la consideración del cambio social se vuelve una entidad abstracta, al estilo de las unidades de análisis del limitante modelo del "ciclo vital". Por su parte el cambio social, en una perspectiva evolutiva e integral, no debe verse como un elemento espurio, una excrecencia del desarrollo sino como parte constitutiva de su naturaleza ontológica e histórico–temporal. Dicho de otra forma, el cambio no es ese intruso cercano que vulnera el desarrollo en el momento mismo de su nacimiento o en la plenitud de su jubilosa expansión. El cambio es la piel, el símbolo, el destino y la palanca del desarrollo.
Tercera cuestión
Para estudiar y comprender la dinámica de la familia es necesario tener una gran teoría del cambio familiar en conexión con instancias más amplias.
Los individuos y las familias, cambian y se transforman, para bien o para mal, al entrar en interacción continua con instituciones, culturas y poblaciones y pertenecer a ellas. La historia toma rostro cuando estas tres instancias mediante sus mecanismos figuran, transfiguran y refiguran las cohortes de nacimiento, el timing con el que cada uno entra en la historia, las trayectorias individuales de los miembros, el repertorio de roles que cada uno posee y logra enriquecer y especialmente ciertos acontecimientos históricos fundamentales como son los conflictos económicos, las guerras, las migraciones.
En el horizonte actual del capitalismo corporativo posmoderno, la ciencia del desarrollo está enfrentando retos que antes no conocía. Por ejemplo, aún no tenemos respuestas claras para establecer las vinculaciones entre la globalización y el desarrollo regional. Algunas pistas de enorme valor están llegando desde campos muy remotos y en apariencia inconexos: desde los planteamientos creativos de la geografía económica y cultural, [20] desde la afinación de conceptos nuevos dentro del pensamiento estratégico [21] y desde el surgimiento, en 1982, de la economía evolucionaría. [22]
Por ejemplo, los clusters [23] que se han desarrollado primero en el Silicon Valley de San Francisco y después en la ruta 128 de Boston, posteriormente en Canadá (once clusters tecnológicos a lo largo de todo el país, desde Vancouver hasta St. John's) y recientemente en Europa, están arrojando datos sobre una geografía de la innovación, sobre el desarrollo del talento y sobre la construcción de aprendizajes colectivos regionales que surgen sólo cuando y donde interactúan, con base en un capital social maduro y permanente, un conjunto de empresas, vinculadas a universidades, a centros sociales y de investigación y a una comunidad local tolerante, emprendedora y con alto grado de confianza interpersonal.
Aquí, la nueva ciencia del desarrollo [24] nos hace un fuerte planteamiento: ¿los profesores, los psicólogos, los terapeutas y psicoanalistas estamos captando estos formidables retos que surgen de las nuevas formas de desarrollo en la circularidad de lo global y lo local o somos especialistas en un estudio de "la conducta humana" que sistemáticamente prescinde de los análisis interactivos de persona/contexto/proceso/cambio social/historia?
¿Nos percatamos de que las diferentes profesiones nos necesitamos mutuamente para impulsar el desarrollo, el talento, la innovación y el valor competitivo de las personas, las familias y el propio país?
Otro tema nuevo para la ciencia del desarrollo son las recientes investigaciones sobre el potencial creativo de las ciudades. [25] ¿Por qué unas ciudades se están convirtiendo en espacios idóneos para el desarrollo de la innovación y el surgimiento de vigorosas industrias que giran —más allá de la manufactura, la ciencia y los servicios— en torno a la creatividad y la cultura, mientras otras ciudades son escenarios de desolación, crimen, insalubridad y contaminación? ¿Cómo opera ahí el desarrollo, qué cambios sociales se desencadenan cuando la historia vuelve a su cauce procesos de imaginación productora que estaban latentes o que simplemente parecían imposibles en otros contextos?
Y si se trata de vincular exitosamente familia/desarrollo regional con la capacidad competitiva global, ahí están para un estudio especial la creatividad y productividad de un grupo de pequeñas y medianas empresas de la Italia del mezzogiorno, mismas que en estas regiones de la Emilia Romagna y sus alrededores se ven asistidas tanto por familias emprendedoras y con sentido comunitario como por instituciones gubernamentales honestas, de cualquier partido o coalición que sea. ¡Ésta es también una lección de desarrollo!
En todos los ejemplos anteriores y dentro de una gran visión del cambio familiar actúa una constante del desarrollo: la interacción dinámica de instituciones, culturas y poblaciones, acompañada por la historia estructural y sostenida por procesos de aprendizaje social.
Cuarta cuestión
Los avances teóricos de diversas ciencias y un mejor armamentario de métodos y técnicas de investigación que hoy poseemos nos obligan a realizar un examen crítico del concepto de familia. Al formular la presente definición de familia la planteo como un instrumento de permanente indagación/comprobación/reconstrucción y como un ejercicio ético de responsabilidad social. Quiero señalar que la definición no es inocua. Querámoslo o no tiene cargas ético–morales e implicaciones político–educativas. [26] Acepto las responsabilidades pero no le pido a los lectores que la compartan conmigo. Más bien les sugiero que la cuestionen, jueguen con ella y hagan referencias entre las partes y el todo, entre los contextos y las personas. Un examen crítico así nos ayudará más.
Así y todo, la familia, bajo una dimensión histórica y abierta al cambio social —especialmente a las situaciones de cambio drástico—, con base en una nueva concepción de la ciencia del desarrollo y a la luz de la interdisciplina/transdisciplina, la contemplo y formulo su comprensión de la siguiente forma:
DEFINICIÓN DE FAMILIA
La anterior definición significa un avance en el sentido de que recoge la complejidad de los entrecruzamientos de tiempo, espacio y cambio social, poniendo el acento en las situaciones contextuales reales, en las diferentes trayectorias de vida, los planes de carrera de cada miembro y las dimensiones políticas del vínculo social. El peso recae significativamente en la dinámica que se crea por el proceso medular de compartir en el núcleo familiar, bajo procesos mentales, emocionales, motivacionales permanentes e intensos, tanto representaciones y creencias como valores y decisiones que se ponen en marcha y en buena medida durarán toda la vida. Este último punto lo analizaré más a fondo en el siguiente apartado que versará sobre la adversidad económica.
En ningún momento mi propuesta de definición diluye el valor único de cada persona a favor del sistema, peligro frecuente en los enfoques sistémicos, sean éstos de investigación o terapéuticos. Por otra parte, teniendo como elemento central el concepto de frontera, rescato y acentúo los vínculos sociales de la familia y su impacto en la vida política y en la construcción de la democracia. Así como la familia es amorosa raíz también –– desgraciadamente— se acredita como encierro, prisión y espacio de atroces desigualdades especialmente para las mujeres, los niños, los ancianos y los más pobres. Precisamente por esta misma razón insisto en considerar y reconocer a cada persona como fin y no como instrumento.
IMPLICACIONES PSICOEDUCATIVAS (Cuadro 2)
El papel de la adversidad económica en la familia y sus diferentes respuestas
El nexo entre adversidad económica, vida familiar y futuro de los hijos
Los ciclos de escasa bonanza y de creciente adversidad —en tiempos recientes, por lo menos desde el gobierno de López Portilo (1976) hasta la fecha: un lapso de 32 años— han dejado una marca indeleble en las familias mexicanas, alterando los estilos de vida de sucesivas generaciones. Particularmente la crisis que comenzó en diciembre de 1994 con el gobierno de Zedillo, la crisis económica más severa en la historia moderna de México, ha puesto a un buen número de comunidades en alto riesgo y con ellas la estructura familiar ha desencadenado efectos de corto, mediano y largo plazo al crear en los hijos trayectorias de privación, de fracaso y de desorganización emocional o por el contrario —en algunos casos— ha transmitido ya desde el inicio de la adversidad sólidos patrones de conducta para saberse allegar ayuda, crear escenarios de desarrollo y no ver imposibles la felicidad y el éxito. Para entender mejor el nexo entre la adversidad económica, la vida familiar y el futuro de los hijos es necesario examinar la interacción de los siguientes factores: 1. Los efectos de la adversidad económica sólo actúan a través de las emociones y los estados de ánimo de los padres.
2. Estas actitudes parentales al ser conductas interdependientes se conectan con el bienestar de los miembros individuales.
La economía y sus efectos en la vida socio–emocional de las familias
Deseo hacer tres consideraciones de orden general antes de entrar de lleno en las diferentes formas de cómo impacta la adversidad económica en las familias.
Primera consideración. Los efectos de la adversidad económica prolongada están acelerando la polarización en México y en América Latina: una cultura de abundancia para un número cada vez más reducido de privilegiados y un régimen de miseria para la mayoría. Para el grupo lleno de todo poder los acontecimientos económicos reflejan apenas un rápido declive seguido por una recuperación inmediata o pronta. Para la mayoría deprivada, hay algo mucho peor que el deterioro del bienestar y la competencia personales y son las circunstancias en las que el declive económico produce una pobreza crónica y una desventaja emocional, social, educativa e instrumental para competir en cualquier terreno. Estas condiciones sociales son las que creciente y dolorosamente caracterizan tanto nuestros espacios urbanos como nuestras áreas rurales. Segunda consideración. En concreto, para la mayoría de las familias mexicanas la década de los noventas, con diciembre de 1994 como herida, como desilusión y como sello, está poniendo en movimiento una tendencia creciente y continua de desventaja económico–social y emocional. Si ya éramos protagonistas de un mundo de escasez, ahora con los dramáticos cambios de la economía, unidos al deterioro de las instituciones y al bajo nivel educativo, los sueños de prosperidad se han convertido en gritos de supervivencia. Las cuatro mujeres canosas que visitan al Fausto de Goethe: la escasez, la deuda, la inquietud y la miseria, nos persiguen sin darnos tregua. Tercera consideración. La globalización de los mercados mundiales y las nuevas y flexibles formas de operar del capitalismo posmoderno están contribuyendo al decremento en el bienestar familiar de las familias mexicanas. El impacto de estos cambios va afectando segmentos específicos y creando a su paso despojos, estrechamientos y desigualdades brutales.
¿Cómo impacta la adversidad económica la calidad de la vida familiar?
Para analizar la complejidad de las crisis económicas nos podemos hacer la siguiente pregunta: ¿en qué forma las variaciones económicas (1. Bajo ingreso familiar. 2. Trabajo inestable. 3. Deudas vs Activos y 4. Pérdida de ingreso), están afectando la calidad de las relaciones familiares y, a su vez, qué huella pueden dejar en el futuro de los hijos?
Las investigaciones que tenemos a la mano sobre este problema [27] nos arrojan las siguientes seis conclusiones que resumo por falta de espacio. En otras palabras, todas las manifestaciones de la adversidad económico–social entran al proceso familiar e impactan el desarrollo individual en la siguiente forma:
1. Dentro de la familia, la dinámica de relacionamiento es una dinámica de vidas interdependientes y es precisamente esta interacción la que se encarga de conectar los cambios socioeconómicos amplios con las experiencias y el bienestar de los miembros individuales.
2. La forma peculiar de cómo los miembros de la familia reaccionen y respondan unos a otros, es el factor más determinante para una buena adaptación a la crisis. El reconocimiento y negociación de las conductas interdependientes es un rasgo fundamental en la competencia emocional y la toma de decisiones.
3. En particular, los estados de ánimo y las emociones de los padres son el filtro a través del cual se percibe en la familia la posibilidad o no de la construcción de un futuro positivo.
4. La percepción de una esperanza o la articulación de la desesperanza se conforman y cristalizan en la familia mediante los estilos de interacción, en un patrón de transmisión generacional. Si yo les transmito a mis hijos que no vale la pena luchar, ellos a su vez sentirán lo mismo, percibirán de igual manera la situación en turno y muy probablemente lo vivirán así para ellos y para sus hijos. La percepción de la situación, sea positiva o negativa, es tan determinante que actúa como la verdad que a su vez diseña los cursos de acción.
5. Las conductas parentales, sean de hostilidad e irritabilidad o de equilibrio y regulación emocionales determinan ampliamente en qué forma las dificultades económicas afectarán a los hijos.
6. La pérdida de ingreso en las familias acentúa la explosividad, la irritabilidad y la depresión de los padres, particularmente aquellos que tienden a ser emocionalmente más inestables anteriormente al surgimiento de las crisis económico–financieras.
Ahora bien, ¿frente a los ciclos de transacciones familiares destructivas, reactivadas por las crisis y adversidades económicas, es posible diseñar caminos para remontar obstáculos, descubrir dificultades, identificar ventajas y consolidar factores críticos de éxito? En gran parte, depende de la disposición, de la fuerza interna, la seriedad y responsabilidad con que los padres de familia afronten la crisis, acepten hablar de ella y compartan con sus hijos expectativas, sentimientos y proyectos.
Los padres de familia y la creación de estrategias de desarrollo durante la crisis
A continuación describo tres estrategias que pueden reducir los efectos negativos de la crisis y disponer a los miembros a buscar, con imaginación constructora, rutas alternativas de estabilidad, adaptación y desarrollo:
1. Impedir a toda costa que se desencadene en las relaciones entre padres e hijos una atmósfera de reactividad con sus cargas de violencia verbal, rechazo y hostilidad. Son tan nocivas estas conductas que no existe, fuera del ámbito familiar, nada que contrarreste en los hijos este déficit como tampoco sus efectos perversos que durarán por muy largo tiempo.
2. Todos los padres merecen admiración, respeto y ayuda por el hecho de ser personas y por vivir su rol de paterfamilias. Vale entonces la pena que ningún padre se encierre o margine sino que confiadamente se lance a intercambiar con la familia extensa (padres, abuelos, tíos, primos, nietos, etcétera) y con los amigos comentando las ilusiones y desilusiones y pidiendo ayuda. Hoy necesitamos crear en nuestras ciudades —más que nunca— redes de intercambio, apoyo y solidaridad.
3. Por ningún motivo los padres deben romper, interrumpir o simplemente descuidar sus reuniones, celebración de onomásticos, rituales, ya que éstos, además de fortalecer, en el tiempo y el espacio, la identidad familiar, tienen las siguientes funciones: aseguran la estabilidad y mantienen y fortalecen un espacio de cercanía y valoración donde la expresión de todo tipo de emociones y la solución de problemas ocupa un lugar central. Sin rituales no hay colecta del pasado, celebración del presente ni ilusión compartida. Pero eso sí, Ilusión entendida en el sentido único de nuestra hermosa lengua española: la capacidad de anticipar el gozo por el encuentro con alguien o algo.
Para concluir, deseo afirmar que en los rituales ocurren dos dimensiones de la vida que es preciso integrar y cultivar: el reconocimiento y la celebración. Reconocimiento ¿de qué y para qué? De todas las capacidades y acciones del hombre para así construir la comunidad. Celebración ¿de qué y con qué finalidad? Del intercambio de dones y gratuidades que, mediante la afirmación del vínculo social, se elevan a un estado de fiesta. Y esto es así porque los momentos de celebración, trascendiendo el tiempo ordinario, recapitulan la vida en su totalidad. Es justo en ellos donde el hombre, al encontrarse más libre y transformado por la levedad, se eleva por encima de las reglas del conocer y se deja cautivar por la experiencia estética, gratuita y trascendente de lo bello. Es aquí donde la verdad aparece como epifanía. Y es aquí donde finalmente se vive el supremo principio que le da sentido a la vida: "Sólo el amor es digno de fe".
Luis Álvarez Colín, en scielo.org.mx/scielo.php
Notas:
1 Dedico este artículo a todos los empleados de la biblioteca del Tecnológico de Monterrey, Campus ciudad de México y a sus familias. Dentro de lo mejor que tiene esta Universidad se encuentran la calidad humana y profesional de cada uno de ellos. Su trabajo repercute diariamente en los usuarios a través de una multitud de beneficios a tal grado que sin este valor agregado mi trabajo de investigación sería imposible.
2 El presente artículo es apenas un apretado resumen de algunas partes del libro con el título: Hermenéutica de las relaciones familiares. Desarrollo, vida afectiva y vínculo social, de próxima aparición.
3 Severas como admoniciones y aleccionadores como consejos son las palabras de nuestro escritor Carlos Fuentes, en el final del "Coro de la hija suicidada" en su libro Todas las familias felices: "ya no se pelién porque juro que me tiro de lazotea/ya no me desesperen papimami/¿creen que soy de palo?/toco mi piel me pellizco siento ¿no saben que siento?/somos cuatrocientos niños suicidas cada año en la Rep Mex/ ¿a que no lo sabías?" 2006, p. 300.
4 La Organización Panamericana de la Salud (OPS) registra en el comunicado de prensa del 10 de octubre de 2006 que las muertes por suicidio podrían alcanzar millón y medio de personas en el 2020 en comparación con las 900.000 registradas en 1995. En efecto, continúa el Comunicado: "más personas mueren por suicidio en el mundo que del total combinado de fallecidos en guerra y por asesinatos". http://www.paho.org/Spanish/DD/PIN/ps061006a.htm Por su parte, la Organización Mundial de Salud en su documento de suicidios por países, nos comenta lo siguiente: Si México tenía en 1960 una tasa total de suicidios de: 1.9 (2.7 para hombres y 1.0 para mujeres), en 2003 la tasa total ascendió a 4.0 (6.7 hombres y 1.3 mujeres) obteniendo la siguiente composición: número de suicidios para el total de la población de 5 a 75 y más años: 4088 suicidios, configurando un número dramático para población con años entre: 5–14: 143 suicidios (al parecer el incremento más grande de todos los países) y una brutal concentración en jóvenes de 15–24: 1233 suicidios y en personas de la adultez joven: de 35 a 44 años, 1036 suicidios. De este modo México se ha colocado entre los países que más aumentó su tasa de suicidios, aventajado, al parecer, sólo por USA, Japón y China. Véase: World Health Organization http://www.who.int/mental/_health/media/unitstates.pdf. Agradezco a la licenciada Flor Trillo, coordinadora del Centro de Gestión del Conocimiento de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud, Representación en México, la diligente y amable atención para orientarme y proporcionarme los sitios precisos para la información pertinente.
5 Basarab Nicolescu, L'Homme peut–il vivre hereux sans spiritualité? París, 2006. La traducción es propia.
6 Para profundizar en el nuevo concepto de conocimiento robusto que, en cuanto actividad social, mantiene un nexo indisoluble con el contexto y depende de cómo se defina este último, se puede consultar el libro de Helga Nowotny, P. Scott y M. Gibbons, Rethinking Science: Knowledge and the Public in an age of Uncertainty. Londres, Polity Press, 2001.
7 La tesis de Luc Ferry, Familles, je vous aime. Politique et vie privée à l'âge de la mondialisation. París, XO Éditions, 2007, camina por los mismos senderos de la propuesta que sugiero en este escrito, aunque con planteamientos diferentes.
8 Ibid., cap. III.
9 G. S.Becker, A treatise on the family. Cambridge, Universidad de Harvard, 1981.
10 Desde el punto de vista de la globalización del derecho y de los Derechos Humanos como núcleo para fundamentar el derecho al desarrollo se pueden consultar las agudas y pertinentes reflexiones de Boaventura de Sousa Santos, La globalización del derecho. Los nuevos caminos de la regulación y la emancipación. Bogota, Universidad Nacional de Colombia/ILSA, 2002. En este orden de cosas, la reflexión sobre los vínculos entre desarrollo y derechos humanos refleja en la actualidad una dinámica intensa. Como ejemplo baste citar la propuesta de la Comisión Internacional de Juristas, en su artículo 2: "Todos los derechos humanos, tanto los económicos, sociales y culturales como los civiles y políticos, son interdependientes e inseparables del derecho al desarrollo".
11 El concepto de 'definición operacional', acuñado por Percy Williams Bridgman (1882–1961) Premio Nobel de Física de 1946, en su Logic of Modern Physics, 1927/1960, fue retomado por los psicólogos conductistas y malinterpretado al grado de entenderlo, por más de cuarenta años, como el elemento fundamental de la ciencia y la investigación: aquel que mide y cuantifica la realidad de tal modo que lo que no caiga en este rubro, sencillamente no existe. Con ello, los conductistas desterraron los significados y subordinaron los conceptos a las mediciones. En opinión de Sigmund Koch (1999), este error ontológico, epistemológico y metodológico de los conductistas —verdadero azote para las ciencias sociales y humanas— constituyó una de las más grandes imposturas del siglo XX. Desgraciadamente muchas generaciones de psicólogos se formaron y elaboraron su tesis bajo la estricta observancia y la contaminación mental y emocional de la herencia conductista del operacionalismo, reforzado por el positivismo lógico. Sólo hasta fechas recientes estamos, paulatinamente, remontando estos reduccionismos histórico–sociales.
12 Por cohorte entiendo, de acuerdo a Settersten, algo más que un "artefacto estadístico". En la perspectiva del estudio del cambio social, es "un fenómeno colectivo que se ve caracterizado por tres elementos centrales: 1. Como un index del cambio social (en cuanto las vidas de estos agregados de personas están marcadas por un conjunto de acontecimientos históricos y cambios). 2. Como una referencia de grupo (en cuanto la cohorte forma sus propias normas contra las cuales los individuos juzgan el progreso de sus propias vidas). 3. Como un sistema interactivo de relaciones edad–compañero", en Richard A. Settersten Jr., Lives in Time and Place. The Problems and Promises of Developmental Science. Nueva York, Baywood, 1999, p. 134.
13 Phyllis Moen, Glen Elder H. Jr. y Kurt Lüsher, Examining lives in Context. Perspectives on the Ecology of Human Development. Washington, D. C., APA, 1995.
14 Para integrar la visión interdisciplinaria y transdisciplinaria de la familia que he deseado mostrar en este artículo, me ha servido enormemente el concepto de "la dimensión espacial", estudiado y desarrollado por la geografía actual. Por consiguiente estoy en deuda con tres grandes geógrafos de la actualidad: Milton Santos (el filósofo de la geografía), David Harvey y Allan Scott.
15 S. Kinser, "Analist paradigm? The geohistorical structuralism of Fernand Braudel", en American Historical Review, 86 (1), pp. 63–105; John Modell y Glen H. Elder Jr., "Children develop in history. So what's new?", en Willard W. Hartup y Richard A. Weinberg, Child Psychology in Retrospect and Prospect. In Celebrating of the 75th Anniversary of the Institute of Child Development. The Minnesota Symposia on Child Psychology, en pp.173–205. Nueva York, Erlbaum, vol. 32, 2002.
16 John Modell y Glen H.Elder Jr., op. cit., p 176.
17 R. B. Cairns, Glen H. Elder Jr. y E. J. Costello, Developmental science. Nueva York, Universidad de Cambridge, 1996.
18 G .H. Elder Jr., "The life course perspective as developmental theory", en Child Development, 69 (1), pp. 1–12, 1998; y G. H. Elder Jr., "The life course and human development", en R. M. Lerner, ed., Handbook of child psychology. 1. Theoretical models of human development. 5a. ed. Nueva York, Wiley, 1998, pp. 939–991.
19 Tamara Hareven, "Family time and industrial time: family and work in a planned corporation town, 1900–1924", en Journal of Urban History, núm. 1, 1975, pp. 365–389; de la misma autora "Family time and historical time", en Daedalus, núm. 106, Spring, pp. 57–70 y "The historical study of the life course", en T. Hareven, ed., Transitions. The family and the life course in historical perspective. Nueva York, Academic Press, 1978, pp.1–16.
20 K. Anderson, M. Domosh, S. Pile y N. Thrift, The Handbook of Cultural geography, Londres, Sage, 2003 y M. S. Gertler y D. A. Wolfe, eds., Innovation and Social Learning: Institutional Adaptation in an Era of Thecnological Ohange. Macmillan/Palgrave, Basingstoke, UK, 2002.
21 Vid. Michael Porter, Ser competitivo. Nuevas aportaciones y conclusiones. Ediciones Deusto, Bilbao, 2003.
22 Richard Nelson y S. Winter, An Evolutionary Theory of Economic Change. Cambridge, Universidad de Harvard, 1982.
23 Tomo de Michael Porter, la definición de cluster. En español, acumulación o concentración. "Es un grupo geográficamente denso de empresas e instituciones interconectadas, que pertenecen a un campo concreto, unidas por rasgos comunes y complementarias entre sí. Por su dimensión geográfica, un cluster puede ser urbano, regional, nacional o incluso supranacional". M. Porter, op. cit., pp. 205 y ss. El cluster es una nueva manera de ver las economías nacionales, regionales y urbanas y supone para los directivos nuevas fuentes de ventajas competitivas, nuevas funciones para el Estado y tareas que difícilmente se reconocen. Igualmente implica formas diferentes de agruparse, de relacionarse y de aprender. El cluster aventaja al análisis del sector industrial en cuanto que el primero tiene un ámbito significativamente mayor al incorporar más sectores, cadenas e instituciones. En resumen, nuevos retos para la ciencia del desarrollo.
24 Esta nueva ciencia del desarrollo o también llamada 'ciencia aplicada del desarrollo' tiene, según Lerner, Jacobs y Wertlieb, la siguiente dimensión esencial, sea en sus aspectos teóricos, de investigación o en su agenda de aplicaciones: "la investigación sobre los procesos básicos relacionales del desarrollo y sus aplicaciones que se focalizan en sobresaltar las relaciones persona–contexto a lo largo de la ontogenia son el mismo y único asunto". (Handbook of Applied Developmental Science, 2005, pp. 10–11).
25 Allen Scott y Edward Soja, The City: Los Angeles and Urban Theory. California, Universidad de California, California, 1998. Vid. Richard L. Florida, The rise of creative class. Nueva York, Basic Books, 2004.
26 Comparto con la especialista en educación, la investigadora brasileña Maria Rita de Assis César, editora de Educarem Revista (Curitiba) y profesora de la Universidad Federal de Paraná–UFPR, Brasil, la dimensión esencialmente política de la educación. Of. Maria Rita de Assis César, "Hannah Arendt y la crisis de la educación en el mundo contemporáneo", en En–Olaves del Pensamiento. México, TEC de Monterrey, campus ciudad de México, año 1, núm. 2, 2007, pp. 20–21 y passim.
27 Glen H. Elder Jr. y Avshalon Caspi, "Economic Stress in Lives: Developmental Perspectives", en Journal of Social Issues. Vol.44, núm. 4, 1988, pp.25–45; Dooley y Ralph Catalano, eds., Psychological Effects of Unemployement, número especial; Stanley Engerman, "Economic Perspectives on the Life Course", en T. Hareven, ed., Transitions. The family and the life course in historical perspective. Academic Press, Nueva York, 1978, pp. 217–286; Rand D. Conger et al., Families in Troubled Times. Adapting to Change in Rural America. Nueva York, Aldine de Gruyter, 1994.
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