Si tu corazón se abrasa en amor a Jesucristo, tú eres un buen evangelizador
Las sociedades cambian cuando se encuentran en ellas personas que se entregan de verdad, hombres y mujeres que saben sacrificarse por bienes mayores, corazones humildes que con palabras y obras irradian la caridad de Dios: “Tú podrás estudiar, podrás seguir cursos de evangelización, y eso es bueno, pero la capacidad de enardecer el corazón no sale de los libros: ¡sale de tu corazón! Si tu corazón se abrasa en amor a Jesucristo, tú eres un buen evangelizador y una buena evangelizadora” (Papa Francisco).
La devoción al Corazón de Jesús no supone contemplar simplemente una imagen, o venerar una reliquia, o recitar una serie de plegarias u otras prácticas devocionales; eso será consecuencia nunca su razón de ser. La verdadera devoción al Corazón de Jesús es vivir el cristianismo desde el Corazón de Cristo, en una relación < de corazón a corazón, vivir de verdad con Jesucristo vivo; es vivir la vida diaria iluminada por la fe en un amor verdadero, revelación del amor del Padre y fuente de su deseo de redención para el mundo de hoy, es ir al corazón de la liturgia, de la pastoral, de la acción caritativa; es vivir con un corazón abierto y permanentemente entregado a los designios del Señor.
La espiritualidad del Corazón de Cristo sigue siendo respuesta de la Iglesia a las ansias más profundas del corazón del hombre. Contemplar el misterio del Corazón abierto de Cristo lleva a vivir en lo hondo de la vida, con penetración y profundidad, con cercanía y ternura:
“El corazón de Cristo es la ternura de Dios: ¿Cómo voy a entregarte, cómo te voy a abandonar? Cuando estás solo, desorientado, perdido, ven a mí que yo te voy a salvar, yo te voy a consolar
Hoy les pido a ustedes en este Retiro que sean pastores con ternura de Dios, que dejen el látigo colgado en la sacristía y sean pastores con ternura, incluso con los que le traen más problemas. Es una gracia, es una gracia divina. Nosotros no creemos en un Dios etéreo, creemos en un Dios que se hizo carne, que tiene un corazón, y ese corazón hoy nos habla así: Vengan a mí si están cansados, agobiados, yo los voy a aliviar; pero a los míos, a mis pequeños, trátenlos con ternura, con la misma ternura con que los trato yo” (Papa Francisco).
Renovar la centralidad afectiva a Jesucristo para difundir la verdad de su amor; solamente viviéndolo, lo haré vivir, solamente < experimentando, lo haré experimentar , solamente siendo discípulo, podré ser misionero, testigo de su amor >. Renovar mi envío misionero descubriendo en esta luz, lo esencial de la vida cristiana, hacer presente en nuestro mundo la civilización del amor: “[…] deseo, en esta ocasión solemne, exhortar a todos los miembros de la Compañía para que promuevan, con mayor celo todavía, esta devoción que responde más que nunca a las expectativas de nuestro tiempo” (San Juan Pablo II).