Breve comentario a la Introducción de la tercera encíclica de Benedicto XVI
Gentileza de Las Provincias, 13-VII-2009
La caridad en la verdad -'Caritas in veritate'-, la nueva carta encíclica de Benedicto XVI es profunda y densa, porque va al fondo de la cuestión, busca el sentido de la doctrina social de la Iglesia a sus mismas raíces. Las palabras que le dan nombre están elegidas de tal manera, que encierran la vida de Cristo en la tierra y constituyen la explicación más profunda del hombre. Se puede coincidir o no con lo que el Papa escribe, pero tengo el profundo convencimiento de que sólo puede edificarse el hombre, y todo lo que de él deriva, desde las raíces profundas en las que agarra la encíclica. Por eso es un gran reto para los católicos, pero también para todo el que desee profundizar en la esencia de las cosas para no edificar sobre arena.
La relación caridad-verdad con la que comienza la introducción traza las coordenadas de lo que será la encíclica en sus líneas maestras. El amor es la fuerza extraordinaria que mueve al compromiso, siempre que no olvidemos que tiene su origen en Dios, que es Amor eterno y Verdad absoluta. Esa afirmación condiciona positivamente la vida humana, su libertad, su orientación, su sentido. Reiteradamente, el Papa ha puesto el acento en que la libertad no es gozar sin más de la vida, sino buscar la verdad y el bien, que nos hacen verdaderos y buenos. Es necesario encarar de este modo la vida individual y la social.
La caridad -afirma el Papa- es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia, pero siempre que se la entienda bien. No es un mero sentimentalismo ni tampoco fideísmo. San Pablo se refirió a hacer la verdad con caridad, pero también es cierta y complementaria la necesidad de hacer la caridad con verdad. Ahí está el núcleo de lo humano: el corazón, la inteligencia y la voluntad. Sólo en la verdad resplandece la caridad, dice el Papa. Una idea magistral: en la verdad, la caridad refleja la dimensión personal y al mismo tiempo pública de la fe en el Dios bíblico, que es a la vez 'Agapé' y 'Logos': Caridad y Verdad, Amor y Palabra. La verdad es 'logos' que crea 'diá-logos' y, por tanto, comunicación, comunión. La verdad, saltando por encima de las sensaciones subjetivas, permite llegar al hombre a la substancia de las cosas. Es obvio que el relativismo empequeñecedor no tiene cabida en esta magna concepción del hombre y sus posibilidades.
'Caritas in veritate' es el principio sobre el que gira toda la doctrina social de la Iglesia, un principio -dice el Papa- que adquiere forma operativa en criterios orientadores, de los que va a destacar dos: justicia y bien común. Como era de esperar, relaciona justicia y caridad: quien ama con caridad es ante todo justo, pues si bien aquella virtud llega más lejos que la justicia, porque consiste en darse, no se dará quien no da a cada uno lo suyo (justicia). Dicho esto, hay que afirmar que la 'ciudad del hombre' no sólo se promueve mediante la relación derechos-deberes, sino que, antes y más, con las relaciones de gratuidad, de misericordia y de perdón. También en las relaciones humanas, la caridad manifiesta el amor de Dios. El que desea el bien de los demás, por otra parte, busca el bien común, un bien relacionado con el vivir social de las personas, que no podemos destruir por pretendidos derechos fuera de él.
Sólo con la caridad, iluminada con la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador. Compartir bienes y recursos no se asegura con el solo progreso técnico y con meras relaciones de conveniencia, sino con la fuerza del amor que vence al mal con el bien, y abre la conciencia del ser humano a relaciones recíprocas de libertad y responsabilidad. Sólo es el marco de una gran encíclica que marca el camino del desarrollo integral de la persona humana, marco muy lejano de la codicia, la mentira, el relativismo y el apartamiento de Dios que han conducido al laberinto en el que estamos inmersos.