La religión judía. Historia y Teología,
BAC, nº 611, Madrid 2001, pp. 281-319
Introducción.- I. Unos datos.- II. Estados Unidos de América: Judaísmo ilustrado reformado; 2. Ortodoxos; 3. Conservadores.- 4. Reconstruccionismo.- III. Israel: 1. El sector ortodoxo.- 2. Judaísmo conservador y reformado.- 3. Tensión entre dos mundos.- IV. Europa.- V. Grandes retos del presente.
Introducción
El judaísmo rabínico o talmúdico nació y se desarrolló entre los siglos I al XI. En la Edad Media tuvo que sufrir el impacto de la filosofía griega, que superó positivamente gracias a los filósofos judíos. En esta misma época surgen otros dos movimientos que pretenden suplir, de formas diferentes, la aridez y rigidez del talmudismo, la Cábala y el Hasidismo. Finalmente, en el s..XVIII sufre otro grave impacto, que afronta de diversas maneras, el de la Ilustración.
Resultado de esta larga historia es la religiosidad judía actual, que se manifiesta en un gran pluralismo. Se pueden destacar tres formas básicas, con muchos matices intermedios: judaísmo ortodoxo, judaísmo conservador(1) y judaísmo reformado o liberal.
Una comparación con la situación entre nosotros, católicos, ayudará a hacerse una idea del mundo religioso judío. Entre nosotros existe el grupo conservador, que acepta la institución eclesial, los dogmas de la fe e intenta practicarlos, con matices que van desde la ultraortodoxia a cierta visión liberal de la fe y la práctica, deseosa de compaginarla con el mundo moderno; junto a él existen otros dos sectores, en los que es mayor la incidencia de la cultura moderna, un grupo que se considera cristiano pero cree y practica un poco «a la carta», más o menos al margen de la institución eclesial, y otro liberal, que, de hecho, rechaza los aspectos estrictamente sobrenaturales del cristianismo y profesa cierto deísmo. Su cristianismo es una tradición cultural, de la que se sienten parte. Finalmente, junto a estos grupos existen minorías ateas, que reniegan de la tradición cristiana y la combaten.
Algo parecida es la situación en el mundo judío: un sector ortodoxo, otro conservador y otro reformado. Junto a ellos también existen minorías que se declaran ateas y reniegan de la tradición judía.
I. Unos datos(2)
Actualmente la población judía en el mundo se eleva a unos quince millones de personas. Según datos de 1991, la comunidad más numerosa era la de EE.UU., con 5.850.000 personas, seguida de la del Estado de Israel con 4.100.000. Seguía en tercer lugar Rusia con 1.500.000 judíos (hoy es difícil determinar la cantidad, dados los movimientos migratorios que han tenido lugar a Israel, parte de los cuales han retornado a su lugar de origen). En Europa hay un total de 1.020.000 personas, residentes especialmente en Francia (600.000 personas) y Reino Unido (300.000)(3). En América, además de EE.UU., hay una numerosa comunidad en Canadá con 330.000 personas, seguida por Argentina con 228.000 y por Brasil con 150.000(4). En Sudáfrica son unos 120.000 y en Australia 90.000. Desde el punto de vista de la densidad de población judía, el Estado con mayor proporción es el de Israel, con 818 judíos por cada 1.000 habitantes, seguido por EE.UU. con 25 y Francia con 10.
A la luz de estos datos, aparece claro que el mundo judío gira en torno a dos centros, Israel y la diáspora, cada uno de ellos con un papel específico. Por una parte, la diáspora, especialmente EE.UU., ofrece un apoyo político, moral y económico incondicional a Israel, lo que está haciendo viable la existencia de su Estado, a pesar de todas las dificultades que tiene que afrontar; por otra, la existencia de Israel se ha convertido en punto de referencia para todos los judíos del mundo, motivo de orgullo y fuente de identidad.
Aunque no todos los judíos de la diáspora estén de acuerdo con la política concreta que llevan a cabo en Israel sus hermanos judíos, la existencia del Estado judío independiente, con lengua, cultura, economía y ejército propios refuerza su conciencia de identidad judía y está reavivando en toda la diáspora la conciencia de formar un solo pueblo, contra la tendencia a la asimilación que venía ejerciendo Occidente. Y dada la experiencia histórica del pueblo judío, perseguido en toda su historia, especialmente la reciente experiencia de la shoa, ve en la existencia de Israel un país-refugio para caso de necesidad.
Una panorámica aproximada de la situación religiosa en EE.UU. y en Israel, los dos grandes núcleos judíos, puede ayudar a hacerse una idea de la situación actual del judaísmo como religión.
II. Estados Unidos de América
Los primeros judíos llegaron a la entonces colonia holandesa de Pernambuco (hoy Recife, en Brasil) en el s. XVI y eran marranos procedentes de Holanda y de origen español. A pesar de su número reducido, pronto ejercieron un floreciente comercio especialmente con los judíos sefardíes residentes en los Países Bajos y en Oriente Medio. En 1654, reconquistada la ciudad por los portugueses, fueron obligados a volver a Holanda o a otras colonias holandesas. Un grupo se estableció en América del Norte, en New Amsterdam, más tarde New York, y New Port, donde crearon las primeras comunidades judías sefarditas.
La afluencia judía en EE.UU. continuó de forma lenta a lo largo del siglo XVIII hasta el primer tercio del siglo XIX, en que la Restauración europea y la consiguiente negación de derechos a los judíos reformados de Europa central provocó una emigración masiva de éstos, judíos askenazis reformados. Esto hizo que en EE.UU. durante esta época prevaleciera el judaísmo askenazi reformado, desplazando a los anteriormente llegados sefarditas ortodoxos. Más adelante, los progroms de Europa oriental determinaron otra emigración masiva de judíos hacia EE.UU., empujando ahora la balanza hacía la ortodoxìa. Estos dos bloques, reformados y ortodoxos, componen la base del actual judaísmo, junto con otros grupos intermedios, especíalmente el conservador.
De acuerdo con el talante americano, que ve el pluralismo como un hecho positivo, estos grupos, que en un primer momento mantuvieron posturas distantes, hoy día colaboran en diversos campos y mantienen cierta unidad de acción en organismos como el American Jewish Committee y el American Jewish Congress, defensores de los derechos judíos. Sin embargo, no exíste una autoridad central, lo que se traduce en una gran varìedad en la praxis. Más en concreto:
1. Judaísmo ilustrado reformado
Los Reformados tuvieron dos grandes líderes en Isaac Mayer Wise (1819-1900) y David Eichhorn (1809-1879), que defendían un judaísmo de corte liberal, el segundo de forma más radical que el primero, que fue el verdadero organizador eficaz del judaísmo americano. En 1869 reúne la Conferencia de Filadelfia, que traza unas líneas comunes para el judaísmo reformado, y en 1873 crea la Union of American Hebrew Congregations con 34 comunidades. Dos años más tarde, en 1875, la Unión abrió en Cincinnati la Hebrew Union College, centro destinado a la formación de los rabínos reformados. Con los rabinos que salieron de sus aulas creó en 1889 la Central Conference of American Rabbis, institución que pronto ganó prestigio y fuerza. La CCAR adoptó los principios aprobados en 1885 en Pittsburg por un grupo de rabinos reformados, y que conforman su fondo doctrinal:
--Idea de Dios como verdad central para la humanidad.
--La misión sacerdotal del pueblo judío y el progreso de las ciencias son conciliables.
--Las leyes mosaicas fueron útiles en Tierra Santa, pero hoy sólo se observan las leyes morales; las otras se observan en tanto en cuanto puedan contribuir a santificar la vida; la que no contribuyen, sirven más para hacer daño que par:: ayudar.
--Las esperanzas mesiánicas se refieren a la venida de una era de verdad, justicia y paz en el mundo.
--El judaísmo es una comunidad religiosa, no una nación en el mundo. Por ello, no espera volver a Palestina ni instaurar allí un Estado ni un culto ni sacrificios. (Más adelante se adopta una postura en favor del Estado de Israel, debido a las tristes experiencias históricas vividas por el pueblo judío; en 1976, la Asamblea de la Central Conference of American Rabbis adoptó una tercera serie de principios en los que se reconoce que el Holocausto ha dañado gravemente la anterior visión optimista sobre la humanidad, se compromete a apoyar el Estado de Israel y se recuperan las oraciones al ponerse el tallit y los tefilim).
--El hombre es espíritu inmortal, pero se rechaza la resurrección, al igual que un paraíso (Edén) e infierno (Gehenna) eternos.
--En sintonía con los principios mosaicos, es obligatorio un compromiso de justicia social.
Actualmente el grupo reformado es numeroso. Más de 700 sinagogas se han adherido a la Union of American Hebrew Congregations, que en 1952 cambió la central de Cincinnati a Nueva York. Por su parte, el Hebrew Union College of America (HUCA), creado en 1875, se unió en 1950 con el Jewish Institute of Religion, creado en 1922, y ha abierto sedes también en Jerusalén y Los Ángeles. Son centros de formación acreditados en las diferentes ramas del judaísmo: rabinos, maestros, arqueólogos, historiadores, etc. Publican varías colecciones de libros y tienen abierto un museo judío. Mantienen una postura sionista, aunque en 1942 se creó un grupo antisionista, el American Council for Judaism, que hoy día, a partir de la experiencia de la Guerra de los Seis Días, ha perdido mucha fuerza.
2. Ortodoxos
Por su parte, el grupo ortodoxo era muy variado por su origen y costumbres religiosas: rusos, polacos, rumanos, lituanos, austriacos, húngaros, alemanes y otros. Para superar algo esta diversidad se pusieron en marcha varias iniciativas. La primera fue la creación de una yeshiva, que era un medio importante de formación e influencia en la tradición ortodoxa. El 1896 se creó la primera americana, la Isaac Elhanan Yeshiva, primero dedicada a estudios rabínicos, pero, posteriormente, abierta a estudios seculares hasta convertirse en 1943 en la Yeshiva University.
Un poco después, en 1898, se puso en marcha la Union of Orthodox Congregations sobre 1a base de aceptar la «autorizada interpretación de nuestros rabinos como está contenida en el Talmud y los códices». El organismo ha realizado un trabajo útil en el campo de los alimentos puros, kasher, en la problemática aneja a la observancia del sábado, en la educación y en las publicaciones. Pertenecen a esta unión unas 1.700 sinagogas, pero de una orientación variada, que va de la ultraortodoxia al sector conservador.
Los rabinos, por su lado, también se han organizado, apareciendo dos organizaciones, la primera, en 1903, The Union of Orthodox Rabbis, compuesta de rabinos de tendencia ultraconservadora, la otra, el Rabbinical Council of the Union of Orthodox Jewish Congregations, de tendencia más abierta, en 1924. Esta última, con el nombre de Rabbinical Council of America, absorbió a la anterior, cuenta con unos 800 miembros y es una organización muy influyente. Junto a esto, han ido surgiendo otras organizaciones y grupos, entre los que hay que destacar el National Council of Young Israel, organización juvenil de carácter ortodoxo, la Agudat Israel, organización que considera el judaísmo como hecho religioso, oponiéndose primero a la creación del Estado de Israel y actualmente, después de la shoa, aceptándolo como centro para «reunir a todos los judíos bajo la Torá en todos los aspectos de la vida». Una característica de los ortodoxos es que en su mayor parte, un 80, residen en Nueva York.
Doctrinalmente la ortodoxia, en general, mantiene y practica el judaísmo rabínico. Uno de sus máximos exponentes ha sido el rabino Joseph Soloveitchik (1903-1992), que durante una generación ha formado centenares de rabinos en la Yeshiva University de Nueva York. Nacido en Polonia, provenía de una importante dinastía de rabinos lituanos eruditos, de los que aprendió el análisis científico del Talmud. Estudió filosofía, siguiendo el ejemplo de los grandes rabinos medievales, y se laureó en 1931 en Berlín. Después de emigrar a los Estados Unidos, se convirtió en el exponente más autorizado de la ortodoxia culta occidental. Rechazaba abiertamente los resultados de la crítica bíblica, y reconocía a la vez la unidad, la perfección y el carácter divino de la Biblia. Afirmaba que hay que observar todos los preceptos, pues existe poca diferencia entre ellos, ya que directa o indirectamente proceden de la revelación divina. El que practica la halaká acerca el cielo a la tierra, la Shekiná al espacio y al tiempo, el infinito al finito. Hay que estudiar no sólo las leyes que sirven para la vida, sino también las que ahora no se practican y que sirven para delinear una sociedad ideal abstracta. Subrayó la fidelidad incondicional a la tradición e interpretó el judaísmo en la línea de una tipología ideal y de una psicología de la situación. La ortodoxia tradicional actual considera una pérdida de tiempo el dedicarse a los estudios profanos, por lo que prohíbe unir los títulos «rabino» y «doctor». El curriculum vitae y el contenido de los estudios para ser rabinos-jefes de Israel se realizan totalmente en las escuelas superiores talmúdicas, que no tienen carácter académico. A diferencia de la ortodoxia occidental, en ellas no se produce literatura sobre cuestiones éticas contemporáneas, sobre filosofía, etc. El mundo de las yeshivot, las escuelas superiores talmúdicas, sigue reglas propias de estudio y de vida en el esfuerzo por volver a dar vida a una época de la historia judía ya pasada, puesta en entredicho especialmente por la shoa.
Todo esto sucede como consecuencia de la atracción que una disciplina de estudio y vida ejerce sobre jóvenes que no se sienten a gusto en el ambiente profano. El contacto personal con los profesores y compañeros de estudio, el proveer al propio sustento y el crear una nueva familia representa para muchos un oasis de paz en un mundo circunstante cada vez más amenazante(5). En cuanto a vocaciones para el rabinado, las yeshivot tienen abundantes jóvenes alumnos. Estadísticas de 1980 los cifraban en 18.000.
En el mundo del hasidismo existe una rama ultraortodoxa, los hasidim Lubavitcher, de la misma tendencia y estilo de vida que los residentes en el barrio Mea Shearim de Jerusalén; igualmente está presente la rama Habad por obra de Joseph I. Schneersohn (1880-1950), bisnieto del fundador, que abandonó Rusia y se instaló en EE.UU., donde organizó centros Habad florecientes: una red de escuelas, yeshivas, periódicos para adultos y niños, una editorial fuerte y numerosas organizaciones sociales.
3. Conservadores
Entre los dos grupos anteríores de reformados y ortodoxos, apareció el grupo conservador(6), que tuvo en I. Leeser (1806-1868), A. Kohut (1842-1894), S. Schechter (1847-1915) sus líderes principales. Miembros ilustres han sido M. Jastrow, J. Blumenthal, C. Adler, L. Finkelstein y G. D. Cohen, y actualmente R. Gordis(7) y S. Siegel(8). Sostienen que la ortodoxia es compatible con una serie de mejoras legítimas frutos del progreso, sin llegar a los cambios revolucionarios de los reformados, que amputan valores fundamentales del judaísmo. Es posible una reforma de los moldes anquilosados del viejo judaísmo sin salirse de la Torá y del mundo rabínico. pues todo lo negativo que se da en el judaísmo, como el legalismo, no se debe a la Torá, sino a los mismos judíos, por lo que es una invitación a una conversión interior.
Esta línea creció mucho en el primer tercio del s. XX con la llegada masiva a América de dos millones y medio de judíos entre 1900 y 1920. Todos deseaban compaginar sus valores tradicionales con el estilo de vida americano, y encontraron en el grupo conservador el lugar adecuado para realizarlo. Hoy día, se han convertido en el grupo judío más importante de EE.UU.
Como los grupos anteriores, también éste se fue organizando, creando una serie de asociaciones paralelas a las ya existentes entre los otros: el Jewish Theological Seminary (Nueva York 1887) para la formación de sus rabinos, la United Synagogue (1913), reúne a las sinagogas, y la Rabbinical Assembly a los rabinos. Junto a esto, han creado centros universitarios, editoriales y otras inicíativas.
El conservadurismo defiende y revaloriza la fe, los principios de la fe, el dogma, pero, bajo la influencia de la Escuela Histórica, de carácter positivista, hace una lectura racionalista de los principios, siendo así la versión americana de la lectura histórico-positivista del judaísmo:
--Defienden una revelación natural y rechazan la idea de una revelación sobrenatural divina propiamente dicha.
--Es fundamental la Biblia, pero no en sí misma, sino como es interpretada por la tradición.
--Como consecuencia, el centro de autoridad reside en la conciencia colectiva del Israel católico (Schechter), encarnación de la sinagoga universal, en las formas de comportamiento en general, y no en la Biblia o en el antiguo judaísmo (Misná y Talmud).
--Los cambios son esenciales en una religión viva, pero deben ser introducidos por maestros del pensamiento judío, siempre a la vista de la actitud de las masas ante el hecho en cuestión y la praxis judía a lo largo de la historia.
--La transgresión de las leyes es legítima y obligatoria, según la tradición rabínica, siempre que sea necesario para salvar el conjunto de las leyes.
--Defienden el valor del sionismo y del Estado de Israel, pero, junto a él, la legitimidad y valor de la diáspora.
--Mantienen la esperanza mesiánica, que implica la restauración de Israel y el Reino de Dios para toda la humanidad.
--En la praxis admiten el inglés en la liturgia, han anulado normas que no tienen sentido hoy, como separación de hombres y mujeres, no afeitarse la barba, ley del levirato, no usar el coche para ir a la sinagoga en sábado y otras, y en el libro oficial de oraciones han cambiado una serie de enunciados cuyo contenido no sonaba bien a oídos modernos (así, p.ej., un varón no debe dar gracias por no haber sido creado mujer, sino por haber sido creado a imagen divina).
En la práctica, dentro de este grupo hay variedad de tendencias. Se podría decir que muchos conservadores oran como ortodoxos, pero piensan como reformados(9), la praxis les asemeja a los ortodoxos pero su alma a los reformados.
4. Reconstruccionismo(10)
Dentro del conservadurismo, existe un sector especial, el reconstruccionismo, creado por el rabino Morderai M. Kaplan (1880-1983), que ejerce una gran influencia y que podría considerarse como un cuarto sector del judaísmo, junto a los otros tres. Su objetivo es defender todos los valores judíos, poniendo fin a la tendencia asimilacionista que intentaba integrarse en las otras culturas, manteniendo sólo la religión judía. Para este grupo el judaísmo es mucho más que la religión judía. Es historia, literatura, moral, lengua, organización social, ideales sociales y espirituales, intereses estéticos, etc. Todo esto sólo puede ser vivido plenamente en Israel --por ello el grupo es sionista--, pues en la diáspora el judío comparte lealmente los ideales, costumbres y cultura locales, aunque participando a la vez de la cultura judía. En el mundo que lo hospeda se compromete a sostener y promover especialmente aquellos ideales que son, en cierto sentido, más judíos, p.ej., la democracia. La finalidad del reconstruccionismo es encontrar una base de unión entre todos los que desean permanecer judíos. Para ello:
--Defiende la separación entre Estado y religión con el fin de revitalizar la religión.
--La fe en Dios se puede interpretar o en términos universales o de acuerdo con la experiencia propia judía. (Kaplan personalmente lo hace en línea universal: Dios es el proceso cósmico que actúa para realizar y salvar al hombre. La salvación consiste en la realización humana del hombre sin ninguna referencia sobrenatural).
--La Torá es sinónimo del modo de desarrollo de la cultura judía y, por ello, debe incluir todas las experiencias éticas, culturales y espirituales del pueblo judío.
--La religión es una cualidad inherente a la verdadera sustancia de una civilización y, por ello, no puede ser separada de ella. Pero la civilización tiene otros componentes no religiosos, como la ley, el folklore, etc.
--Los ritos han de considerarse no mandamientos, sino costumbres que sirven para entrar en comunión con Dios, sin que tenga que existir sentido de pecado si no se realizan. Así las dietas alimenticias dan a la casa una atmósfera de espiritualidad. Por ello los ortodoxos harán muy bien en observarlas, los otros podrán elegir o introducir nuevos usos y nuevos valores.
--A modo de resumen, su lema: la religión judía es para el pueblo judío y no el pueblo judío para la religión judía.
En el fondo, la doctrina de Kaplan es más radical que la de los reformados, por lo que ha sido rechazada frontalmente por los ortodoxos. Más que como sistema, el reconstrucciortismo ejerce influencia con sus diversos elementos, aceptados parcialmente y por el análisis que ha hecho de la realidad judía, que ha servido para recuperar valores judíos. En 1968 abrió el Reconstructionist Rabbinical Center.
En general, hoy día el judaísmo norteamericano, el más numeroso del mundo, responde al patrón americano que pide pertenecer a un grupo religioso, pero ofrece una gran variedad para elegir personalmente. Según una estadística de 1970(11), de 1.900.000 cabezas de familia, el 40% se consideran conservadores, el 30% reformados, el 11,4% ortodoxos, el 1,4 % agnósticos y ateos, el 2,5% no hebreos y un 12,2%, incluidos los secularizados, se llaman «just jewish».
La misma estadística mostraba una tendencia al acercamiento entre los diversos sectores, debido a la vuelta a las tradiciones judías por parte de los reformados, al interés creciente por los problemas religiosos y al sentimiento creciente de pertenencia a Israel que se difunde entre las nuevas generaciones. En cuanto a la práctica religiosa, una encuesta de 1981 entre los judíos de Nueva York puso de manifiesto que sólo una tercera parte enciende las velas del sábado, mientras que otra tercera parte no suele asistir a los servicios litúrgicos de la sinagoga. Ante esta situación, los grupos ortodoxos reaccionan con una mayor rigidez, mientras que los liberales reformados y los conservadores se sienten más alejados de ellos y perciben cada vez más la dificultad de llegar a un compromiso más estrecho con los ortodoxos. De aquí la división práctica en dos grupos a la que se está llegando, ortodoxos y liberales-conservadores.
III. Israel(12)
En el Estado de Israel reside un tercio de la población judía mundial, constituyendo el segundo núcleo judío, después del americano, con el que mantiene estrechos lazos y grandes diferencias. A semejanza de éste, está integrado por todas las posturas, desde las más conservadoras a las más laicizantes, pero, a diferencia del americano, en Israel coexisten con muchas dificultades. Ello es debido al proceso lento en el que se fue formando y a los diversos componentes que lo integran.
Como elemento originario están los pequeños grupos ortodoxos, que se han mantenido a lo largo de la historia en Tierra Santa, especialmente en Jerusalén y otras ciudades santas, como Safed, Tiberias y Hebrón, grupos que se fueron incrementando a lo largo del tiempo por judíos que se instalaban en Tierra Santa por motivos religiosos. Son conocidos como yishuv, unos de origen sefardita y otros askenazi.
Desde comienzos del s. X, comenzó otro tipo de inmigración, la de los sionistas, en su mayoría con una visión secular del pueblo judío, al que querían darle un hogar propio en la Tierra de Israel. Los primeros recibieron con recelo a los recién llegados y se opusieron a la idea de un Estado judío, creado por la fuerza humana. Más adelante, en el contexto de la shoa, tuvieron lugar inmigraciones masivas de judíos de todos los lugares, judíos de las diversas tendencias, ortodoxos, conservadores y liberales, reformados y laicos, hecho que ha continuado después de la creación del Estado de Israel con la llegada de unos 700.000 rusos, lo que ha dado lugar a un tercer grupo importante, junto al de los askenazis y sefarditas. Los askenazis, procedentes de Europa central y oriental, suelen ser sionistas, desde el punto de vista religioso predominan los secularizados y los pertenecientes al judaísmo reformado, y, desde el punto de vista político, suelen votar laborista. Los sefarditas proceden de Grecia-Turquía y países árabes, suelen pertenecer al judaísmo ortodoxo y votan al Likud y a los partidos religiosos. Los rusos están recién llegados y tienen un partido político propio (Israel ben Aliya). Todo esto explica la variedad y los contrastes en la visión religiosa de los judíos israelitas, en la que se dan todos los colores del arco iris, desde los ateos que renuncian al nombre judío por su connotación religiosa y prefieren llamarse cananeos, a los ultraortodoxos más radicales, pasando por la ortodoxia, los conservadores creyentes y practicantes a la carta y los liberales que profesan un deísmo o simplemente aceptan el judaísmo como hecho cultural que les da conciencia de identidad.
1. El sector ortodoxo(13)
Está hoy día muy dividido entre sí, pero, con sus sinagogas y yeshivas, ejerce una gran influencia (en 1980 se calculaba que había unos 11.000 jóvenes en las diferentes yeshivas(14)). La ortodoxia no acepta la modificación de ningún precepto, como hacen los conservadores y liberales. Para ellos la modificación de un solo precepto hace caer todo el edificio. Son personas generalmente bien formadas, que conjugan las modernas profesiones académicas con un fundamentalismo religioso que, en la práctica, no permite ningún intercambio con los otros judíos progresistas. Esto es válido, incluso, para algunos estudiosos de la Biblia hebrea, entre los que se ha difundido la opinión de que Dios, en su sabiduría, no sólo ha revelado la Torá, sino que lo ha hecho de un modo particular, como se deduce de un estudio histórico-crítico de las fuentes. Al igual que los teólogos medievales, sostienen que la redacción definitiva viene de Dios. Así, p.ej., E. Rackman presidente de la Universidad Bar-Ilan en Israel, opina que el judío ortodoxo, a diferencia de M. Buber, no reniega de ningún texto bíblico. Si un texto es difícil de comprender, se debe reflexionar para recibir iluminación. «La herejía no comienza cuando se rechaza una determinada interpretación, sino cuando se deja de considerar que el texto es de origen divino»(15).
Junto a este sector moderado, hay otros grupos más radicales en la ortodoxia: ultra-tradicionalistas, como los Natore Karta, guardianes de la ciudad, que rechazan el Estado de Israel, emplean la lengua yiddis y viven en ghettos. En el barrio jerosolimitano Mea Shearim habita desde 1875 un grupo de hasidim ortodoxos con sus sinagogas y yeshivas, que se distinguen, igual que sus correligionarios residentes en Nueva York, los hasidim Lubavitcher, por su modo de vestir (adultos con barba, los niños con rizos en la frente, mujeres con peluca), su ascetismo exigente y su espíritu alegre.
La ortodoxia mantiene diferentes posturas ante el Estado: los agrupados en Agudat Israel, en sus comienzos en 1912, eran antisionistas, pero después de la shoa, han adoptado una postura más flexible y actualmente colaboran con el Estado para conseguir sus propios objetivos religiosos; otros son abiertamente partidarios del sionismo(16) y del Estado judío, como Gush Emunim, bloque de los fieles, grupo creado en 1974 con la finalidad de rejudaizar el sionismo, afirmando que los judíos tienen el derecho divino de poseer la Tierra Santa, incluidos los territorios conquistados en 1967. Movilizan continuamente la opinión pública contra las traiciones que realizan los elementos laicos y pacifistas (a estos grupos pertenecía el judío que asesinó en noviembre de 1995 al primer ministro Rabin, a quien consideraban culpable de entregar a los palestinos territorios que debían pertenecer a los judíos por disposición divina); apoyan a partidos religiosos que suelen participar en coaliciones gubernamentales para conseguir objetivos tendentes a judaizar religiosamente la vida pública, como la definición de la identidad judía(17) (madre judía o convertido legítimamente --y no observar otra religión--), la paralización de los servicios públicos durante el sabbat, las normas relativas a la comida o kasrut, prohibición del aborto y de autopsias, de la pornografía, el control de los matrimonios por parte de los rabinos, excluyendo el matrimonio civil y los matrimonios mixtos, etc. También está presente el movimiento hasídico Habad, que se mantiene en la línea piadosa-intelectual que le había dado el iniciador, por obra de su nieto Joseph I. Schneersohn (1880-1950), que en 1948 fundó en Israel el Kefar Habad(18).
Desde el punto de vista organizativo, la ortodoxia está presidida por dos rabinos-jefes, uno sefardita y, otro askenazi, asistido cada uno por un consejo integrado por rabinos y laicos. Ambos rabinados supremos están reconocidos por el Estado y son competentes en materia religiosa y en otras mixtas, como la matrimonial(19).
La seguridad ortodoxa de tipo fundamentalista ejerce una fuerte atracción sobre los convertidos al judaísmo, como ya sucedió en la Edad Media, de tal forma que las conversiones al judaísmo, tanto en Israel como en la diáspora, tienen como meta integrarse en esta ortodoxia. Cada año en Israel centenares de personas son recibidas en el judaísmo según normas ortodoxas(20).
2. Judaísmo conservador(21) y reformado
Frente a estos grupos, está otro bastante amplio de ciudadanos judíos, que son conservadores y liberales, con sectores laicistas muy militantes. Mantienen una postura laica y están resentidos por las concesiones que, por necesidades políticas, han obtenido los grupos ortodoxos desde 1977 en los gobiernos de coalición, en los que sus pocos votos eran determinantes. Los israelitas secularizados subrayan su nexo con el período bíblico, pasando por alto la tradición talmúdica. En general, este sector, desde el punto de vista religioso no está tan bien organizado como el ortodoxo, que, con sus dos rabinos-jefes, controlan la vida religiosa a nivel estatal.
Dentro del judaísmo conservador se encuentra el grupo Emet ve-Emunat, fundado en 1937 por un grupo de judíos alemanes. Su rabino fue autorizado por el rabino-jefe askenazi para asistir a matrimonios. Está asociado al Conservative World Council of Synagogues y está muy unido al Jewish Theological Seminary of America.
El judaísmo reformado, como organización, es reciente en Israel. Fue introducido en 1957 desde América por el Committee of the Central Conference of American Rabbis y está integrado por congregaciones repartidas en los principales centros del país. Está adherido a la World Union for Progressive Judaism.
3. Tensión entre dos mundos
Dos culturas coexisten, una junto a la otra, una ortodoxa y otra muy secularizada, ambas con sistemas escolares propios y con fuerte influencia en la vida política(22). Las ocasiones de contacto a nivel social son mínimas, entre otras cosas porque los ortodoxos están exentos del servicio militar. Lo que los une no es la religión sino el Estado. En ningún sitio como en Israel existe una tensión tan viva entre visión secularista y religiosa del judaísmo.
Esta situación explica el que, dentro del Estado de Israel, coexistan visiones diferentes y contradictorias sobre puntos básicos del judaísmo, como fe en Dios, práctica religiosa, sentido y valor de las instituciones, condiciones para considerarse judío.
Por ejemplo, hay diversidad de opiniones sobre el significado del Estado de Israel(23). Las opiniones se sitúan entre dos polos opuestos. Por un extremo, se saluda el establecimiento del Estado soberano de Israel como el comienzo actual de la redención mesiánica anunciada por los profetas bíblicos, o por lo menos como el preludio de una era destinada a culminar en el completo cumplimiento de la visión profética de la redención. Por otro extremo, se denuncia el Estado como un escándalo religioso y una calamidad espiritual, puesto que viola un imperativo religioso básico, queriendo sustituir con sus propias manos la intervención sobrenatural de Dios. Entre ambos extremos se sitúan otras muchas posturas: hay quienes ven el Estado como un fenómeno sociopolítico, sin significado religioso, llevado a cabo por personas que han roto con su tradición religiosa, otros creen que el hecho no es irrelevante para la religión, pero que no debe ser calificado de positivo o negativo desde un punto de vista religioso.
Igualmente, el problema de la identidad judía y la unidad del pueblo judío reviste en Israel características propias, como consecuencia de las inmigraciones masivas. Antes de reunirse en Israel, los diferentes grupos judíos se han desarrollado con características culturales diferentes bajo la influencia de los países en los que residían. A pesar de las diferencias, todos se reconocían judíos, pertenecientes al mismo pueblo y partícipes de la misma historia pasada. Ahora, al convivir en la misma tierra y bajo el mismo Estado, han surgido las tensiones entre ellos por la diversa situación social y por la diversa forma de concebir el ser judío, tensiones que cuestionan de hecho la concepción fundamental de un solo pueblo judío(24). El problema de fondo es fijar las características básicas que determinan al judío.
La visión tradicional, representada por el judaísmo ortodoxo rabínico, llama judío a toda persona nacida de madre judía o al que se ha convertido a la religión judía legítimamente, de acuerdo con la normativa ortodoxa. A partir de la Ilustración, se discutió esta norma: el judaísmo reformado o liberal concibe al pueblo judío como una comunión religiosa: en círculos sionistas y en determinados ambientes de Israel, en que predomina una actitud laica o incluso hostil a la religión, la pertenencia a un grupo religioso no se considera esencial y se subraya una visión puramente secular de la idea de nacionalidad. Esta visión implica el que se pueda conceder la ciudadanía judía a miembros de otra religión.. El Estado de Israel mantiene una postura ambigua entre las concepciones anteriores. Concede democráticamente la ciudadanía israelita a todos los residentes legítimamente en el Estado de Israel, aunque profesen otra religión, como es el caso de musulmanes y cristianos, pero sólo reconoce la ciudadanía judía al nacido de madre judía, de acuerdo con la norma tradicional, añadiendo una condición, para excluir las consecuencias de la postura laica citada anteriormente: y no se profesa miembro de otra confesión religiosa. De hecho, hoy día una persona se considera judía o porque ha nacido de madre judía, sea creyente o no, sea practicante o no, o porque es miembro de una comunidad religiosa judía, sea su madre judía o no.
Hay, pues, dos elementos básicos que determinan el ser judío, uno étnico y otro religioso, que pueden darse unidos o separados. El étnico es básico y consiste en la pertenencia a un pueblo que tiene una historia singular, historia que se asume como propia; el religioso es la aceptación de lo que los sectores ortodoxos consideran la quintaesencia de esta historia religiosa singular, la herencia religiosa, aceptación que justifica que una persona puede considerarse perteneciente a ese pueblo aunque étnicamente no pertenezca al pueblo judío.
IV. Europa
En Europa existen comunidades judías dinámicas, especialmente en el Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. En ellas se dan los mismos grupos que en Israel y EE.UU., predominando la postura conservadora, que acepta en gran medida la tradición por motivos personales o históricos, pero que no cree que la supresión de algún elemento tenga que llevar consigo la caída de todo el edificio. Muchos siguen en esto al pensador alemán Franz Rosenzaweig (1886-1929), cuyo Freies Jüdisches Lehrhaus (Instituto libre de estudios judíos) en Frankfurt ha favorecido una aproximación de tipo conservador a la herencia judía, empleando los resultados de la crítica(25).
Un exponente de la teología conservadora es el rabino y autor inglés Louis Jacobs, que es rechazado por la ortodoxia a causa de su aceptación de la crítica bíblica. Subdivide las afirmaciones rabínicas en tres grupos: sensatas, insensatas y peligrosas. Se guía para ello del criterio de la lógica, la aspiración a la verdad y a la justicia. Cree que el problema más importante es el de la superación de la injusticia en el derecho rabínico: la injusticia no puede exigir fidelidad al judío. Esto concierne de una manera especial a los derechos de la mujer. Como docente de Talmud, Jacobs colabora, en el Instituto Leo Baeck de Londres, de carácter liberal, en la formación de los rabinos de las comunidades progresistas de Inglaterra y Francia, entre los que cada vez se cuentan más las mujeres.
V. Grandes retos del presente
El pueblo judío, a pesar de todos sus problemas, tiene conciencia de sus valores y camina con voluntad de futuro. La existencia del Estado de Israel ha supuesto para todos los judíos, especialmente para los asimilados por la cultura occidental laica, una revalorización de su propia tradición, especialmente la religiosa, redescubriendo su riqueza espiritual, por lo que la tendencia asimilacionista, tan en boga en otras épocas, hoy está en baja. Por otra parte, ser judío es un valor que se aprecia cada vez más en la cultura actual, en la que los estudios judíos van ocupando un lugar propio. Con todo, al igual que en las demás religiones --en el fondo no son problemas de la religión judía, sino de toda religión, aunque en cada una, y en este caso en el judaísmo, asuma características propias-- también el judaísmo se enfrenta hoy día a una serie de problemas, como el de la identidad judía, la separación pacífica de religión y estado, la adaptación adecuada del judaísmo a la cultura moderna, el de la baja de la práctica religiosa, el de los matrimonios mixtos y otros.
La identidad judía(26) en una sociedad abierta es el mayor problema que tiene que afrontar hoy el judaísmo en todas partes. El problema, que hemos presentado tal como se da en Israel, no es específico de este Estado, sino que se ha planteado en todo el judaísmo, especialmente a partir de la Ilustración. Durante siglos se había identificado religión con nacionalidad y, con toda naturalidad, las naciones europeas se consideraban cristianas y las árabes musulmanas; por su parte, los miembros del pueblo judío, aunque no tenían Estado propio, se consideraban practicantes de la religión judía. Pertenencia a un pueblo y pertenencia a una religión coincidían.
En los países occidentales el proceso de legítima secularización, separando ambas pertenencias, se ha ido llevando a cabo, ciertamente con dificultades, pero sin traumas mayores de origen histórico-religioso. Ser español durante siglos ha ido unido a ser católico pero no hay razones que obliguen a esta unión. A pesar de eso, son conocidas las resistencias en algunos sectores a admitir una separación entre Iglesia y Estado, aceptando un Estado laico, neutral en cuestiones religiosas. En el pueblo judío el caso es diverso. Su memoria histórica se remonta a los patriarcas, éxodo, alianza sinaítica, conquista de Canaán, monarquía davídica, etc., hechos todos ellos político-religiosos. Si ser judío es asumir la historia del pueblo judío y esta historia, para los creyentes, está impregnada de experiencias religiosas, ¿hasta que punto se puede ser judío sin asumir la religión judía? A nivel práctico, en el Estado de Israel se han definido los elementos necesarios para que una persona pueda ser considerada jurídicamente judía, pero esto no ha resuelto realmente el problema ni en Israel ni en la diáspora.
¿Cuál es el contenido que hay que asumir y en qué expresiones se ha de manifestar para que una persona sea considerada realmente judía? El judaísmo ortodoxo invita a recuperar la tradición talmúdica, sin los extremismos de los grupos superortodoxos. Por su parte, los sectores laicos defienden otra forma de judaísmo, consistente básicamente en una actitud de solidaridad hacia los demás judíos y en la aceptación cultural de las tradiciones judías, celebrando la pascua, el sábado, como celebraciones sociales del pueblo judío, asistiendo a la sinagoga como lugar de reunión social, etc.
Junto a este problema está el de la salvaguardia de los valores religiosos en un mundo secular. Los sectores conservador y reformado miran a la antigua tradición e intentan descubrir y adaptar a la vida moderna las intuiciones de los antiguos rabinos(27). Preocupados por los problemas del hombre, se ocupan de cuestiones de ética, de leyes religiosas y de sociología. Sin embargo, al hacerlo, a veces han dejado de lado y descuidado grandes sectores de la tradición, cosa que cuestiona la ortodoxia, de donde las cuestiones actuales: ¿es legítimo descuidar sectores importantes de la tradición? A lo que responde con otra cuestión el sector liberal: ¿qué es preferible, salvar la sustancia de la visión religiosa del judaísmo de esta forma o que se pierda totalmente el aspecto religioso de la vida judía? Para este sector, este típo de judaísmo religioso es la única alternativa a la ortodoxia y a la indiferencia(28).
Socialización de lo religioso. Los sectores laicos, al asumir los actos religiosos como actos sociales, parece que revalorizan la tradición de ciertas prácticas religiosas. Hay quien ve con simpatía este acercamiento social de los grupos laicos a algunas prácticas religiosas (circuncisión, bar miswá o fiesta de la mayoría de edad religiosa, asistencia a la sinagoga, matrimonio, entierro, ete.), pero, en el sector ortodoxo, este fenómeno crea nuevos problemas: ¿hasta qué punto hay que reconocer este judaísmo secular como versión auténtica del judaísmo para nuestro tiempo, y, especialmente, hasta qué punto deben aceptar la invasión del terreno religioso y su adaptación a la cultura laica? ¿Es vuelta a la auténtica tradición religiosa judía o degradación de la misma?
Esto va unido al problema de la baja de la práctica religiosa. En general, ha bajado la práctica religiosa. Si antes la práctica religiosa llenaba toda la vida del pueblo judío, ahora sólo practica una minoría, integrada por los ortodoxos y algunos miembros de los demás grupos, especialmente por sus rabinos, que a veces dan la impresión de que se han convertido en representantes vicarios de sus miembros. ¿Qué hacer? Obligar no se puede, pues los rabinos pueden aconsejar, pero no tienen poder para obligar. ¿Deben hacer la vista gorda ante la falta de observancia? ¿Deben regañar? ¿Deben rebajar el listón de obligaciones? Esto lleva a otras preguntas: hay que reformar, pero ¿desde arriba o desde abajo? ¿Hasta qué punto hay que seguir poniendo el acento en la ley y ritual de la vida judía en comparación con otras actividades, como el estudio o la responsabilidad social? ¿Cómo equilibrar la devoción sincera con la observancia formal?(29).
Otro problema que preocupa es el de la transmisión de la fe en una sociedad plural y secularizada, en la que no es fácil que la infancia y juventud reciban una formación judía apropiada, ya que no funcionan los eslabones tradicionales de transmisión, como el ambiente social, la sinagoga y la familia, debilitada esta última, además, por la abundancia de matrimonios mixtos(30).
Para Nichola de Lange, lo más importante en esta problemática es la cuestión de la tolerancia de la disensión, la disposición a admitir que hay muchos modos distintos de ser judíos, aceptando que, posiblemente, ninguno de ellos sea completamente bueno o totalmente malo(31).
Notas
1. En este contexto la palabra conservador no corresponde exactamente a nuestro concepto, pues implica aspectos liberales, a medio camino entre la ortodoxia y la reforma.
2. Cfr Sergio M. Katunarich, Breve Storia, 219-226; P. Navé Levinson, Introduzione alla teologia ebraica, 32-38; P. Stefani, Introduzione all'ebraismo, 79; Gli Ebrei, 115; N. de Lange, Judaísmo, 192-194; G. Wigoder (ed.), Esquisse de l'histoire du peuple juif (Paris 1993), en DEJ 1235-1513; C. Roth, America: EJ 1, 808-816; J. Maier, America: DJ 28; Israel, State of: EJ 7, 301-1045.
3. Los datos para los demás países europeos son: Alemania, entre 29.000 y 35.000; Italia, entre 31.000 y 35.000; Bélgica 30.000; Holanda 25.700; España: 12.000; Dinamarca, entre 6.500 y 9.000; Luxemburgo, entre 700 y 1200; Portugal 300 (datos de DEJ, 1993). La EJ ofrece datos más antiguos, de 1968, en los que asigna a España 8.000 judíos, distribuidos de la siguiente manera: 3.000 en Barcelona; 2.500 en Madrid; 1.400 en Melilla; 600 en Ceuta; 300 en Málaga; 50 en Sevilla (cf. art. Spain, vol. 15, 2-15). Los datos han cambiado, pero reflejan los núcleos judíos más importantes de España.
4. Otros países americanos tienen los siguientes datos: Uruguay: 40.000; Méjico 35.000; Chile 28.000; Venezuela 15.000; Colombia 14.000, y cantidades menores en el resto de los países.
5. Cfr P. Navé Levinson, Introduzione alla teologia ebraica, 32.
6. Cfr Sergio M. Katunarich, o.c., 219-226.
7. Ha escrito Understanding Conservative Judaism (New York 1978).
8. Ha escrito la obra en colaboración Conservative Judaism and Jewish Law (New York 1979).
9. Sergio M. Katunarich, o.c., 223.
10. Cfr Ibid, o.c., 223ss; Kaplan, Mordecai Menahem: DEJ 615ss.
11. Cfr Sergio M. Katunarich, o.c., 233.
12. P. Stefani, Introduzione all'ebraismo, 79; N. de Lange, Judaísmo, 192s; Israel Religious Life: EJ 7, 887-928; A. Dieckhoff, palestine et Israël: DEJ 1489-1511.
13. Cfr Orthodoxy: EJ 12,1486-1493; orthodoxy, Modern: EJ Decennial Book 1983-1992, 303-305.
14. Las hay de varios tipos: las lituanas, inspiradas en el modelo de la existente en el s. XIX en Voloznin, las hasídicas, las de los sionistas religiosos (la más importante es la Merkaz-ha-Rab- Kook, fundada por Abraham L. Kook en Jerusalén). El Kolel (literalmente global) existe en Israel desde 1960; es una yeshiva destinada a estudiantes casados que reciben una ayuda familiar que les permite cubrir las necesidades de su familia, mientras ellos se dedican totalmente al estudio de la Torá.
15. Cfr One Man's Judaism (Tel Aviv 1973, 278), cit. por P. Navé Levinson, o.c., 31.
16. Cfr The Future of Zionism and the Zionist Movement: EJ Year Book1988-89, 41-69.
17. Cfr Introducción general, nota 2 y p. 297-198.300s.
18. Fue creado tan pronto como nació el Estado de Israel por mandato del jefe de los hasidím Habad, residente en EE.UU., que urgió a judíos residentes en la entonces URSS a establecerse en Israel. Además de Kefar Habad crearon la yeshiva de Lydda y otras instituciones.
19. El rabino-jefe es una institución que comenzó en el s. XX bajo el gobierno turco en Tierra Santa. Los turcos reconocieron como representante de la comunidad judía un rabino-jefe con el título de hakam bashi o rishon le-Zion, elegido por los rabinos sefarditas, con autoridad religiosa y en otras materias mixtas, como la matrimonial. El grupo askenazi, de hecho, no se sometió a este rabino, manteniendo su propia organización y su propio jefe, sin que se interfiriera el gran rabino sefardita. La institución existió hasta la llegada de los británicos. Bajo el mandato británico, en 1921, se crea otro tipo de rabinado supremo, presidido, esta vez, por dos rabinos, uno sefardita y otro askenazi, asistidos por un consejo integrado por seis rabinos, tres sefarditas y tres askenazis, y tres laicos. El Estado de Israel lo ha reconocido como competente en asuntos religiosos y otros mixtos, como el matrimonio.
20. Los ortodoxos, especialmente en el Estado de Israel, no aceptan la conversión al judaísmo hecha ante rabinos no ortodoxos. Exigen una nueva conversión ritual, incluso cuando los interesados se consideran judíos y son considerados tales por su familia y la comunidad (cf. P. Navé Levinson, o.c., 32s.38).
21. Cfr Conservative Judaism: EJ 5, 901-906 y en Decennial Book 1983-1992, 132-135.
22. Los diferentes partidos actuales están condicionados por su postura ante las organizaciones religiosas. De aquí la división general de partidos religioso y laicos (y árabes). Los religiosos ocupan la derecha y parte del centro, los laicos la izquierda y comparten el centro. De izquierda a derecha tenemos: Hadash (comunista), Meretz (laico, izquierda), Un solo pueblo (izquierda), Laborista (laico, socialista), Meimad (centro-izquierda, laico), Shinui (centro-izquierda, afines a laboristas, creado para contrarrestar a Shas), Partido del Centro (laico, moderado), Israel ben Aliya (centro, integrado por los judíos rusos), Shas (derecha, sefarditas ultraortodoxos), Judaísmo unificado Torah (derecha, ultraortodoxos askenazis), Israel Beteinu (derecha, religioso), Likud (derecha, conservador, religioso), Partido Nacional Religioso (derecha, defiende la postura de los asentamientos en territorios ocupados), Unidad Nacional (derecha).
Las elecciones legislativas del 17 de mayo de 1999 repartieron de esta forma los 120 escaños; One Israel (coalición de laboristas con Ehud Barak, Gesher y Meimad) 26; Likuk 19; Shas 17; Meretz 10; Ihud Leumi - Yisrael Beiteinu 7; Shinuí 6; Center Party 6; National Religious Party 5; Yahadut Hatorah 5; United Arab List 5; Yisrael bealiyah 4; Hadash 3; One Nation 2. Democratic Choice 2; Herut - National Movement 1; Balad 1; Ta-al 1. Descontando los partidos árabes, el número de escaños de la derecha y la izquierda está muy equilibrado. por lo que el partido que obtiene mayor número de votos, en este caso la coalición laborista, se ve obligado a coaligarse y pactar con algunos de los partidos de la derecha.
23. Cfr W. S. Wurzburger, Theological Implications of the State of Israel: EJ Year Book 1974 (Jerusalem 1974), 148-151.
24. La integración de los falachá está siendo problemática. Los falachá en etiópico, extranjero, son un grupo de unos 50.000 judíos que entre los años 1984-1985 han llegado a Israel, provenientes de Etiopía. Se trata de personas que se consideran judíos, descendientes, según su tradición de la escolta que el rey Salomón dio a la reina de Saba cuando regresó a su país. En realidad, probablemente son descendientes de una estirpe que se convirtió al judaísmo. Hacia 1920, el rabino-jete sefardita de Jerusalén los declaró judíos. pero otros rabinos no los reconocieron, entre otras cosas porque su derecho macrimonial no se acomodaba a las normas rabínicas. El Estado de Israel les reconoce la ciudadanía judía, pero, desde el punto de vista ortodoxo, no se pueden casar sin realizar una conversión simbólica (cfr P. Navé Levinson, o.c., 37).
25. Así, p.ej., en los textos bíblicos que la teoría documentaria consideraba R, e.d. redactor, leía rabbenu, nuestros maestros. Para él ese texto procede, no de un dictado divino ni de una inspiración verbal, sino que es producto de la creatividad judía a partir de la época bíblica, legitimada por aquellos que ciertamente comprendían. mejor que los lectores actuales, cada uno de los textos desde el punto de vista lingüístico y de contenido.
26. Seguimos en esta enumeración a N. ni Lange, o.c.. 195s.
27. Cfr supra las declaraciones de los judaísmos conservador, reformado reconstruccionista..
28. Cfr P. Navé Levinson, o.c.. 34.
29. Cfr N. de Lange, o.c., 198.
30. Cfr M. F. Verbit, Intermarriage in the United States: EJ Decennial Book 1983-1992, 57-64.
31. N. de Lange, o.c., 198.
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