Jóvenes. La película comienza en 1947, cuando Nash (Russell Crowe) ingresa en la universidad. Muestra su carácter excéntrico, su obsesión por encontrar “una idea completamente original” y sus escasas habilidades sociales. El descubrimiento de la teoría de juegos le vale la graduación con honores y un puesto de profesor en el prestigioso centro de investigación MIT. Durante la Guerra Fría trabajará también para el Ministerio de Defensa como descifrador de mensajes soviéticos. En 1953, Nash está en la cumbre: tiene prestigio como profesor y se casa con una de sus alumnas, Alicia (Jennifer Connelly), que ha sido cautivada por su genio e inocencia. Pero entonces se hacen evidentes los síntomas de una esquizofrenia paranoica degenerativa, que le obliga a ser internado en un hospital psiquiátrico. El relato se centra en el espíritu de superación de un hombre condenado a la soledad por su propio genio, y prepara un brillante y lacrimógeno triunfo final, muy del gusto del director. La película es un producto agradable y bien elaborado, con un reparto en el que todos brillan con luz propia. Sin embargo, se echa en falta todo lo que sugiere: el talante luchador y las pruebas por las que pasa Nash; los años de hospitalización, de falta de trabajo, de casi pobreza, de hundimiento y pérdida de prestigio, que son una parte importante de su historia. Es la parte incómoda y arriesgada en la que Ron Howard no ha entrado. Se limita a ofrecer unas pinceladas de realismo light con final feliz, más correcto y menos complicado.Imágenes: 13', 45', . En 73' hay una escena matrimonial que no hace falta suprimir y es clave para entender la continuación de la trama. No presenta más inconvenientes. (Aceprensa- Almudí JP y AP).