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D (7:00-7:30), S (47:30-47:50)
Reseña:
Dirección: Andrew Dominik
Intérpretes: Brad Pitt, Casey Affleck, Sam Rockwell, Jeremy Renner, Paul Schneider, Sam Shepard, Garret Dillahunt, Mary-Louise Parker, Zooey Deschanel, Alison Elliott.
Guión: Andrew Dominik
Música: Nick Cave, Warren Ellis
Fotografía: Roger Deakins
Distribuye en Cine: Warner
Duración: 160 min.
Género: Biográfico, Western
El amigo traidor
El forajido Jesse James es uno de los personajes más célebres de la historia del Oeste en Estados Unidos. Comparte ese aire legendario que también tienen tipos como, por ejemplo, Billy el niño, Dave Crockett, Wyatt Earp, el general Custer, Toro sentado, Buffalo Hill o Daniel Boone, claro está que en el caso de los dos primeros se trataba de asesinos. James (1947-1982) se hizo famoso robando trenes y bancos después de la Guerra Civil Americana, en la que había servido como sudista.
Decepcionado ante la victoria de sus enemigos, formó diferentes bandas de ladrones a lo largo de veinte años, junto a su hermano Frank, y se calcula que asesinó a cerca de veinte personas. En la última etapa de su vida vivió con nombre falso en Saint Joseph, un pueblo de Missouri, con su mujer y sus hijos, y guardando todavía cierta relación con los últimos hombres de su banda, especialmente con su primo Wood Hite, Ed Miller, Dick Liddil y con los hermanos Charley y Robert Ford.
El film es una atípica crónica de lo que ocurrió en los últimos años de la vida de Jesse James, desde que comete su último robo hasta su asesinato el 3 de abril de 1982. Es atípico porque apenas suceden hechos reseñables a lo largo de casi tres horas de metraje, aunque los hay, sino que más bien se quiere explorar lo que acontecía en el interior de los diferentes personajes, especialmente de Jesse James y de Bob Ford.
Este último, un verdadero don nadie, vivía obsesionado con la figura del forajido, deseaba tener su arrojo, su valor, y participar en sus correrías, parecerse a él, identificarse con él. Sin embargo, pese a la estrecha relación de vida que tenía con sus hombres y sobre todo con los hermanos Ford, James no era fácil conocer. Tenía una mentalidad desconcertante, inaccesible, desequilibrada.
El film es sobre todo un retrato por momentos también algo confuso de un tipo con una personalidad muy dominante, que ejercía un poder absoluto sobre sus hombres con una aguda perspicacia para percibir la mentira y el engaño, aunque también caía presa de reacciones contradictorias, y tan pronto era irascible hasta el espanto como chistoso y ocurrente, se convertía en asesino compulsivo o caía en altibajos depresivos con tendencia suicida. Y si algo queda claro es que nada de lo que hace en la película engrandece su persona.
El guionista y director Andrew Dominik (Chopper) ha escrito esta historia a partir de la novela de Ron Hansen, del mismo título. Y se nota que se ha tomado el trabajo con verdadero interés, con un cuidadoso esmero por plasmar una atmósfera determinada, contemplativa, e imprimir un marcado toque literario al film. El ritmo es lento, algo premioso, con muchos instantes para el silencio, y desde el principio la voz en off tiene una fuerza enorme, ofrece ideas hondas y sitúa al espectador ante una visión romántica, mitificada de la historia.
Pero esto, por otra parte, es compatible con una absoluta falta de idealización del héroe, pues aquí ningún personaje es ejemplar, más bien todo lo contrario, y además Dominik se esfuerza por transmitir al espectador la total soledad que invade sus corazones. Quizá éste sea el punto clave del film, y también el más destacable desde el punto de vista de su plasmación estética.
Porque Dominik incide en una puesta en escena muy sobria y realista (la poca violencia que hay es brutal), y establece un claro paralelismo entre las desoladas tierras del Oeste, con sus grandiosos espacios, vastos, invernales, desérticos, y el vacío que carcome la vida patética de los forajidos, seres tristes, errantes, sin esperanza. Tan es así y aquí esta el quid de la cuestión que toda la película desprende un excesivo desasosiego, un fatalismo buscado que provoca en el espectador un distanciamiento y una frialdad que a la postre restan emoción a lo que ve.
Por lo demás, a la perfección técnica del film, rodado con primor, se une la excepcional fotografía de Roger Deakins, con planos de tremenda belleza, como en el asalto nocturno al tren, y una preciosísima partitura musical, obra de Nick Cave y Warren Ellis. Y en el terreno interpretativo es necesario elogiar tanto a Brad Pitt como a Casey Affleck. La imponente presencia del primero es ya conocida y en esta película no hace más que confirmar su maestría, pero Casey Affleck es todo un descubrimiento. Su doliente composición de Robert Ford es sencillamente perfecta.
El asesinato de Jesse James vuelve a confirmar una de las grandes premisas del arte cinematográfico: si tienes una buena historia que contar, la manera de contarla es secundaria. Viene esto a cuento porque la película tiene indudables errores, casi todos de forma -quizás porque Dominik no deja de ser un realizador casi novato-, pero tiene un trabajado guión que remite a las grandes obras maestras del cine y de la literatura.
Hay algo -mucho- de creación literaria en los diálogos, en el modo de impulsar la acción, en el extraordinario climax final, en la forma en que la voz en off envuelve una opresiva, seca e indigesta atmósfera donde se cuecen grandes dramas de la existencia humana (desde el deslumbramiento hasta la decepción, la rabia, la sospecha, la banalidad del mal, el conflicto de lealtades o lo aleatorio de la fama y de la suerte).
Pero especialmente se nota este trabajo de escritura en la construcción de los personajes. Es sorprendente -porque no suele encontrarse en el cine actual- el elaborado dibujo de cada uno de los miembros de la banda. No sólo los protagonistas, aunque en el caso de éstos esta profundización psicológica, con infinidad de matices -magistralmente adaptados tanto por Brad Pitt como por Casey Affleck-, es aún más patente.
Ante estos logros, los defectos -que los tiene- se disculpan y, a ratos, pasan desapercibidos. No molesta la tan mencionada morosidad de la narración. La cinta es lenta, pero este ritmo pausado -al igual que la soberbia fotografía y la ajustada banda sonora- ayuda a dar el tono desasosegante y el halo de tragedia griega que se mastica en la mente del espectador.
Quizá si sobran algunos recursos preciosistas y en ocasiones una realización excesivamente pegada a los actores (hay algunos primeros planos excelentes y otros que, a pesar de la magnífica interpretación, están pidiendo a gritos que se aleje la cámara).
En todo caso son delitos menores de una película excesivamente negra, sin apenas oxígeno ni forma de resaltar el claroscuro, pero con marchamo de clásico.
Drama psicológico. Para público selecto. Cinéfilos. Excelente fotografía y ambientación. Lenta en su desarrollo. No es una película para el gran público, no tanto por la temática como por la erudición cinematográfica.(decine21 / Almudí SC-JVC-JAMP)