La fuerza poética de una fotografía, capaz de hacernos apreciar con piedad el mismo horror que pone ante nuestros ojos.
La fuerza poética de una fotografía, capaz de hacernos apreciar con piedad el mismo horror que pone ante nuestros ojos.
Acaban de conceder el premio World Press Photo, en la categoría de noticias, a esta fotografía de Massimo Sestini. Responde al rescate de esos pobres hombres, mujeres y niños por parte de una fragata italiana, el pasado 7 de junio 2014, veinte millas al norte de Libia.
No se trata de insistir aquí en la vergonzosa e inhumana tragedia de los miles de emigrantes y fugitivos que son embarcados a centenares de millares por traficantes de personas, en esas o peores circunstancias, con resultados de decenas de millares de difuntos en el canal de Sicilia y otras zonas mediterráneas.
Se trata sólo de considerar por un momento la belleza, la fuerza poética de esta fotografía, capaz de hacernos apreciar con piedad el mismo horror que pone ante nuestros ojos.
Decía Aristóteles en el capítulo cuarto de su Poética (1448 b 4-14) que cuando se logra la mímesis artística, que no es simple imitación ni solo representación, resulta que podemos observar con placer cognoscitivo cosas que de suyo −vistas directamente en la realidad− resultan repugnantes.
También decía que ese placer proviene del reconocer, aprender y deducir qué es cada cosa representada. No estaría de más, para alejarnos de la mera curiosidad o del puro intelectualismo, que al apreciar imágenes como ésta que ha recibido merecidamente un premio, consideráramos por un momento la gravedad y el horror de la miseria humana y de sus manejos delictivos que ha propiciado la realidad de que es imagen esta fotografía. Y con esto, la imprescindible práctica de un acto de la virtud de la piedad. Algo que, junto al temor, promueve la catarsis poética, que ahora basta mencionar.