La mayoría de los nuevos conversos son jóvenes urbanos
El gobierno comprueba que los creyentes tienden a actitudes más cívicas y sus organizaciones cubren una serie de servicios sociales que alcanzan donde el Estado no llega
El crecimiento de cristianos en China se sitúa en torno al diez por ciento anual y el total de cristianos (más protestantes que católicos) podría rondar hoy los cien millones. Aunque se trata de “cifras optimistas” y no demostrables, pues un recuento resulta hoy imposible, en el reportaje del diario El País que recoge ese dato se menciona un detalle significativo: “la mayoría de los nuevos conversos son jóvenes urbanos”.
Recuerdo que hace unos diez años, las estimaciones para los católicos eran de cinco millones para los que integraban la Iglesia “clandestina” (perseguida) y otros cinco para los de la Iglesia “patriótica” (controlada por el gobierno). La distinción entre clandestina y patriótica, aunque todavía presente, es cada vez menos significativa y Benedicto XVI hizo mucho a favor de una total (aunque dolorosa) reconciliación.
La relación del gobierno actual con los cristianos es ambigua. Siguen existiendo persecuciones (con mayor o menor intensidad, según las zonas) y naturalmente suspicacias ante una religión “extranjera”. Además, según recoge El País, muchos de los activistas políticos más destacados mantienen algún vínculo con el cristianismo. Por otra parte, sin embargo, el gobierno comprueba que “los creyentes tienden a actitudes más cívicas −son, por ejemplo, más proclives a pagar impuestos o a evitar la corrupción− y sus organizaciones cubren una serie de servicios sociales −cuidado de los ancianos, atención a los más pobres− que alcanzan donde el Estado no llega”. Es decir, que si se les hostiga se debe exquisitamente a razones ideológicas y de poder. En eso, pienso que el gobierno chino y cierta mentalidad occidental coinciden plenamente.