El nuevo vicario general del Opus Dei, monseñor Mariano Fazio, analizó la nueva etapa que se abre tras la designación de un vicario auxiliar para colaborar con el gobierno de la obra fundada por san Josemaría Escrivá, y cómo será su vida en Roma, adonde se trasladará en enero
En diálogo con AICA, el sacerdote argentino, el primero no español en ser nombrado vicario general de la Obra, comenta los desafíos que se presentan y su relación de amistad con el Papa; asegura que la institución está para apoyar los procesos pastorales que impulsa Francisco y exhorta a los fieles de la Argentina a dar testimonio de fe, de alegría y de generosidad en sus respectivos ámbitos.
¿Cómo recibió la noticia de su nombramiento? ¿Qué le transmitió Mons. Echevarría?
Fue una sorpresa, por supuesto. En la Iglesia, los nombramientos son para el servicio y no andamos haciendo carrera para buscar nuevos cargos. El prelado me transmitió su confianza y su afecto, y me dijo que este trabajo se saca adelante con oración y con mucha cercanía con las personas. Por eso, una de las ideas de sumar refuerzos es para poder viajar y acompañar a la gente en la primera línea, estar cerca para escuchar y alentar.
¿Cuándo asumirá las funciones, cómo fueron los primeros momentos y qué consecuencias prácticas tendrá para su vida?
Antes de hacerlo público, quería compartirlo con el Papa. Gracias a Dios fue posible tener una audiencia el jueves por la tarde y contarle antes que a nadie. Lo vi muy bien, alegre y con una energía impresionante. Me comentó divertido que la gente iba a decir que me habían nombrado por ser amigo del Papa. Hay una sintonía muy buena. Realmente, cuando estás con él se genera un ambiente tan distendido y de confianza, que al final le dije, mientras sacaba una caja de bombones: "En realidad, traje estos chocolates para celebrar la victoria de River en la Sudamericana".
Respecto de la nueva tarea, el nombramiento ya está vigente desde el 10 de diciembre, pero el trabajo en Roma comenzará a finales de enero, luego de pasar por la Argentina unos días y de participar de una actividad de formación en México.
Es el primer no español en tener este cargo… ¿qué significa eso para usted?
Nada en especial. Simplemente es una expresión de dos cosas: de que la Obra nació y cronológicamente se desarrolló primero en España, y al mismo tiempo, de que su misión es universal −actualmente con labor en 69 países− y eso, con el tiempo, se expresa en la multinacionalidad en todos los ámbitos y cargos. De hecho, en el consejo general y la asesoría central, que ayudan al Prelado en el gobierno, hay y ha habido personas de un montón de países.
¿Cómo quedaría el gobierno de la Obra con la nueva figura del vicario auxiliar? ¿Qué tareas desempeñará usted?
Al nombrar un vicario auxiliar, el prelado ahora tiene dos vicarios con los que trabajar de modo directo. Así se potencia la capacidad de trabajo −que ha aumentado− y él recibe un apoyo extra en esta etapa de su misión. Aunque es una figura prevista, es la primera vez que se aplica; por eso con el correr del tiempo vamos a ir descubriendo las maneras más adecuadas de trabajar lo mejor posible.
El vicario auxiliar puede ahora suplir al Prelado en las tareas de gobierno, de manera que éste podrá poner mayores energías en su función de Padre y pastor, porque para las tareas ejecutivas podrá descansar en don Fernando Ocáriz.
¿Cómo se manifestará la fidelidad del Opus Dei al Papa sabiendo de su amistad? ¿Qué desafíos tiene por delante, qué les ha pedido?
Quizá puede agregar algo más de familiaridad, pero desde el primer momento y siempre, la sintonía con el Papa en la Obra es total. Monseñor Echevarría tiene una excelente relación con él y se han encontrado ya varias veces. La Obra está para servir a la Iglesia, siguiendo el camino que marca el Papa. Todo nuestro carisma propio de promover el encuentro con Dios en la vida cotidiana está orientado a eso, a servir a la Iglesia y a la sociedad, caminando al paso que marca el Santo Padre. A mí particularmente me aconsejó que le haga mucho caso al prelado, que lo siga muy de cerca. Y eso es lo que trataré de hacer.
Estamos recorriendo un año entre dos sínodos sobre la familia… ¿cuál es su postura frente a las controversias que se han despertado entre grupos conservadores y progresistas?
Siguiendo lo que ha dicho el Papa, pienso que estamos viviendo un proceso de reflexión y estudio, que es el sínodo, y confiamos en que sus conclusiones serán un gran bien para la Iglesia. El Papa ha señalado en su discurso final diferentes tentaciones, como la de ser conservador o progresista. Y pide que nadie sea ni conservador ni progresista, sino que seamos sinodales.
El Papa ha dicho que no está en discusión la doctrina en el sínodo, sino mejorar las respuestas pastorales. En ese sentido, esperamos que haya nuevos enfoques y propuestas que nos ayuden a estar más cerca de los problemas de las familias para dar respuestas positivas a los desafíos actuales. Tenemos que encontrar nuevos lenguajes para comunicar la fe y el sínodo seguramente podrá aportar mucho en este sentido.
También el Papa ha dicho que la expresión de pareceres diferentes en el sínodo es parte del proceso y que él, como Romano Pontífice, es el garante de la unidad en ese diálogo de opiniones distintas. En el Opus Dei, cada uno puede tener opiniones distintas dentro de la unidad con el Papa. Como institución estamos comprometidos en apoyar al Papa en los procesos pastorales que está impulsando.
¿Qué mensaje puede darles a los fieles del Opus Dei en la Argentina, a los cooperadores y a los que participan de sus actividades de formación, que saben que ahora lo verán mucho menos?
La Obra es una gran familia y lo importante es que compartamos nuestra alegría con los demás, especialmente con los más necesitados, muy unidos al Padre −como llamamos al prelado− y al Papa. Que cada una y cada uno en su lugar dé un testimonio de fe, de generosidad, de fidelidad al Papa, de compromiso solidario, de alegría, de trabajo bien hecho al servicio de los demás. Que, en lugar de quedarnos encerrados en una búsqueda individualista de bienestar y en problemas personales que asfixian, son tiempos de jugársela por Dios y por los demás, que eso vale la pena.
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