El formador de padres y madres da algunas claves para educar mejor a los niños y afirma que "en la empresa lo más importante es la eficacia, mientras que en la familia lo fundamental es quererse"
Javier Reguart ha trabajado durante más de 25 años en el sector empresarial, dirigiendo empresas familiares y multinacionales. Además, dedica parte de su tiempo a la formación continuada y conjunta de madres y padres que quieren educar mejor a sus hijos. Aunque piensa que la empresa y la familia tienen muchas cosas en común, según Reguart la diferencia fundamental entre estas dos instituciones está en que “en la empresa lo más importante es la eficacia, mientras que en la familia lo fundamental es quererse”.
¿En las empresas nos quieren por lo eficaces que somos?
Así es. En la empresa me valoran por la capacidad de dar respuesta adecuada a los objetivos que me proponen. En cambio, en la familia me quieren por como soy.
Aún así, la responsabilidad como padre o madre no se puede eludir…
Pensamos que el sentido común es suficiente para educar a los hijos. No deja de sorprender que nos preparemos cada día mejor para poder abordar nuestras responsabilidades en el mundo profesional y sin embargo, para desempeñar el papel de madre o padre no nos formamos. En la educación de los hijos es fundamental complementar el sentido común con una formación sólida y de calidad.
¡De esta tarea no nos jubilaremos nunca!
Yo he podido asistir a los partos de mis hijos y en ninguno he visto que, además del nuevo bebé, apareciera el manual sobre cómo educarlos. Planificar la paternidad o maternidad es bueno, pero no es suficiente. Además, hay que saber priorizar y posteriorizar. Hay que ser capaces de saber renunciar a cosas buenas para optar a otras mejores. ¡Esta capacidad nos distingue y nos perfecciona como personas!
¿Escuelas de formación para ser mejores padres?
Esta formación existe y está al alcance de todos. La clave está en el MDG, o el me da la gana. Hay que poner los medios, decidir esforzarse para que nuestros hijos tengan buenos referentes. Por otro lado, no existe un momento para recibirla, si no que deberíamos recibir formación de forma continuada. ¡Nuestros hijos nos lo están pidiendo! Un bebé requiere cuidados, más adelante los niños piden límites y luego los adolescentes exigen razones. De ahí la mayor importancia que con el tiempo adquiere la formación de los padres.
¿Y la escuela? ¿Cómo influye en la educación de nuestros hijos?
El colegio no educa, sino que educan los padres. El colegio instruye, informa y colabora con los padres en la educación de los hijos. Por otro lado, están los maestros, que también influyen. Por eso, en la escuela lo más importante son los padres, después los profesores y por último los alumnos. ¿Queremos mejorar la calidad de la educación del país? Ayudemos a mejorar en primer lugar la calidad humana (y profesional) de los padres y de los profesores. El resto saldrá solo.
¿Qué debemos hacer los padres para ser mejores educadores?
Sugiero tres ideas. En primer lugar, si queremos que nos sigan, tenemos que ir por delante; segundo, si queremos ir por delante ¿tenemos que cambiar algo?; y por último, para cambiar algo hay que formarse.
Como madre, a veces pienso que educar es lo más complicado…
No es complicado, es complejo. ¡Bienvenidos al mundo de la complejidad y del caos! Pero es precisamente en este entorno cuando se dan las mejores circunstancias para innovar, renovar, reinventar, reparar, engrandecer, cambiar en definitiva, aquello que nos parece complicado. Hay que resolver la complicación de manera positiva. Para ello, volvemos a la formación y a querer activar el MDG…
Visto así las crisis se convierten en una oportunidad
Es bueno distinguir entre problemas y crisis. El mandarín, un idioma muy rico y que cada día es más necesario, distingue con claridad entre estos dos conceptos. Es decir, una crisis bien gestionada es una oportunidad de mejora, mientras que mal gestionada se puede convertir en un problema. Las crisis que aparecen a lo largo del día son pues una oportunidad que no debemos desperdiciar.
¿Alguna herramienta de gestión de crisis?
El amor desinteresado. Querer a alguien es cuidar los detalles pequeños, pensar en los demás más que en nosotros mismos. Con amor, las crisis se gestionan de forma más eficaz y los problemas, si acaban llegando, son más fáciles de abordar y de resolver.
¿Qué ocurre con las nuevas tecnológicas?
La realidad tecnológica no es buena o mala en sí misma. Depende, como tantas otras cuestiones, del uso que hagamos de ella. ¡Vivimos en una época apasionante! La clave para gestionar las nuevas tecnologías consiste en ofrecer criterio a nuestros hijos para que estos puedan navegar con elegancia por esos mares turbulentos y océanos profundos del ambiente y tomen sus decisiones con libertad, de forma consciente y consecuente.
¿Y cómo gestionar el ambiente?
Efectivamente, casa, escuela y ambiente son las tres patas esenciales en la educación de nuestros hijos. Y gestionar la última cuestión es lo más complejo.
¿Cómo sabemos si estamos educando bien?
¿Y cómo y cuándo se puede medir? La cuestión fundamental no es si estoy educando bien o mal, sino si estoy educando conjuntamente con mi pareja. Es decir, yo creo que es mejor equivocarse juntos que acertar por separado. Por otro lado, ofrecer únicamente recursos no es suficiente. Hay que enseñar a hacer lo correcto y a priorizar o posteriorizar. Así, aprenderán a renunciar a cosas buenas para aspirar a cosas mejores.
¿Cree en la conciliación entre familia y trabajo?
No. Y lo sorprendente es que el trabajo suele ganar terreno a la familia. Sin embargo, hay que intentar buscar la excelencia en ambos aspectos de la vida.
Tengo la sensación de que los padres tenemos que estar tomando decisiones continuamente…
Las personas somos los únicos seres que cuando tomamos una decisión lo hacemos para mejorar o para empeorar como tales. Y hay que hacerlo con libertad, que no es lo mismo que el libertinaje, resultado de una gestión no adecuada de las ganas. Sucede cuando nuestras decisiones y los efectos de las mismas no nos satisfacen. Por eso, para que nuestros hijos sean capaces de regular sus propias decisiones es importante darles criterios.
El derecho a la educación es fundamental.
Sí, pero es bueno recordar que los hijos tienen derecho al amor de sus padres, por encima de todo.
¿Cómo debe ser un niño feliz?
La felicidad no es un fin, sino un proceso.
¿Podemos medir su éxito?
Mi experiencia me dice que las personas que han alcanzado el éxito coinciden en haber atendido y gestionado de forma complementaria y simultánea al menos cuatro aspectos: la coherencia con uno mismo, los logros profesionales, la familia y lo que hacemos por los demás. Solo así logramos ese equilibrio o felicidad que todos buscamos. Por tanto, una buena herramienta para dar a nuestros hijos consiste en enseñarles a organizar esos cuatro ámbitos de la vida de forma que no se produzcan desequilibrios entre ellos; a poner sus esfuerzos en buscar una vida buena más que en perseguir una buena vida.
Y para acabar, ¿alguna ecuación?
C = (TN+TA) x A
El nivel de contribución a nuestra vida profesional o familiar, es igual a la suma de nuestro talento natural y adquirido, multiplicado por nuestras actitudes. Con esta integral de pequeñas cosas, todos hacemos la vida más agradable a los demás.
(*) Entrevista de Judith Martínez.
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