Con frecuencia alentó a diversos colegas a desempeñar su trabajo sin miedo a la verdad, con responsabilidad
Un acto que puede ser un revulsivo o “despertador” para católicos adormecidos, o que ven imposible lograr en el ambiente de hoy una vida coherentemente cristiana
Este sábado será beatificado en Madrid Álvaro del Portillo, primer sucesor de Escrivá de Balaguer al frente del Opus Dei. El acto tendrá una gran cobertura mediática, con más de 30 televisiones de todo el mundo acreditadas, y retransmitiendo en directo la ceremonia Telemadrid, 13 TV, EWTN y, por supuesto, a través de la página web del Opus Dei, que también lo hará en ">Youtube.
A su beatificación acudirán más de 150.000 personas de todo el mundo, 40.000 jóvenes y buena parte del episcopado español, entre ellos el Obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente. Desde la organización informan que hay más de 1.500 autobuses inscritos, y todo indica que por el lugar −Valdebebas− y los aspectos organizativos es un acto multitudinario bien diseñado, accesible y adecuado. De la provincia de Castellón acudiremos más de 500 personas, por muy diversos motivos: por gratitud hacia Álvaro del Portillo o/y al Opus Dei, porque es un acontecimiento de la Iglesia, o por otros motivos.
Para quienes conocimos a Álvaro del Portillo, son datos que parecen un contrapunto a su vida sencilla y lejos de los “focos”, pero a la vez se alegrará por lo que supone de acontecimiento para la Iglesia, que sigue aportando santos en todos los tiempos, también en los actuales, que tan alejados parecen de la fe y de la práctica cristiana. Es un acto que puede ser un revulsivo o “despertador” para católicos adormecidos, o que ven imposible lograr en el ambiente de hoy una vida coherentemente cristiana, tanto para los que asistan como para los que lo vean a través de la televisión o las redes sociales, o escuchen o lean cuanto allí suceda.
Del Portillo tenía un gran aprecio hacia el trabajo periodístico. Con frecuencia alentó a diversos colegas a desempeñar su trabajo sin miedo a la verdad, con responsabilidad por la repercusión que tiene la información en la vida social para ejercer los derechos y deberes de modo habitual, y vivir la justicia y la profesionalidad para que las noticias lo sean por sí mismas, no sujetas a caprichos, sectarismos o impresiones. Me viene a la memoria un encuentro en Roma, en 1992, con varios periodistas de todo el mundo a raíz de la beatificación del fundador del Opus Dei, y todos nos quedamos impresionados.
Álvaro del Portillo atendía con disponibilidad y sencillez a los periodistas, sin temores. Era consciente de que era parte de su tarea al frente del Opus Dei desde 1975 hasta 1994, año en que falleció. No le molestaban las preguntas. También así servía.