En su carta pastoral del 1 de septiembre, Mons. Javier Echevarría pide a los fieles de la Prelatura: "No dejemos solos a los hombres y mujeres que sufren o son perseguidos a causa de su fe en diversas partes del mundo"
El Prelado afirma: "Todas las guerras constituyen un flagelo para la humanidad, pero se muestran especialmente horrendas las que se provocan con la falsa y blasfema excusa del nombre de Dios, como el Papa Francisco −y antes sus predecesores− ha denunciado muchas veces. En las semanas pasadas, en concreto, se ha hecho especialmente dramática la situación de los cristianos y de otras comunidades religiosas en Irak, también en Siria, en Nigeria y en otros lugares. Ante las atrocidades a las que están siendo sometidos estas hermanas y estos hermanos nuestros, cobra nueva actualidad la reflexión del Santo Padre durante una de sus homilías matutinas en la capilla de la Casa de Santa Marta: Hoy en día hay más testigos, más mártires en la Iglesia que en los primeros siglos. Y en esta Misa, recordando a nuestros gloriosos antepasados, aquí en Roma, también pensamos en nuestros hermanos y hermanas que viven perseguidos, que sufren y que con su sangre hacen crecer la semilla de tantas pequeñas Iglesias que nacen. Oramos por ellos y también por nosotros” (30-VI-2014).
"No pensemos que no podemos hacer nada. Aunque nos hallemos lejos físicamente, podemos sostenerlos en sus penas con nuestra oración, con nuestro sacrificio y, cuando sea posible, también con nuestros servicios materiales; sobre todo, con una fidelidad más acendrada a nuestros deberes cristianos. San Josemaría escribió que nuestra labor apostólica contribuirá a la paz, a la colaboración de los hombres entre sí, a la justicia, a evitar la guerra, a evitar el aislamiento, a evitar el egoísmo nacional y los egoísmos personales: porque todos se darán cuenta de que forman parte de toda la gran familia humana, que está dirigida por voluntad de Dios a la perfección".
Ante la cercanía de la beatificación de Mons. Álvaro del Portillo (que tendrá lugar en Madrid el próximo 27 de septiembre) el Prelado anima a pedir "a don Álvaro por la paz en el mundo y, de modo especial, por el consuelo de estos cristianos y de tantas otras personas de buena voluntad que están siendo atacadas a causa de sus creencias. Él sufrió en su juventud la persecución por motivos religiosos, y afrontó la posibilidad del martirio, con completa disposición a recibirlo si el Señor se lo pedía, en un registro durante los primeros meses de la guerra civil española".
Mons. Echevarría también invita a encomendarse "con auténtica fe a estos nuevos mártires contemporáneos. Les rogamos también que, desde el Cielo, nos sostengan y nos ayuden a ser testigos del amor de Cristo en nuestras familias, en los barrios y ciudades donde residimos, en nuestro país y en el mundo entero, y entre los pobres y enfermos. Que todos los cristianos sepamos ser, como ellos, luces encendidas en este mundo nuestro tan necesitado de sembradores de paz y de alegría".