Ante tanta crueldad es fácil preguntarse: “yo, ¿qué puedo hacer?”
Hay que evitar quedar atrapados por la misma espiral de odio que mueve a los fundamentalistas
Gracias a las redes sociales, el silencio sobre la persecución de los cristianos y otras minorías religiosas en Irak ha empezado a tener eco en los medios. Torturas, extorsiones, crucifixiones…
Ante tanta crueldad es fácil preguntarse: “yo, ¿qué puedo hacer?”. Sugerimos a continuación 5 modos de ayudar a los cristianos en Irak:
1. Reza
Puede parecer estéril, pero la oración es la única arma realmente eficaz para romper la espiral del odio. Es algo que está en tu mano y que puedes hacer todos los días. También cada vez que leas una noticia, veas un tuit sobre el tema, o la letra ﻥ en cualquier sitio (¿qué significa la letra ﻥ?)
2. Conoce
Puedes encontrar información en páginas como Ayuda a la Iglesia Necesitada, Infocatólica, Romereports, Aciprensa o Zenit, además de lo que aparezca en los periódicos, telediarios, etc. Es probable que a los largo de los próximos días vayan haciéndose más eco. Si quieres algo más elaborado, en Aceprensa publican análisis interesantísimos.
3. Da a conocer
Aunque parezca insignificante, la aportación de muchas pequeñas cuentas en Twitter y Facebook, ha dado voz y ha hecho crecer la noticia, ante la pasividad inicial de los grandes medios.
4. Dona
Sí, puedes hacerlo con garantías a través de la página de Ayuda a la Iglesia Necesitada, una Fundación de la Santa Sede, y además elegir si quieres que tu donación vaya a Irak, Gaza, etc., con la seguridad de que ese dinero se dedicará para el fin al que lo destines.
5. Perdona
Es fácil conmoverse ante la crueldad de las noticias recibidas sobre la persecución de los cristianos en Irak. La intervención internacional es importante para evitar un genocidio. Y con urgencia, para no llegar tarde como en los casos de Ruanda o Bosnia. Sin embargo, sería terrorífico meter a todos los musulmanes en el mismo saco que a los milicianos del ISIS.
Hay que evitar quedar atrapados por la misma espiral de odio que mueve a los fundamentalistas. Si los que cometen atrocidades consiguen que deseemos lo mismo para ellos, en el fondo habrán ganado adeptos para su causa, aunque tengamos la sensación de estar enfrente.