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Esto es con lo que se encuentra la gente de África y de otros lugares: no sólo una enfermedad mortal, sino una comunidad internacional que tiene como inversión su propia doctrina sobre el sexo y la población y que va a utilizar todo su poder político y económico para imponerlas donde son más destructivas
Cada año desde 1988, el gozoso anuncio de la Navidad ha sido precedido por el mensaje cada vez más optimista del 1 de diciembre, Día Mundial del SIDA. Este año el tema de "Cómo llegar a cero", fue lanzado el mes pasado por Hillary Clinton. Anunció que una "generación libre de SIDA" estaba al alcance de la mano si los Estados Unidos y países de todo el mundo aúnan esfuerzos para el progreso de los avances científicos.
El presidente Obama ofreció 50 millones de dólares con este fin, y a él se unieron los ex presidentes George W. Bush y Bill Clinton en la promesa de un mayor compromiso con la erradicación de la enfermedad. El lema "principio del fin", fue escrito en la Casa Blanca. Bono, Elton John y Carla Bruni-Sarkozy, dieron la cara para apoyar la causa.
Por desgracia, la promoción parece haberse deshinchado. Al declararse la crisis financiera, los gobiernos que son el pilar principal del Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria (el año pasado se comprometieron 21,7 mil millones de dólares) han decidido cancelar la próxima ronda de financiación y no se aceptarán nuevas peticiones hasta 2014.
Esto es trágico sin duda, ya que este Fondo Mundial mantiene viva cerca de la mitad (3,2 millones) de los 6,6 millones de personas que viven del salva-vidas antirretroviral (ARV), y que los esfuerzos para prevenir la transmisión vertical de madre a hijo parecen haber tenido cierto éxito. También ha habido progresos contra otras grandes epidemias. Sin embargo, todavía hay 7,6 millones de personas que necesitan el tratamiento con ARV, muchos de ellos con pocas probabilidades de recibirlo.
Pero incluso sin la defección de los países ricos, con problemas de liquidez, se presentan otras malas noticias. El SIDA podría estar de alguna manera en descenso gracias a los tratamientos, pero las infecciones por VIH vuelven a incrementarse después de disminuir durante varios años.
La cifra que da The Independent es de cerca de 2,7 millones de personas infectadas el año pasado; el doble que de personas infectadas en tratamiento. La gente se infecta ahora a un ritmo que resulta mayor que el de la posibilidad de su detección y tratamiento. En Malawi, un pequeño país africano con una población de menos de 15 millones, se prevén unas 70.000 infecciones nuevas para el próximo año.
La verdad es que no puede haber bastantes miles de millones para "terminar" una epidemia impulsada por la ideología sexual promovida por los mismos que aparentemente quieren curarla.
Esto quedó perfectamente claro hace un par de meses con la publicación de los resultados concluyentes que vinculan el uso generalizado de las inyecciones de progestina, como control de la natalidad, con la transmisión del VIH en el África subsahariana. En efecto, a principios de octubre la revista médica The Lancet publicó el estudio de un equipo internacional de investigadores que encuentra la existencia de un fuerte vínculo entre la transmisión del VIH y el uso de anticonceptivos hormonales, en especial de las hormonas inyectables como Depo-Provera.
Se duplica el riesgo, tanto de contraer como de transmitir el virus del SIDA (Cfr. Bad shot: when will WHO warn women about the contraceptive jab?). Pero aún sin este canal directo, el enfoque de "sexo positivo" de las redes de planificación familiar en los países en desarrollo, garantiza que no se dé cambio en el comportamiento básicamente responsable de la epidemia: tener múltiples parejas sexuales.
No es una casualidad, entonces, que esta semana haya miles de expertos reunidos en Senegal en la segunda Conferencia Internacional de Planificación Familiar, para impulsar el programa de planificación familiar global. También allí se van a exigir miles de millones a los gobiernos y fundaciones del primer mundo. La organizadora de la conferencia es la Dra. Amy Tsui, directora del Gates Institute for Population and Reproductive Health, y Profesora de la John Hopkins Bloomberg School of Public Health.
Según un informe, una de los temas que se están tratando en la conferencia de ICFP es "la prevención del VIH a través de tecnologías de prevención múltiple (MPTS) que protejan contra el VIH y actúen como anticonceptivos". Todavía no existen estos MPTS, pero están trabajando en ellos. Un ejemplo podría ser un anillo vaginal que libera simultáneamente un medicamento ARV y una hormona anticonceptiva. Nadie sabe lo que costaría proporcionar esta tecnología a las mujeres africanas. Mientras tanto lo que se difunde es la inyección anticonceptiva y el condón. Una está contribuyendo a la epidemia del VIH y el otro no la ha detenido.
Lo que sí ha mostrado el potencial para detener la epidemia es bien conocido: las estrategias de cambio de comportamiento utilizadas en Uganda y (menos conocido) en Zimbabwe. Uganda dio la vuelta a la epidemia en la década de 1990 con su programa de ABC, que se centra en la abstinencia para el no casado y el "picoteo cero" para el resto. Esta política ha sido socavada por las organizaciones de ayuda imponiendo los condones. Zimbabwe redujo del 27 por ciento al 16 por ciento en diez años hasta el 2007 la proporción del VIH, sobre todo según los investigadores, por la reducción del número de relaciones sexuales extramatrimoniales, comerciales y casuales.
Edward Green, el investigador de Harvard, que dio con el secreto de Uganda en 1993, ha estado tratando desde entonces de obtener el reconocimiento del cambio de comportamiento como el medio más eficaz de hacer frente a la epidemia del SIDA. En su reciente libro, Broken Promises: How the AIDS Establishment has Betrayed the Developing World (2011), relata cómo en una conferencia sobre el sida en 2004 en Washington, su presentación recibió un absoluto silencio como aplauso. Sin embargo, cuando una estudiante universitaria llegó al micrófono y dijo: «Creo que la gente debería ser capaz de tener relaciones sexuales tanto como quiera, con tantas personas como quiera» recibió una estruendosa ovación.
Esto es con lo que se encuentra la gente de África y de otros lugares: no sólo una enfermedad mortal, sino una comunidad internacional que tiene como inversión su propia doctrina sobre el sexo y la población y que va a utilizar todo su poder político y económico para imponerlas donde son más destructivas. Tan sólo en África, más de 46 millones de personas han sido infectadas con el VIH y 18 millones han muerto.
Los países desarrollados deberían avergonzarse de celebrar otro Día Mundial del SIDA, y omitirlo hasta que sea admitida nuestra responsabilidad por esta epidemia, que sería evitable.
Carolyn Moynihan es editora adjunta de MercatorNet
(*) Publicado originariamente en MercatorNet
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