El origen de la Iglesia está en Medio Oriente y las comunidades cristianas se han revelado en estos años útiles instrumentos para la reconciliación
Fue el centro del primer día del peregrinaje a Tierra Santa: Papa Francisco habló en Amán sobre la guerra fratricida en Siria y sobre la catástrofe humanitaria que desencadenó. El viernes 30 de mayo se llevó a cabo un encuentro promovido por ‘Cor Unum’ en el Vaticano para coordinar el trabajo de las agencias que se ocupan de la ayuda humanitaria para el país destruido tras tres años de conflicto. Hemos hablado con el cardenal Robert Sarah, 69 años de edad el 15 de junio, presidente de ‘Cor Unum’ y arzobispo emérito de Conakry.
Papa Francisco en Amán, comenzando su peregrinaje en Tierra Santa, volvió a pedir que se abran las negociaciones sobre Siria. ¿Cuál es la situación hoy en día?
Antes que nada, debemos agradecer al Papa que durante su viaje a Tierra Santa volvió a llamar la atención sobre el problema sirio. La situación sigue siendo dramática: la guerra continúa, en la indiferencia de la comunidad internacional, y las negociaciones de paz están en una fase de estancamiento. Según los datos que poseemos, hoy se cuentan alrededor de 140 mil víctimas, hay más de 9 millones de personas que necesitan asistencia sanitaria, el 60 % de los hospitales está destruido o no funciona. Los sirios refugiados son más de 2 millones, la mayor parte se encuentran en los países de la zona del Medio Oriente y del Mediterráneo, de los cuales, alrededor del 52% son niños y chicos menores de 17 años. Y también están los más de 6 millones de desplazados internos. Es una catástrofe humanitaria.
¿Tiene alguna noticia sobre el padre Dall’Oglio?
Desgraciadamente no, ninguna noticia oficial. Vivo con preocupación las indiscreciones que salieron estos días en la prensa, y rezo para que se revelen falsas y el padre Dall’Oglio pueda volver con sus seres queridos dentro de poco.
¿Cuál es la postura de la Santa Sede sobre el conflicto sirio?
La Santa Sede pide que las partes en conflicto permitan inmediatamente el despliegue del empeño para la asistencia humanitaria y que pongan fin a las hostilidades: el objetivo debe ser una paz acordada y duradera. Además, consideramos que se debe garantizar la integridad territorial del país. En la Siria de mañana debe haber sitio para todos, incluidas las comunidades cristianas y cualquier otra minoría.
¿Qué es lo que debe hacer la comunidad internacional?
Antes que nada, debe despertar de la modorra en la que ha caído. Es paradójico que sea noticia un misil que cae en una base de los milicianos y no la población que muere de hambre y miseria. Y después hay que dejar a un lado los egoísmos y trabajar para que volver a abrir la mesa de negociación. Ginebra 2 no puede marcar el fracaso de la estrategia de paz: es necesario volver a encontrar la valentía para una acción conjunta, sobre todo por parte de las grandes potencias como los Estados Unidos y Rusia, y también de todos los países del Medio Oriente involucrados. No me parece correcto planear armar o entrenar a los combatientes y pretender al mismo tiempo que se están buscando las vías para la paz.
‘Cor Unum’ organizó un encuentro de coordinación para las agencias que operan en el contexto de la crisis siria. ¿Por qué? ¿Cuáles son los temas sobre los que se reflexionará?
Advertimos la exigencia, que surgió sobre todo de los organismos católicos que trabajan en el contexto de la crisis, de encontrar nuevas formas de coordinación entre aquellos y la Santa Sede. La reunión del 30 de mayo, en la que participarán 25 agencias activas en Siria y en los países limítrofes, nos servirá para hacer un balance de lo que se ha hecho hasta ahora y subrayar las prioridades para el futuro.
Por ejemplo: es posible crear una mayor sinergia entre el trabajo de los obispos locales y el de los proyectos de las agencias ¿Cómo debemos movernos en el campo de la emergencia educativa y de trabajo, que una gran parte de la población siria está sufriendo? Recuerdo que esta cita está en sintonía con el que se organizó el año pasado, en el mes de junio. Entonces, después de aquella reunión, nació la primera oficina de coordinación de la información en Beirut, cuyo trabajo será evaluado durante la reunión de ahora.
¿Qué puede hacer el Pontificio Consejo ‘Cor Unum’ por Siria?
‘Cor Unum’ desempeña un trabajo que conjuga la asistencia material (construcción de escuelas, hospitales, casas, aprovisionamiento…) con el acompañamiento espiritual e ideal de los organismos católicos. Promovemos la coordinación entre los sujetos que actúan en el territorio y, en muchos casos, realizamos directamente proyectos de desarrollo con socios institucionales y privados. Una misión sanitaria para los niños sirios refugiados en Líbano (realizada con el Hospital Bambino Gesù, la Cáritas Líbano y financiadores externos, como la Fundación Raoul Follereau) ya nos ha permitido ayudar a más de 4 mil niños. Pero, según los datos de Unicef, son alrededor de 5 millones los niños que necesitan ayuda urgentemente; 10 mil habrían perdido la vida en la guerra, 1.2 millones se encuentran refugiados en los países vecinos, alrededor de 3 millones no van a la escuela.
¿Y la Iglesia, en general, cómo está actuando concretamente?
La Iglesia sigue la evolución de la crisis siria desde que comenzó, tanto en sus aspectos diplomáticos como humanitarios. En conjunto, ha donado más de 80 millones de dólares, que han sido usados en proyectos humanitarios en diferentes sectores, como la asistencia a los niños y ancianos, la alimentación, la reconstrucción de viviendas e Iglesias, la educación. Las instituciones que operan hoy en día en el territorio son más de 62, mientras que son más de 42 los organismos católicos que han financiado estos esfuerzos. En el ámbito educativo, por ejemplo, se han invertido casi 18 millones de dólares, para la reconstrucción de las escuelas, para garantizar el derecho al estudio o para promover cursos de formación. Se ha llegado a más de 310 mil chicos, y la asistencia ha llegado también a los refugiados en los estados limítrofes: Líbano, Jordania, Turquía, Chipre, Egipto, Irak, Armenia. Pero todavía hay muchísimo que hacer.
¿Cuál es la situación de las comunidades cristianas? El cristianismo corre el peligro de desaparecer de los países en los que está presente desde la época apostólica. ¿Qué es lo que pide la Iglesia?
Sería un escándalo que el cristianismo dejara de vivir en donde Jesús nació y comenzó su predicación. El origen de la Iglesia está en Medio Oriente y las comunidades cristianas se han revelado en estos años útiles instrumentos para la reconciliación. Como dijo Papa Francisco en Amán: “ofrecen el contributo para el bien común de la sociedad en la que se encuentran plenamente integradas”. Creo que no conviene a nadie sofocar las perspectivas de paz que pueden dar. La Iglesia, por ello, pide que todos estén conscientes de este hecho gravísimo: no podemos esperar siempre que una Iglesia sea destruida o que algún religioso sea asesinado para hablar de ello. Si el proceso de paz se vuelve a poner en marcha, como esperamos, habrá que garantizar la presencia de todas las comunidades en la nueva Siria. Y pensamos que en este contexto la integridad territorial del país debe ser salvaguardada.
(*) Entrevista de Andrea Tornielli
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