Lo afirma Joaquín Navarro-Valls, su portavoz durante muchos años
Trabajó, codo con codo, durante 22 años con Juan Pablo II. Joaquín Navarro-Valls es una de las personas que mejor conoció al papa polaco
Los recuerdos junto a él son innumerables pero destaca que Juan Pablo II siempre sonreía.
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«El buen sentido del humor que tenía, con los chistes que contaba y que nos pedía que contáramos nosotros... Cómo decirlo, es como una dimensión diferente de la santidad. La santidad en las cosas comunes de cada día, en las cosas cotidianas. Cuando me preguntan, “¿usted ha visto algún milagro?”. Digo, “sí, el milagro más grande que todavía no he visto escrito en un libro: su vida cotidiana”. Cómo trabajaba, cómo aprovechaba el tiempo y cómo hacía chistes con las personas de su alrededor. Tenía un increíble humor”.
Recorrió junto al Papa cinco continentes en 128 viajes y lo acompañó en momentos tan decisivos como la histórica visita a Cuba o el Jubileo del Año 2.000. Horas y horas compartidas por un Papa y un periodista y también por dos amigos. Como entonces, el exportavoz vaticano explica también hoy siente muy cercano a Juan Pablo II.
«Me han dicho: “¿le echa de menos?” Contesté: “no”. “¿Cómo si usted estaba siempre con él?”. “No, no le echo de menos”. “¿Me lo puede explicar?”. “Sí, naturalmente”. “Dependía del tipo de trabajo pero pasaba dos o tres horas con él. Ahora puedo estar en contacto con él 24 horas a diario. No le echo de menos”».
No todo el mundo puede decir que ha podido ver cómo su jefe se convierte en santo. En ese día tan señalado, Joaquín Navarro-Valls tiene un mensaje para Juan Pablo II.
«Ya he decidido qué le diré en la ceremonia. Le diré: “Juan Pablo II, gracias, gracias por la obra maestra que, con la ayuda de Dios, has hecho con tu vida”.
El 27 de abril, día de la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, será una jornada especial para todos los católicos pero, sin duda alguna, lo será más para quienes compartieron su vida con estos futuros santos de la Iglesia católica.