En la carta de este mes, el Prelado invita a preparar de diversos modos −por ejemplo, acudiendo al sacramento de la Penitencia− la Semana Santa ya cercana
El afán de conversión personal y el deseo de una buena preparación para celebrar esta próxima Semana Santa, en los que hacemos memoria y revivimos los acontecimientos centrales de la redención, son los temas con los que Mons. Javier Echevarría incide al comienzo de su Carta pastoral.
Cita algunos contenidos del mensaje del Papa Francisco para esta Cuaresma, en los que el Santo Padre, aparte de referirse a la pobreza material, pone de relieve otras formas de miseria más graves, consecuencia del alejamiento de Dios: la ‘miseria moral’ y ‘la miseria espiritual’, asegura que también con nuestra lucha personal, con nuestra vida, es necesario −lo será siempre− mostrar a esas personas la senda para recuperar la alegría y la paz; y ese camino pasa por el recurso al sacramento de la Penitencia. Tratemos de mejorar nuestras disposiciones personales al acercarnos a este medio de salvación instituido por Jesucristo, y comuniquemos a otros cómo beneficiarse de la misericordia divina.
Después de citar unas palabras de San Josemaría en Camino 310, se refiere el Prelado a la actitud de Don Álvaro del Portillo, que también insistía en la necesidad de prepararse con delicadeza para recibir este sacramento. Vivía persuadido de que las personas escucharán las mociones del Señor, que a todos llama a la santidad, si se afanan −con empeño y con paz− en caminar por las sendas de la gracia, guiados por Dios, y añadía que “el apostolado de la Confesión cobra una importancia particular. Sólo cuando media una amistad habitual con el Señor −amistad que se funda sobre el don de la gracia santificante−, las almas están en condiciones de percibir la invitación que Jesucristo nos dirige: ‘si alguno quiere venir en pos de mí...’ (Mt 16, 24)”.
Sugiere Mons. Echevarría que, próxima la Semana Santa, podemos examinar cómo hemos aprovechado personalmente este medio de santificación, cómo lo estamos difundiendo entre nuestros conocidos, cómo lo cuidamos a lo largo del año. La próxima canonización de Juan Pablo II me recuerda con cuánta frecuencia este santo Pontífice comentaba que los fieles de la Prelatura del Opus Dei han recibido el ‘carisma de la Confesión’: una gracia especial de Dios para acercar a muchas almas a este tribunal de misericordia y de perdón, y así recuperar la alegría cristiana. No cejemos en esta tarea de recurrir al perdón de Dios, de mantenernos en su amistad, y se refiere, próxima la fecha de su beatificación, a algunos recuerdos de la vida de Don Álvaro, que pueden muy bien servirnos para avanzar en la piedad personal; ahora, en concreto, preparándonos para recorrer con amor y gratitud la Semana Santa.
Concluye su Carta mencionando algunas fechas significativas de este mes de abril: el aniversario de la primera Comunión de San Josemaría, el día 23, y la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II, el 27, ocasión en que nuestra acción de gracias subirá al Cielo impregnada por el gozo de tener dos nuevos intercesores, que conocieron y amaron el Opus Dei cuando se encontraban en la tierra.
Y, como acostumbra siempre al finalizar, pide oraciones, todos los días, por sus intenciones, especialmente en el Santo Sacrificio del altar. Ahí estáis siempre todos y todas, con la Iglesia, con la entera humanidad. Y no cesemos de rezar −de querer, porque lo necesitan− por quienes se alejan o atacan a nuestra Santa Madre la Iglesia.