Una investigación concluye con datos abrumadores que el factor más determinante de progreso social es la estructura familiar
Una investigación concluye con datos abrumadores que el factor más determinante de progreso social es la estructura familiar: los hijos de padres casados mejoran con más facilidad que los que proceden de familias desestructuradas o monoparentales menos estables
La conciencia de una creciente desigualdad se agudizó en España al conocerse la evolución al alza, durante la crisis, de los sueldos de los directivos. Hemos tardado en darnos cuenta: jamás se había producido una brecha entre ricos y pobres como la actual. La solución suele resumirse en que hay que redistribuir mejor, subir los impuestos a los ricos e invertir más en las escuelas.
Ojalá fuera tan fácil. Se obvian factores culturales más decisivos y difíciles de corregir. El problema ha ganado actualidad en Estados Unidos a raíz del discurso sobre el estado de la nación y de un exhaustivo estudio de Harvard sobre la movilidad social. El famoso sueño americano corre peligro porque los índices de movilidad, las posibilidades de mejor fortuna, se han estancado.
La investigación concluye con datos abrumadores que el factor más determinante de progreso social es la estructura familiar: los hijos de padres casados mejoran con más facilidad que los que proceden de familias desestructuradas o monoparentales. Esto ya lo habían advertido otros estudios. La novedad que aporta Harvard radica en que, además, en las comunidades en las que predominan los matrimonios, también se incrementan las posibilidades de progreso para los hijos de familias monoparentales o menos estables.
Muy por detrás de la estructura familiar y por este orden, aparecen cuatro factores: segregación racial o económica (la integración facilita mucho salir de la pobreza, mientras que los guetos la perpetúan), la calidad de las escuelas, el capital social (mayores niveles de religiosidad, compromiso cívico y participación electoral, por ejemplo, predicen mayor probabilidad de éxito), y la desigualdad económica, en quinto lugar, con una incidencia débil.