Hay ocasiones en las que sí hay que hablar y el discurso al cuerpo diplomático, sin duda, era una de ellas
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El propio Francisco ha explicado que no es preciso referirse al aborto, o a otras cuestiones morales, con ocasión y sin ella, como si solo esos temas agotaran las enseñanzas del evangelio; que es preciso subrayar la parte propositiva del mensaje cristiano
La mención del Papa Francisco al aborto, en su discurso al cuerpo diplomático, fue presentada por algunos casi como una concesión a los conservadores, que habían criticado las escasas referencias que el Papa actual ha dedicado a este tema en sus primeros meses de pontificado. Esa es la interpretación que se hace, por ejemplo, en la noticia de la audiencia difundida por la agencia Reuters.
Si se lee el texto del discurso, sin embargo, se ve claramente que la referencia no era un añadido “político” destinado a acallar a los críticos, sino que forma parte de la argumentación sobre la paz. Vale la pena reproducir el párrafo:
La paz además se ve herida por cualquier negación de la dignidad humana, sobre todo por la imposibilidad de alimentarse de modo suficiente. No nos pueden dejar indiferentes los rostros de cuantos sufren el hambre, sobre todo los niños, si pensamos a la cantidad de alimento que se desperdicia cada día en muchas partes del mundo, inmersas en la que he definido en varias ocasiones como la «cultura del descarte». Por desgracia, objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos, que vienen «descartados» como si fueran «cosas no necesarias». Por ejemplo, suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto, o en los que son utilizados como soldados, violentados o asesinados en los conflictos armados, o hechos objeto de mercadeo en esa tremenda forma de esclavitud moderna que es la trata de seres humanos, y que es un delito contra la humanidad.
Además, presentar esa referencia como “concesión” invitaría a entender que Francisco no está interesado en el asunto. Y, sobre todo, transmite la incómoda impresión de que soy yo (comentarista, medio, etc.) quien decide lo que es importante para el Papa y lo que no. Ya se sabe que el propio Francisco ha explicado que no es preciso referirse al aborto, o a otras cuestiones morales, con ocasión y sin ella, como si solo esos temas agotaran las enseñanzas del evangelio; que es preciso subrayar la parte propositiva del mensaje cristiano. Pero hay ocasiones en las que sí hay que hablar y el discurso al cuerpo diplomático, sin duda, era una de ellas.