Francisco había invitado a Benedicto XVI el pasado martes, cuando fue a visitarle a su residencia
ABC / Rome Reports
Como Benedicto XVI es una persona muy sobria y de gustos sencillos, se siente muy a gusto en esa residencia, a la que no acude, como a ningún otro lugar del Vaticano, pues considera que su deber es mantenerse “oculto al mundo”
Rompiendo su rígido aislamiento voluntario, Benedicto XVI acudió el viernes a Casa Santa Marta para almorzar con el Papa Francisco, quien le había invitado el pasado lunes durante su visita a la residencia del Papa emérito para felicitarle la Navidad. La llegada de Benedicto XV fue una pequeña sorpresa para los pocos residentes que viven en la casa estos días navideños.
Sin ninguna ceremonia especial, el Papa y su predecesor se sentaron a la mesa junto con sus respectivos secretarios −Alfred Xuereb y Georg Gaenswein− y otros dos invitados: el arzobispo francés Dominique Mamberti, responsable de las relaciones con los Estados, y el sacerdote norteamericano Peter Bryan Wells, asesor para asuntos internos de la secretaría de Estado.
Durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro, el Papa comentó a los periodistas que siente un enorme afecto por su predecesor y suele invitarle a participar un poco más en la vida normal del Vaticano. Lo cierto es que pocas veces consigue “arrancarlo” de la residencia Mater Ecclesiae, pero la invitación para una comida con motivo de las fiestas navideñas era irresistible.
Durante su pontificado, Benedicto XVI celebraba de vez en cuando almuerzos en Casa Santa Marta cuando el número de invitados era muy alto. Como es una persona muy sobria y de gustos sencillos, se siente muy a gusto en esa residencia, a la que no acude, como a ningún otro lugar del Vaticano, pues considera que su deber es mantenerse “oculto al mundo”.
A partir de enero, la Casa Santa Marta será todavía más abierta pues podrán acudir por turno a la misa de las siete de la mañana personas de las trescientas parroquias de la ciudad. El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, anunció que «como el Papa no va a poder visitar todas las parroquias de Roma, se dará la posibilidad de participar en la misa con él al menos a algunos representantes», que serán en torno a 25 personas por parroquia cada día.
Desde el pasado mes de marzo, el Papa ha tenido como invitados a su misa a la mayor parte de los empleados del Vaticano, a quienes ha saludado uno por uno cada día al final de la celebración. Pero Francisco se considera muy seriamente, obispo de Roma y, visto que no puede visitar libremente las parroquias como hacía en Buenos Aires, recibirá a grupos de fieles en su casa.