alfayomega.es (Entrevista de Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo)
«Es un documento que nos va a hacer mucho bien», dice monseñor Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona y autor de Evangelizar, uno de los referentes en España de la pasión por la evangelización
«El Papa nos está pidiendo a todos los cristianos que vayamos a encontrarnos con nuestros prójimos, para darles la noticia de que Dios nos ama, y de que es la garantía de la felicidad y de la alegría verdaderas», afirma.
¿Cuál es su primera impresión tras la lectura de la Exhortación del Papa?
Creo que esta Exhortación expresa muy bien la preocupación y el estilo del Papa; es un documento incisivo dirigido a toda la Iglesia para ponernos en marcha en clave de evangelización, y lo hace de una manera muy del Papa, que refleja muy bien cómo es él. Es muy directa, personal y concreta, y resulta, sobre todo, muy estimulante. A mí me ha gustado mucho, y transmite una preocupación misionera muy sincera y muy exigente también.
El Papa quiere que haya una transformación misionera de la Iglesia, una auténtica conversión pastoral. Nos está pidiendo a todos los cristianos que dejemos nuestros refugios y nuestras comodidades, que abandonemos nuestros problemillas internos y vayamos a encontrarnos con nuestros prójimos, para darles la noticia de que Dios nos ama, que podemos contar con la compañía y la cercanía de Cristo, que es la garantía de la felicidad y de la alegría de verdad.
Hay pasajes llamativos, como cuando dice que la moral debe estar al servicio del Evangelio, no al revés.
Antes de predicar la moral que propone la Iglesia, primero hay que mover religiosamente el corazón de la gente. Tiene poco sentido pedir a la gente que viva como Dios quiere, cuando en realidad no tiene una relación personal con Dios. Antes que nada, es necesario facilitarles el encuentro y la sintonía con Dios, que puedan descubrir su bondad; luego ya vendrá el decirles que Dios nos pide vivir de determinada manera. Lo primero es despertar la adoración, el afecto y la gratitud; eso implica que, primero, Jesús sea alguien importante en su vida. Es muy sensato y realista.
En algunos puntos parece también una auténtica encíclica social...
Sí, y en otros puntos parece casi una instrucción catequética. El capítulo dedicado a la homilía parece sacado de una charla a unos curas jóvenes, sobre cómo deben dirigirse a los fieles para llegar a su corazón, todo eso de preparar bien la predicación, de sentir y rezar la homilía...
Y lo que dice de los pobres es conmovedor, la fuerza con la que dice que los pobres tienen que entrar dentro de la evangelización. El amor a los pobres es parte de la Buena Nueva que tenemos que anunciar: Dios nos ama a todos, y eso es lo que tenemos que transmitirles también a ellos. Y subraya algo fundamental: no los podemos anunciar con verdad el Evangelio si no los amamos. No se trata de dar una limosna, se trata de quererlos. Todo eso me ha conmovido.
Sobre la opción preferencial por los pobres dice cosas llamativas.
Pide para ellos una atención material, pero, sobre todo, religiosa, porque eso es sintonizar con la voluntad de Dios. El Señor es el primero que ha hecho esta opción por los pobres, algo que no puede traducirse inmediatamente en medidas políticas. El Papa dice que el mejor servicio que les podemos hacer es anunciarles el Evangelio y atenderlos espiritualmente.
¿Qué le han perecido los párrafos dedicados a la renovación de las estructuras de la Iglesia?
El Papa nos pide mucho a todos. Incluso dice que el mismo Papa tiene que convertirse, y los obispos también; pero siempre con un tono de fraternidad, cercanía, igualdad..., y con la alegría de saber que todos somos hermanos e hijos de Dios. Ese tono espiritual de vivir la fe juntos en la bondad de Dios está por todas partes del documento.
El Papa cita la Evangelii nuntiandi, de Pablo VI, y también el magisterio de Juan Pablo II y de Benedicto XVI; y también alude a algunos documentos episcopales de los obispos franceses, filipinos, estadounidenses, indios..., es decir, de Iglesias que están viviendo más intensamente la llamada a la evangelización.
Al hombre de la calle, a la madre de familia, al joven en la universidad..., ¿qué nos pide el Papa?
Nos da a todos un punto de partida: el amor de Jesús y el amor por Jesús. Sólo el que es feliz por este amor es capaz de evangelizar a los demás: ésta es la verdadera espiritualidad de la misión. El Papa nos exhorta con un optimismo realista, no idealista, que se apoya en la fuerza de la resurrección de Jesús, en su presencia junto a nosotros y en el poder de su Palabra. Hay que recomendar su lectura a sacerdotes, religiosos, catequistas, padres de familia..., y a todo el que quiera vivir a fondo la fe y transmitirla.
Es un documento escrito con una actitud humilde, con un estilo pastoral cercano y entrañable. Nos va a hacer mucho bien.
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