La publicación, que ya está en las librerías, contiene 288 voces y ha contado con 226 autores
José Luis Illanes, director del Instituto Histórico San Josemaría Escrivá y coordinador del diccionario, ha destacado que se trata de una obra "de alta divulgación y, por tanto, de nivel científico"
La editorial Monte Carmelo ha publicado esta semana el Diccionario de San Josemaría Escrivá de Balaguer, una obra que se incluye en su colección de grandes diccionarios, y en la que se explica, a través de 288 voces, la figura y la predicación del fundador del Opus Dei. Desde una doble perspectiva, una biográfica-histórica, y otra teológica-espiritual, esta publicación facilita el conocimiento de su personalidad y de su mensaje
El Diccionario de San Josemaría Escrivá de Balaguer, promovido por el Instituto Histórico San Josemaría, ha sido elaborado por más de 226 autores de 32 países. En él se profundiza en el sentido de su magisterio, que se alimenta de las Sagradas Escrituras, de la Tradición de la Iglesia, de la luz recibida el 2 de octubre de 1928 −fecha fundacional del Opus Dei−, y de su amplia experiencia sacerdotal.
Un mensaje ordinario y universal
José Luis Illanes, director del Instituto Histórico San Josemaría Escrivá y coordinador del diccionario, ha destacado que se trata de una obra «de alta divulgación y, por tanto, de nivel científico» y considera que servirá como libro «de referencia general que se ocupa no sólo de la vida de San Josemaría, sino también de su mensaje y doctrina, y de la institución a la que había dado vida». En su opinión, el manual, que se puede encontrar ya en las librerías, «pone de manifiesto uno de los rasgos más característicos del espíritu» del Fundador del Opus Dei: «la universalidad del mensaje de santificación en medio del mundo».
Illanes espera que el diccionario «ayude a los lectores a conocer mejor la vida y las enseñanzas de quien fue una de las personalidades más relevantes de la historia de la Iglesia en el siglo XX, y guía para la vida de personas de muy diversas condiciones y países, un “santo de lo ordinario” −según lo calificó el beato Juan Pablo II el día siguiente a su canonización−, es decir, un promotor de un camino de santidad y de apostolado, de una existencia cristiana sincera y profunda, en las variadas circunstancias de la vida ordinaria en medio del mundo».