El Papa Francisco lo clavó en su visita a Cerdeña el fin de semana pasado: el capitalismo es una decisión mundial
Señalar la libertad como el origen del sistema económico y financiero, de la ciencia, del Estado, abre muchos caminos para el diálogo, la creatividad y la acción
El Papa Francisco lo clavó en su visita a Cerdeña el fin de semana pasado: el capitalismo es una decisión mundial. En un encuentro con los trabajadores (en su mayoría desempleados) de la isla, les dijo que su situación es consecuencia de una decisión mundial y matizó que esta decisión es el sistema económico actual.
Esta definición, tan breve como rotunda, lo clava por dos razones: porque cuanto existe es fruto de una decisión libre y porque todos los defensores del capitalismo (o lo que sea que hay ahora) suelen fundarlo, en cambio, en palabras como «es el sistema más natural, lógico y espontáneo».
Dar al capitalismo (blando, fuerte: lo que sea) su marco merece un aplauso; es decir, coger al sistema económico en que miles de personas reales se sacrifican a una mano invisible y situarlo en su plano de coordenadas, el de la libertad humana, es un gran acierto. Me parece un gran acierto: ¡tres hurras por Francisco!
Dos textos me vienen a la cabeza al escuchar esta definición cercana del sistema económico actual. El primero, Contra el método de Paul Feyerabend. Feyerabend va más allá y afirma que es la libertad quien marca algo tan aséptico como qué es ciencia y qué no. Para Feyerabend, la ciencia exacta, la de hoy en día, no es más que una decisión. Una decisión que ha acabado en dogmatismo, en cárcel para la libertad misma.
La otra cita es la definición que un anarquista alemán, no recuerdo cómo se llama, daba del Estado. Decía: «El Estado es una relación». Una relación entre personas. Una forma de relacionarse. Esta definición, mucho más exacta y sencilla que las exageraciones de Proudhon, acerca de algo tan abstracto y escurridizo como el Estado moderno (o posmoderno) a las personas mismas y a las relaciones entre ellas, en las que deciden darle vida.
Señalar la libertad como el origen del sistema económico y financiero, de la ciencia, del Estado, abre muchos caminos para el diálogo, la creatividad y la acción. ¿Por qué alguien tomó la decisión de actuar así? ¿Fueron buenas sus razones? ¿Lo siguen siendo? No es casual que Feyerabend conociera tan en profundidad la historia de la ciencia. En este diálogo, cuanto mayor sea la amplitud de miras, mejor. Es decir, el interés principal del ser humano no es “comprar barato y vender caro”, sino morir contento y en paz.
Pero la libertad no sólo es el origen de los “sistemas”; también es su vida. Hay unas pocas personas que deciden cómo deben ser las cosas y otra gran cantidad (el resto) que misteriosamente decide aceptarlo y por tanto, en muchos casos, padecerlo. La película " target="_blank">Funny Games muestra con exactitud hasta qué punto una víctima elige serlo. Basta que estas personas, tras hablarlo y sopesarlo, decidan que no sea así para que no sea así. Y, de nuevo, esta decisión abre la puerta a la creatividad de cada uno y que solo cada uno puede descubrir.