Atrás han quedado los tiempos de rechazo y de sospecha, de uno y otro lado <br /><br />
ReligionConfidencial.com
Pienso que vale la pena comenzar estas líneas felicitando a la ‘Fundación Ramón Areces’ por esta iniciativa, que se celebrará en Madrid los próximos días 10 y 11 de noviembre.
Atrás han quedado los tiempos de rechazo y de sospecha, de uno y otro lado. En uno de los encuentros promovidos por el Consejo Pontificio de la Cultura, un teólogo, Ravasi, y un científico, el genetista Axel Kahn, reconocieron abiertamente la necesidad de un diálogo; de eliminar toda exclusión.
«Dos miradas, la de la ciencia y la de la fe, para una visión completa de la realidad que se explora», señaló Ravasi. «"¿Por qué es bello un cuadro?" se pregunta Kahn, y se contesta: "No hay una respuesta científica a esta pregunta, pero es legítimo proponerla, así como preguntarse si algo está bien o mal"».
«Se puede pensar en la experiencia del enamoramiento, en la que constantemente traspasamos lo que la ciencia nos ofrece y vemos en el rostro del otro la belleza más allá de la objetividad». Considera Ravasi, y afirma: «Se trata de un conocimiento verdadero, aunque no es el mismo que el de la geometría, el de la racionalidad».
Y Kahn insiste: «nuestro mundo está fundado sobre los que creen y los que no creen, pero es necesario crear el futuro juntos; hay que dialogar sobre lo que unos y otros consideran el camino correcto».
"¿Todavía importa Galileo?", "Origen y Creación en el universo del Big-Bang", "Heisenberg, Gödel, y la cuestión de la finalidad de la ciencia", "Cerebro y alma: nuevas formas de mirar un viejo problema", son títulos de algunas de las conferencias previstas.
Para el diálogo, puede objetar alguien, se necesita utilizar un mismo lenguaje; y la ciencia y la religión hablan lenguajes distintos. Kahn admite, sin embargo que el diálogo es útil y necesario, sencillamente porque el hombre «mira al prójimo como a un interrogante, alguien a través de cuyo valor de ser humano percibo mi propio valor».
Esta reciprocidad entre los hombres, lleva a Kahn, agnóstico no ateo, como él mismo se definió, a reconocer que «desde fuera de la Revelación, es la condición del pensamiento moral». Bien y mal, amor, que la ciencia no puede establecer. Y que tampoco está al alcance de la propia razón del hombre. Ya Stanley L. Jaki señaló en su día que Spinoza, con su Ética lo único que había conseguido era dejar claro que una "ética científica" era imposible.
Benedicto XVI, que no deja de aprovechar cualquier ocasión para mantener este diálogo abierto, entre ciencia y religión, entre fe y razón, ha recordado recientemente:
«Los científicos no crean el mundo, sino que aprenden de él y tratan de imitarlo, a través de las leyes y la inteligibilidad que la naturaleza nos manifiesta. La experiencia del científico como ser humano es, pues, la de percibir una constante, una ley, un logos que no ha creado pero que, en cambio, ha observado: de hecho, nos lleva a admitir la existencia de una razón todopoderosa, que es distinta de la del hombre, y que sostiene el mundo. Este es el punto de encuentro entre las ciencias naturales y la religión. Como resultado, la ciencia se convierte en un lugar de diálogo, un encuentro entre el hombre y la naturaleza y, potencialmente, incluso entre el hombre y su Creador».
"Temas éticos en el comienzo y en el fin de la vida", es otra de las conferencias del Simposio. Es cierto que los lenguajes son diferentes; y a la vez, es también cierto que es el mismo hombre, el único hombre, quien los habla: ¿por qué un análisis científico del universo no puede ayudar también a la mente del hombre a descubrir la gloria de Dios en el firmamento?