Dos millones de razones son el primer aval para que la JMJ se convierta en el próximo Premio Príncipe de Asturias a la Concordia
Los peregrinos que han viajado hasta Madrid han planteado que otro futuro es posible
Dos millones de jóvenes de 193 nacionalidades unidos por una misma fe sin importarles las banderas que defiende cada uno, los colores de su piel o las ideas cocinadas en casa. Estas dos millones de razones son el primer aval para que la Jornada Mundial de la Juventud se convierta en el próximo Príncipe de Asturias a la Concordia.
La iniciativa ya está en marcha y La Razón ha querido formar parte desde el minuto uno de la propuesta, al considerar la JMJ un ejemplo de civismo y generosidad y cumplir fielmente con el espíritu de la candidatura a este galardón que busca reconocer a "la persona, institución, grupo de personas o de instituciones cuya labor haya contribuido de forma ejemplar y relevante al entendimiento y a la convivencia en paz entre los hombres, a la lucha contra la injusticia, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia o a la defensa de la libertad, o que haya abierto nuevos horizontes al conocimiento o se haya destacado, también de manera extraordinaria, en la conservación y protección del patrimonio de la Humanidad".
Y es que esta fiesta de los jóvenes, fundada hace 26 años por el beato Juan Pablo II ha vivido hace una semana en Madrid una edición que ha supuesto un revulsivo para las propias Jornadas, además de lanzar un mensaje contundente de esperanza a nuestro país en plena crisis. «Y no sólo por los beneficios económicos y el refuerzo de la marca ‘España’ que ha supuesto este encuentro de los jóvenes con Benedicto XVI, sino por la actitud fraterna de los peregrinos, que, como señalaba anteayer el cardenal Rouco, se comportaron "como verdaderos cristianos, incluso cuando se metían con ellos"».
Otro futuro es posible
«Estos jóvenes nos han dado una lección de que se puede sufrir por una situación económica y social complicada, pero al mismo tiempo ser constructivos, vivir sin estar indignados», ha subrayado en más de una ocasión Yago de la Cierva, director ejecutivo de la JMJ. Y es que frente a las etiquetas de generación "nini", perdida o del botellón, los peregrinos que han viajado hasta Madrid han planteado que otro futuro es posible desde ese "entendimiento y convivencia" que inspira el Príncipe de Asturias. La prueba es que durante estos días ha sido posible ver a jóvenes de países en guerra estrechando sus manos, de agnósticos y de otras confesiones volcándose como voluntarios para sacar adelante los actos y celebraciones presididas por Benedicto XVI.
Combatir la pobreza, la injusticia, así como defender los derechos humanos son el pilar fundamental del galardón más importante de nuestro país, pero también el ser y hacer de la JMJ. Así, el Fondo de Solidaridad, sufragado por los propios jóvenes participantes, ha permitido que viajaran hasta España peregrinos de países con serias dificultades, además de sacar adelante dos proyectos de Caritas para ayudar a familias con riesgo de exclusión social en Madrid y para contribuir a la formación de jóvenes en zonas castigadas de Brasil, país que acogerá la próxima Jornada Mundial de la Juventud. Y podría hacerlo con el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia bajo el brazo.