Hay temas de fe y de moral en los que no caben evasivas, en los que no cabe provocar el engaño y el escándalo en los creyentes<br /><br />
ReligionConfidencial.com
No ha temblado nunca la voz de los Papas, de los Obispos, de tantos sacerdotes, para condenar y rechazar esas matanzas de inocentes. Y no ha temblado en ningún momento de los 2.000 años de historia de la Iglesia
¡Cuánto se agradece una palabra clara, un gesto claro, de los que no quepa más que una interpretación verdadera!
La Iglesia ha dicho repetidas veces esa “palabra” para dejar clara luz en la inteligencia de los creyentes sobre la verdadera doctrina acerca del aborto provocado y premeditado. No ha temblado nunca la voz de los Papas, de los Obispos, de tantos sacerdotes, para condenar y rechazar esas matanzas de inocentes. Y no ha temblado en ningún momento de los 2.000 años de historia de la Iglesia.
¿Por qué ahora siguen en vigor las dudas sobre la posible —y parece que probada— práctica de “abortos en hospitales en cuya dirección participa la Iglesia”; según las noticias publicadas recientemente?
Hay temas de fe y de moral en los que no caben evasivas. En los que no cabe provocar el engaño y el escándalo en los creyentes. Hungría acaba de dar un buen ejemplo a todo el Occidente democrático; y ha escrito en su Constitución, aprobada por una Parlamento elegido democráticamente por el pueblo húngaro, y que sustituye a la impuesta por regímenes comunistas y herederos de los comunistas, que: “La vida de un feto será protegida desde su concepción” (art. 2).
Yo estoy esperando, y conmigo muchos, muchísimos hombres y mujeres de Fe, de este país, una palabra, un gesto que desvincule para siempre, y definitivamente a la Iglesia Católica, Apostólica, Romana, de esas prácticas abortivas de las que son acusados hospitales con nombres de santos, y en cuya gestión parece que participan algunas entidades vinculadas con la Iglesia.
Una palabra que no puede limitarse a escurrir el bulto, a base de afirmaciones generales de rechazo del aborto; y mucho menos a afirmar que no se sabe nada. Dar largas y evasivas ante acusaciones respaldadas por cifras del Ministerio de Sanidad que tiene en sus listas de centros en los que se han practicado abortos, al Hospital de San Pablo de Barcelona y al Hospital General de Granollers, no hace más que aumentar el escándalo entre los fieles. Y no se trata, precisamente, de un escándalo de pusilánimes. Si acaso, el escándalo lo provoca y lo origina la pusilanimidad de la Jerarquía.
El Vaticano ha comenzado a hablar, y a llamar la atención. Sería una verdadera pena que esta situación acabase como los escándalos sobre la actuación de algunos sacerdotes, y que ha llevado a que varios Obispos, y también algún Cardenal, hayan tenido que ser removidos de su sede, en Irlanda, en Estados Unidos, y en otros países.
No quiero ser dramático; pero se me ocurre pensar que los niños muertos en el seno materno en esos hospitales, claman con más fuerza ante el Señor, para que la cadena de asesinatos no siga adelante; y que la Jerarquía de Barcelona y de Terrassa, digan —y sin tardar— la palabra clara y definitiva de desvinculación con estos crímenes; o aclaren, en su caso, que todas estas noticias que nos llegan son mentiras.
¿Quién puede justificar lo injustificable: que el arzobispado de Barcelona esté en la administración del Hospital de San Pablo; y que el obispado de Terrassa, por medio de un párroco, esté en el patronato del Hospital de Granollers, en estos momentos en los que sobre esos hospitales pesan acusaciones criminales tan graves?