El Papa Juan Pablo fue un líder espiritual para los católicos y para la humanidad
La Gaceta
Él nos iluminó y enseñó que todas las personas están llamadas a la grandeza; que nuestra insignificante existencia debe trascender y evitar la mediocridad
En estas páginas de política, y si esta significa cambiar las cosas, les escribo hoy sobre el que, a mi juicio, es el mayor político que ha dado la historia. Se sublevó contra el pensamiento contemporáneo; denunció el relativismo moral; contribuyó a la derrota del comunismo pero criticó con dureza el capitalismo salvaje. Fue un revolucionario. Hizo la guerra, pero “sin odiar ni matar”, para acabar con la opresión totalitaria. Ese gran líder político fue… ¡Un Papa!
Un líder espiritual para los católicos y para la humanidad porque no sólo habló para los primeros, sino que hizo trascender el mensaje de Jesús a todos los pueblos. Un carismático visionario que fomentó el diálogo interreligioso y cuya fuerza y determinación nunca estuvo reñida con el amor cristiano. Su reprimenda al teólogo de la Liberación, Ernesto Cardenal, y su perdón hacia Ali Agca, son dos ejemplos que lo atestiguan.
Fue el Papa viajero; el Papa joven («¡un joven de 82 años!», nos dijo en Cuatro Vientos); el Papa mediático, e incluso periodista, pues disfrutaba transmitiendo la verdad. Un Papa de extraordinaria inteligencia, en cuyas publicaciones dio a la Palabra su verdadero significado: descubrimiento. Tierno pero con carácter. Fuerte pero humilde, que entonó el “mea culpa” por los errores de la Iglesia y que nos imprimió a fuego en el alma su «¡No tengáis miedo a abrir las puertas a Cristo!».
Fue sólo… un hombre. Una personalidad arrolladora al que la fuerza de Dios transformó en “un gigante”. Él nos iluminó y enseñó que todas las personas están llamadas a la grandeza; que nuestra insignificante existencia debe trascender y evitar la mediocridad. Volar como las águilas, no como aves de corral. Ansío y espero a esa grandeza en la política. Hacen falta gigantes y sé que estos están todavía por llegar.