Un millón de personas se han congregado en El Vaticano para participar en la Beatificación de Juan Pablo II. Benedicto XVI subrayó el testimonio de fe, de amor y de valor apostólico del nuevo beato, que ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, y a no tener miedo de la verdad, «porque la verdad es garantía de libertad». El Papa ha establecido que se pueda celebrar su fiesta cada año el 22 de octubre.
«¡Dichoso tú, amado Beato Juan Pablo II, porque has creído! Te rogamos que continúes sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios». Fue la invocación de Benedicto XVI tras la homilía de la Misa en la que beatificó a su predecesor.
El papa leyó la fórmula de beatificación: «Después de haber escuchado el parecer de la Congregación para las Causas de los Santos, con Nuestra Autoridad Apostólica concedemos que el Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II, Papa, de ahora en adelante pueda ser llamado Beato y que se pueda celebrar su fiesta en los lugares y según las reglas establecidas por el derecho, cada año el 22 de octubre».
Tras pronunciar la fórmula de beatificación se escuchó una multitudinaria ovación de los cientos de miles de personas congregados en la Plaza de San Pedro y alrededores. Los aplausos se prolongaron cuando quedó descubierto el tapiz con la imagen del nuevo Beato Juan Pablo II —Karol Josef Wojtyla— que reproduce una sonriente fotografía suya de 1995.