Durante su pontificado, Juan Pablo II tuvo una cita inaplazable: cada Semana Santa recibía a miles de universitarios
">Gracias Juan Pablo II
VIDEO:">Congreso UNIV 2011 recordará especialmente a Juan Pablo II
VIDEO: Audiencia del Papa con el UNIV 2011
«Es una idea muy buena hacer cada año en Roma esta reunión internacional de estudiantes de todo el mundo. Además, es una buena oportunidad para vosotros encontraros así y cantar juntos: es una gran alegría, para mí es una gran alegría». (Juan Pablo II, Cortile de san Dámaso, 7 abril 1985)
Los jóvenes universitarios participantes en el Congreso UNIV 2011 han desarrollado varias iniciativas para agradecer a Juan Pablo II todos los buenos ratos que compartió con los jóvenes que acudieron a Roma en Semana Santa para participar en más de 20 ediciones del congreso.
Incluimos algunas de sus intervenciones dirigidas a los jóvenes del UNIV.
¿Qué es el UNIV?
«El UNIV, que cada año se reúne aquí en Roma desde todo el mundo, es un conjunto de estudiantes. Jóvenes que se dejan ver y se hacen oír... (...)
¿Qué quiere decir ‘UNIV’? Significa ser-juntos estudiantes de diversos países de todo el mundo, de diversas lenguas, de diversas culturas, pero juntos. Ser juntos, estar juntos. También aquí, en este Cortile de san Dámaso, estáis todos juntos. Así, me viene a la cabeza el estar juntos de los primeros Doce, ese ser-juntos que tenía lugar en Jerusalén más o menos en el mismo momento en que nosotros estamos aquí; quiero decir el día de Pascua, la tarde de la Pascua, en el Cenáculo. Y sabéis bien que Jesús estuvo entre ellos. (...)
Porque este ser-juntos vuestro es ciertamente en el nombre de Jesús. Os habéis reunido de todo el mundo. Pertenecéis a pueblos diversos, tenéis lenguas y culturas diversas. Sois estudiantes, y esto os une profesional y generacionalmente: sois la generación de los jóvenes. Pero estáis reunidos en el nombre de Jesús. Por eso buscáis siempre la Semana Santa y buscáis esta Semana Santa en Roma para estar reunidos en el nombre de Jesús.
Esto quiere decir ‘UNIV’, cada año y en este año ’90. Os deseo que en este encuentro, en este estar juntos, esté siempre presente Jesús que sopla sobre vosotros, que da el Espíritu Santo —«Recibid el Espíritu Santo»— y que envía, envía en misión. Como envió a los Apóstoles, os envía también a vosotros. Todos somos enviados, apóstoles. Apóstoles: esta es otra definición del ser cristianos. E igualmente la finalidad de nuestro ser-juntos es ser apóstoles, ir luego individualmente o en grupo —dos o tres— y llevar su mensaje, llevar el Evangelio, llevar a Jesús».
Cortile de san Dámaso 15 abril 1990
El auténtico progreso humano
«Reflexionad: ¿Qué voz, qué maestro del pensamiento puede fundar la unidad entre los hombres y las naciones, sino el que, dando la propia vida, ha obtenido para todos nosotros la adopción de hijos del mismo Padre? Precisamente esta filiación divina, que Cristo nos conquistó en la cruz y se realizó con el envío del Espíritu Santo a nuestros corazones, es el único fundamento sólido e indestructible de la unidad de una humanidad redimida».
Aula Pablo VI, 10 abril 1979
«El Congreso en el que participáis tiene como tema: Un rostro humano para un mundo global. Se trata de un tema que os permite confrontar experiencias y propuestas sobre la globalización, un fenómeno que seguramente va a caracterizar cada vez más a la sociedad en el futuro.
Vosotros descubrís los aspectos positivos de este proceso, pero no ignoráis sus peligros. La economía no puede imponer los modelos y el ritmo del desarrollo, y, aunque conviene ayudar a satisfacer las necesidades materiales, nunca se han de ahogar los valores del espíritu. Lo verdadero debe prevalecer sobre lo útil, el bien sobre el bienestar, la libertad sobre las modas y la persona sobre la estructura. Por otra parte, no basta criticar; es necesario ir más allá: es preciso ser constructores. En efecto, el cristiano no puede limitarse a analizar los procesos históricos actuales, manteniendo una actitud pasiva, como si desbordaran su capacidad de intervención, al estar guiados por fuerzas ciegas e impersonales. El creyente está convencido de que todo acontecimiento humano está dirigido por la providencia de Dios, el cual pide a cada uno que colabore con él para orientar la historia hacia un fin digno del hombre».
Aula Pablo VI, 9 abril 2001
«¡Cuánto pueden influir en la sociedad un hombre y una mujer de fe! Forma parte del realismo cristiano comprender que los grandes cambios sociales son fruto de pequeñas y valientes opciones diarias. Vosotros os preguntáis a menudo: ¿cuándo llegará nuestro mundo a configurarse plenamente al mensaje evangélico? La respuesta es sencilla: cuando tú seas el primero en obrar y pensar establemente según Cristo, al menos una parte de ese mundo le será entregada en ti. El beato Josemaría, en cuya espiritualidad os inspiráis, escribió: "Eres, entre los tuyos —alma de apóstol—, la piedra caída en el lago. Produce, con tu ejemplo y tu palabra, un primer círculo... y este, otro... y otro, y otro... Cada vez más ancho. ¿Comprendes ahora la grandeza de tu misión?" (Camino, 831)».
Aula Pablo VI, 9 abril 2001
El trabajo universitario
«Este es el tema que quiero ofreceros hoy para vuestra reflexión: la experiencia y el sentido de vuestra libertad. El estudio que os ocupa, el desarrollo de vuestra formación cultural y humana, están haciendo que madure en vosotros una percepción siempre más plena de la libertad y de sus posibilidades. Ahora bien, esta progresiva experiencia debe tener lugar no sólo como experiencia de un don, sino sobre todo como una tarea, como un esfuerzo: el esfuerzo de la libertad, como he dicho recientemente hablando a los estudiantes y a los profesores de la Universidad de Roma. Estas palabras —tarea, esfuerzo— ponen ante la conciencia la incuestionable realidad de la responsabilidad moral —amplia en sus contenidos y fuerte en sus exigencias— que recae sobre cada hombre que llega a conocer la propia libertad. Pero quien vive, como vosotros, en la búsqueda de la verdad está llamado a descubrir tal responsabilidad moral con singular claridad. La tarea que se abre ante vosotros es sobre todo ésta: que la experiencia de esta libertad se funde y se profundice en el terreno de aquellas verdades últimas que explican al hombre el sentido de la propia existencia y del propio destino, y determinan las razones de las propias elecciones. (...)»
Queridísimos, sé que vosotros entendéis bien y apreciáis la importancia del momento que nos ha tocado vivir. Sé que comprendéis y estáis dispuestos a asumir la tarea que en él, como cristianos, os corresponde. Es necesario que sepáis crear dentro de vosotros y a vuestro alrededor amplios espacios de humanidad. Espacios para acoger y hacer madurar una sabiduría acerca del hombre, que ilumine hoy vuestro estudio universitario e incida mañana en vuestro servicio profesional.
La Universidad me parece un ámbito particularmente adecuado para descubrir y aceptar con coherencia la propia vocación de cristianos que viven en medio del mundo y se sienten responsables del mundo. La de los universitarios es una tarea grande; no se puede reducir a la necesidad de acumular conocimientos sectoriales en los diversos campos del saber. Os espera la tarea —el esfuerzo— de integrar las verdades parciales con la Verdad suprema, la libertad con la responsabilidad moral, en una sólida unidad de vida cristiana».
Aula Pablo VI, 14 abril 1981
Cambiar el mundo... ¡comenzando por nosotros mismos!
«Pensando en lo que habéis dicho me ha venido a la cabeza una reflexión que probablemente tiene que ver también con mi próxima visita a Inglaterra. Es de un escritor inglés que, mirando a Londres —una grandísima ciudad que, como muchas otras grandes ciudades, se estaba descristianizando— y pensando en esto mismo, rezaba así al Señor: "Dame diez santos, y cambiaré esta ciudad".
Me habéis hablado de vuestros colegas que no tienen interés por los temas espirituales, religiosos, éticos, y viven con superficialidad. La respuesta a esto se encuentra en la parábola de la levadura y de la masa: la levadura cambia la masa, la hace crecer y convertirse en pan. Pienso que vosotros, habiendo recibido la gracia de una vocación cristiana más madura, más profunda, ciertamente podéis seguir actuando como la levadura en la masa.
Así pues, vosotros podéis ser como la levadura en la masa, como aquellos que son capaces de cambiar incluso las grandes metrópolis, las grandes ciudades, los grandes ambientes intelectuales, y pueden traer un futuro mejor, porque en la realidad humana todo se hace por medio del hombre, es el hombre quien hace. Ciertamente, si el hombre es llevado por la fuerza de Dios, en la Gracia de Dios, si camina con Dios, es capaz de cambiar el mundo. Deseo, para vosotros, cambiar el mundo, mejorar el mundo. Que la última palabra de este UNIV sea este deseo: mejorar el mundo».
Cortile de san Dámaso, 11 abril 1982
«Sé que todos vosotros, siguiendo la formación que se os ofrece en los centros de la Prelatura del Opus Dei, os empeñáis en serio en buscar a Cristo y en amarlo a través de las tareas que lleváis a cabo en la sociedad. Vosotros conocéis la gran necesidad que hay en la Iglesia hoy de una profunda y vibrante renovación espiritual. También sé que puedo contar con la disponibilidad de todos los que estáis aquí presentes para ser ardientes colaboradores de esa renovación. ¡No defraudéis esta confianza del Sucesor de Pedro!, ¡no defraudéis esta confianza que Dios pone en vosotros!
Estudiando y trabajando codo a codo con tantos compañeros vuestros, haceos portadores de este anuncio lleno de alegría. Mediante la amistad ayudáis a todos a descubrir la belleza de la fe en Jesucristo. Sed con vuestras vidas un ejemplo atractivo y sincero de las virtudes cristianas sin excluir ninguna, tampoco aquellas que tan a menudo son olvidadas o incluso ridiculizadas por la cultura materialista y hedonista: que vuestro coetáneos aprendan de vosotros la amable exigencia de la solidaridad, tan necesaria hoy en nuestro mundo; decid con fuerza a vuestros amigos y a vuestras amigas que estén orgullosos de vivir la pureza cristiana, que amen el don admirable de la virginidad; que junto a vosotros aprecien cada día más el valor de la templanza y del desapego en un mundo dedicado al consumismo. Ayudad a vuestros compañeros a acercarse al Sacramento de la Reconciliación para poder experimentar el amor afectuoso de Jesús, Señor Nuestro, y recibirlo en el don de la Eucaristía».
Cortile de san Dámaso, 15 abril 1990
«Este es el momento en que nos encontramos en el Domingo de Pascua. Y en este momento Jesús ha dado el Espíritu Santo a los Apóstoles y les ha hablado de la Confesión. Sí, ha hablado de la absolución de los pecados. Es un tema que no gusta a muchos contemporáneos, pero que al UNIV le gusta mucho, y pienso que le gusta también al UNIV’92.
Así pues, ¿qué puedo desearos para concluir este encuentro? Quiero desearos que hagáis más gustoso a los demás este gran tema sacramental, gran tema pascual, gran tema cristiano y humano. Este es mi deseo para vosotros».
Aula Pablo VI, 19 abril 1992
Algo se muere en el alma...
«Quien sabe amar, como vosotros, no necesita muchas explicaciones, sino que sabe bien lo que debe hacer, puesto que el amor es la más profunda fuente de conocimiento. Por eso, más que hablaros deseo contemplaros así, como sois: jóvenes que saben amar, espontáneos, auténticos».
Cortile de san Dámaso, 6 abril 1980
«Tenía aquí un texto escrito, pero recorriendo las letras de vuestras canciones puedo deciros otras palabras. Me dirijo a los que han cantado en italiano: Si può dare di più. Aquí encuentro algunas palabras, diría, muy justas, muy profundas, porque habéis cantado así: «si può dare di più perché è dentro di noi» [«se puede dar más, porque está dentro de nosotros»]. Esto es muy importante. Se puede dar porque está dentro de nosotros. Quiere decir que nosotros, cuando somos capaces de dar, siempre encontramos más en nosotros. Quiere decir también que dar, ofrecer, significa enriquecerse. Nos enriquecemos dando, ofreciendo.
Éste es un verso muy profundo, como también el otro donde se dice: «si può dare di più senza essere eroi» [«se puede dar más sin ser héroes»]. Hay quien piensa que, para atreverse a algo, hay que mostrar ya una virtud heroica. En cambio, no todo es heroico: lo que cuenta es el valor, y siempre es posible atreverse a más sin ser héroes. Esto quiere decir que podemos también exigir más de nosotros mismos.
Ecco!: os dejo como consigna estos dos versos. Os dejo estos dos versos porque vienen de vosotros. Así que no os dejo algo mío, os dejo lo vuestro.
Habéis cantado también en castellano: «algo se muere en el alma cuando un amigo se va». Y después: «el vacío que deja el amigo cuando se va». ¡Y yo os digo que algo se muere en el alma cuando tantos amigos se van!»
Cortile de san Dámaso, 19 abril 1987
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
San Josemaría, maestro de perdón (1ª parte) |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |