A propósito de algunos comentarios sobre el regreso de Benedicto XVI al Vaticano
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A propósito de algunos comentarios sobre el regreso de Benedicto XVI al Vaticano
Entiendo que los periodistas vivimos del conflicto, en el sentido de que es uno de los criterios noticiosos más frecuentes. Pero a veces, ya se sabe, aumentamos la dosis, de modo que aparece conflicto donde no lo hay. Se persigue en esos casos subir la tensión con el fin de suscitar o incrementar el interés del lector (y de justificar la importancia de la noticia ante los propios jefes de redacción).
Me parece que esto está ocurriendo con algunos comentarios a propósito del regreso de Benedicto XVI al Vaticano. Según algunos observadores (los míticos “observadores”, que nadie conoce...), el “incondicionalmente conservador” Benedicto podría convertirse en un punto de referencia para los que se opongan a las reformas del Papa Francisco. Otra periodista comenta que “la sombra del antipapa se alarga inevitable”, pero subraya luego −para tranquilizarnos− que “Ratzinger ha asegurado a su sucesor que no incumplirá las promesas realizadas”.
Hay afirmaciones ridículas (todos tenemos derecho a formular algunas, supongo), pero estas me parecen que se pasan de la raya. Imaginar a Benedicto complotando, o dejándose instrumentalizar por otros, es no haber entendido nada. Benedicto no ha renunciado para luego quedarse moviendo los hilos desde la sombra... Seguirá haciendo lo que ha hecho en estas semanas en Castel Gandolfo: permanecer oculto al mundo y rezar por la Iglesia y el Papa. Para mí, la auténtica novedad es que el Papa Francisco sabe que cuenta con las oraciones de otro que comprende como nadie lo que significa ser Papa porque lo ha experimentado en su propia piel.