Estos días se hacen todo tipo de especulaciones alrededor de la renuncia del Papa y quinielas respecto al que lo será en un futuro cercano
Levante-Emv
Se teoriza acerca de maquinaciones de la curia romana, que yo no sé si existen, pero pocos recapacitamos en la parte personal en que hemos de mejorar
Estos días se hacen todo tipo de especulaciones alrededor de la renuncia del Papa y quinielas respecto al que lo será en un futuro cercano. Es muy comprensible. La tarea de los medios es informar, recoger opiniones y crearlas. Todo eso es legítimo. Sin embargo, también es exigible un cierto rigor, especialmente por parte de los católicos.
Se teoriza acerca de maquinaciones de la curia romana, que yo no sé si existen, pero pocos recapacitamos en la parte personal en que hemos de mejorar. Por ejemplo, el Papa dijo alguna cosa que sonó a fuerte en la homilía de Ceniza. Esta: «Me refiero en particular a los pecados contra la unidad de la Iglesia, las divisiones en el cuerpo eclesial». ¿Nos detenemos cada uno a pensar en la parte que nos corresponde en esas divisiones antes de especular con otras intrigas?
O esta otra: «De hecho, incluso hoy en día, muchos están dispuestos a "romperse los vestidos" frente a los escándalos y las injusticias −naturalmente cometidas por otros−, pero pocos están dispuestos a actuar en su propio "corazón", en su conciencia y sus propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta». Es bien posible que lo más útil que podemos hacer en esta Cuaresma recién comenzada es un buen examen personal de conciencia y tal vez una sincera confesión sacramental, en lugar de lanzar pedradas al tejado ajeno.
Puestos a hablar de la necesaria apertura del futuro Papa, se ha reclamado la libertad de conciencia para leer e interpretar la Biblia cada uno a su gusto. Un amigo bromista dice ante el dislate: así empezó Lutero, pero en este caso es cierto. Comenzó exactamente así. Amamos a los hermanos de las restantes iglesias cristianas, pero precisamente es necesario el plural a causa de la disgregación consiguiente a la falta de un Magisterio que interprete auténticamente la Palabra de Dios.
Las quinielas también son libres y hasta entretenidas. Pero −vuelvo a referirme a los católicos− ¿no sería mejor rezar para que los cardenales electores se dejen guiar por el Espíritu Santo?