Me parece que en sus universidades se encuentra el germen de su transformación y su progreso
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Digo siempre que sí a las invitaciones a dar clases en Nairobi; pienso que es más lo que aprendo que lo que enseño.
En mi reciente viaje a Kenia para dar un curso intensivo de filosofía contemporánea en Strathmore University me contaron que en una pared del aeropuerto de Johannesburgo está escrito este sabio proverbio africano:
If you want to go fast, go alone If you want to go far, go together
Me impactó mucho porque me pareció que expresaba muy bien la alternativa que tantas veces se presenta en nuestra vida personal y en la organización de nuestra sociedad: “Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres ir lejos, ve con otros”. Se trata de la opción radical entre el individualismo —la búsqueda del éxito o la satisfacción personal— y el comunitarismo, esto es, la atención y el servicio a los demás como clave del crecimiento y del desarrollo.
En su tercera encíclicaBenedicto XVI había escrito que era preciso transformar la lógica económica del intercambio contractual con la lógica del don: «La lógica del don no excluye la justicia ni se yuxtapone a ella como un añadido externo [...] y, el desarrollo económico, social y político necesita, si quiere ser auténticamente humano, dar espacio al principio de gratuidad como expresión de fraternidad» (Caritas in veritate , n. 35).
Hay quienes sostienen que el motor del colonialismo en África fue el capitalismo y la consecuencia que vemos en la etapa posterior a la descolonización es el notable deterioro de la convivencia: genocidios, guerras y toda suerte de violencias. Puede decirse que amplias zonas del continente africano, en lugar de progresar, regresan a la selva o al desierto, pero ahora lo hacen con armas y recursos técnicos de última generación.
A través de internet pude comprobar que tanto Al Gore como el proyecto Hydra de Stanford habían adoptado ese proverbio africano como lema. Me parece estupendo, aunque quizá lo más difícil sea llevarlo a la práctica. Si quieres llegar lejos, ve con otros. Venía a mi memoria el comentario que anota Hemingway después de un desafortunado viaje en coche por Francia con John Dos Passos: «Nunca vayas de viaje con alguien a quien no quieras». La clave para llegar lejos —me parece a mí— no se encuentra simplemente en ir con otros, sino en ir con otros a quienes quieras. “Más vale solo que mal acompañado” dice el refranero español en contraste con el proverbio africano, pero posiblemente con análoga sabiduría.
A mí me gusta hacer cosas con otros, desde proyectos de investigación y sesudos artículos científicos hasta tomar cerveza como la espléndida Tusker de Kenya que pude saborear en la cumbre de Mount Longonot. Precisamente esta cerveza lleva como lema de la marca Together forever, “Juntos para siempre”. El Longonot es el maravilloso volcán extinguido que aparece en Memorias de África y que domina una amplia zona del valle del Rift con sus 2.560 metros de altitud. Para hacerse idea de su grandeza puede servir el dato de que el anillo del cráter mide más de 7 km. de circunferencia.
El filósofo africano Gerald J. Wanjohi me regaló un libro suyo sobre los proverbios kikuyus y lo leí con vivo interés en mi vuelo de regreso. Me llamó particularmente la atención uno que dice “Se hace mejor lo que se elige libremente”. Me traía a la cabeza que para construir un país —Kenia acaba de celebrar su 50 aniversario— hace falta querer vivir juntas personas y, en el caso de este país, tribus muy diferentes.
Se acercan ahora las elecciones generales y se advierte la inquietud ante la incertidumbre de su resultado. Tras las elecciones del 2007 hubo más de 1.200 muertos y unas 200.000 personas desplazadas por encontrarse viviendo en una zona cuya titularidad ostentaba una tribu distinta de la suya. De hecho, me ha llamado la atención el frecuente uso en la prensa y en las conversaciones habituales de la palabra “chaos” para referirse a la situación política y sus eventuales riesgos.
A nivel de calle —como se dice en España— lo que es verdaderamente caótico en Nairobi es el tráfico. La situación de las calles es lamentable, muchas de ellas de tierra, con agujeros como cráteres lunares, por las que circula un aluvión de vehículos desvencijados. Millares de matatus —los microbuses locales— con un joven en el pescante con medio cuerpo fuera a la caza de nuevos pasajeros. Camino del aeropuerto nos detuvo la policía para un control rutinario. Cuando le dije que regresaba a España después de haber dado unas clases, el policía con una sonrisa abierta nos franqueó el paso diciendo en voz bien alta: “¡Cesc Fàbregas!”. Se conoce que era un buen aficionado del Arsenal.
¿Es posible sacar adelante un país así? Me parece que a medio plazo sí en la medida en que iniciativas docentes como la Strathmore University están colaborando en la transformación del país y —me decía un experto— en la medida en que están llegando a la política jóvenes empresarios sin la corrupción heredada de los políticos tradicionales. Por esto digo siempre que sí a las invitaciones a dar clases en Nairobi. Me parece que en sus universidades se encuentra el germen de su transformación y su progreso. De hecho, siempre pienso que es más lo que aprendo que lo que enseño.