El clásico de Jorge Fandermole sobre los pescadores parece estar más vigente que nunca con la bajante del río Paraná y la quema de humedales. Las redes, cada vez más vacías.
Una canción fundamental dentro de la música popular argentina es “Oración del remanso”, compuesta e interpretada por el santafecino Jorge Fandermole y reversionada por numerosos artistas, entre ellos Soledad, Ligia Piro, Nahuel Pennisi, Liliana Herrero y hasta la mismísima Mercedes Sosa.
A pesar de que cuenta una historia ajena para muchos, tiene la cualidad de emocionar a todos. Con melodía de chamamé del litoral, habla de un pescador del Remanso Valerio -un pequeño paraje de pescadores sobre el Río Paraná- que reza para volver a su casa con las redes llenas y a salvo de las inclemencias del tiempo.
La vida en Remanso Valerio gira en torno al río y los peces son la principal fuente de subsistencia de los pobladores. Pero debido a que en las localidades de Rosario y Granadero Baigorria (el paraje se encuentra en un punto medio entre ambas) hubo mucho crecimiento y obras, el ecosistema del remanso fue alterado y por consiguiente, muchas familias resultaron perjudicadas.
Históricamente, la locación fue protagonista de tragedias hasta que su condición fluvial hostil fue aplacándose. Para volver a salvo y pedir por la abundancia, en 1995 los pobladores levantaron en piedra al Cristo Pescador. Fandermole, al ver un cartel sobre la ruta 11 que invitaba a visitarlo, encontró la inspiración para, tres años después, componer la canción en la que un lugareño canta: “Cristo de las redes, no nos abandones. Y en los espineles, déjanos tus dones”.
Los versos conmueven al reflejar la batalla interna entre la fe y el hambre, una historia que no sólo alcanza al pescador sino a cualquier persona que se esfuerza sin ser siempre recompensada, pero que aún elige creer. “No pienses que nos perdiste, es que la pobreza nos pone tristes, la sangre tensa y uno no piensa más que en morir. Agua del río viejo, llévate pronto este canto lejos que está aclarando y vamos pescando para vivir”.
No se sabe con precisión cuando se levantó el barrio Remanso Valerio, pero se estima que está ahí desde antes de la fundación de Granadero Baigorria, en 1950. Se dice que en algún momento, un pescador vio que la zona era propicia para amarrar su canoa y armó su ranchito sobre la barranca, historia que se repitió hasta formar el paraje.
No es casualidad que el pescador se haya quedado allí, ya que la palabra “remanso” hace alusión a “donde el río corre más lento”. Aunque en la canción de Fandermole se reflejan las inclemencias que surgieron más tarde, cuando en otra de sus estrofas dice “Calma de mis dolores, ay, Cristo de los pescadores, dile a mi amada que está apenada esperándome que ando pensando en ella mientras voy vadeando las estrellas, que el río está bravo y estoy cansado para volver”.
El tema habla del hambre, el cansancio, el trabajo, el sacrificio, el amor, el apelar a la fe para pedir por el sustento y para volver con vida a un lugar seguro entre los caprichos del río y la escasez de alimento.
Es por eso que entonces, la canción trasciende a la anécdota y también a las geografías aledañas. Más, si tomamos en cuenta que, por la mano del hombre, el ecosistema cambia y la biodiversidad puede ser menor.
La bióloga y profesora universitaria Irene Wais conoce este problema, ya que realizó su tesis sobre peces migradores del Río Paraná, “que son endémicos de América Del Sur y necesitan sí o sí las lagunas isleñas o humedales para que las crías puedan alimentarse y cuidarse de los peligros del gran río”.
Wais, que además de recibirse en la Universidad de Buenos Aires (UBA), es ecóloga por Oregon State University (EE. UU) con un Posgrado Internacional en Evaluación de Impactos Ambientales por la Universidad Nacional Autónoma de México, viajó este año a Rosario en reiteradas oportunidades, porque esos humedales necesarios para que las crías de los peces puedan protegerse, “en este momento están secos o incendiados, ya que son aquellos a los que están sufriendo incendios intencionales en el lado entrerriano para criar ganado o hacer otros emprendimientos productivos”.
Además comentó que en Rosario, “la falta de agua se siente, porque por tercer año consecutivo el Paraná sufre una fuerte bajante”, y que un fenómeno así “no se veía desde hace 80 años”.
Por la mano del hombre y por estos fenómenos naturales que se repiten, Wais relató que no sólo los pescadores sufren las consecuencias, sino también las cooperativas que arman sus mujeres, que son las encargadas de hacer las conservas para vender. “Como cada vez hay menos peces no pueden preparar conservas y la situación se agrava si se toma en cuenta que queda poca agua para prepararlas, ya que el río cada vez está más bajo”.
Por fuera de los títulos, Wais ama el arte y se declara fanática de la Trova Rosarina. Por eso, cuando hablamos de la situación actual, recordamos a la “Oración del remanso”, compuesta por Jorge Fandermole, que fue uno de sus integrantes.
Cuando mencionó a la cooperativa de mujeres de los pescadores, dije: “Se parece a lo que dice la canción”. Con emoción en los ojos y cierto cansancio de quien se esfuerza por la lucha ambiental y no siempre es recompensada, contestó: “’La oración del remanso’ está más vigente que nunca”.
Celina Abud, en intramed.net
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